Por: Roberto Aponte/ Tras la consigna de que hay muchos temas además del coronavirus, continúe con mis escritos ecológicos, pensando en esas criaturas que tienen mayor libertad ante la aparente ausencia de humanos. Claro que de cierto modo ya nos estamos acoplando a esta situación y sobre todo llevamos años acostumbrados al cambio climático y de eso trata el efecto de la rana hervida.
¿Por qué el coronavirus está teniendo un impacto mayor que el calentamiento global y otras crisis medioambientales, incluso a pesar de que estas presentan consecuencias aún más devastadoras y dicho cambio se ha evidenciado a través de décadas?
Para explicar esto empezare hablando del efecto de la rana hervida. ¿Qué pasa si colocas a este simpático anfibio en una olla caliente? (Es una suposición). El animal al verse fastidiado por las altas temperaturas saltará del recipiente inmediatamente, pero supongamos que dejamos a la rana en una olla que se hierve muy lentamente, esta gradualmente se va acostumbrando al aumento de calor, pero cuando la temperatura ya es bastante alta, esta no se da cuenta y muere hervida, casi sin darse cuenta.
Esto podría aplicarse a varias situaciones, entre esas el cambio climático, debido a que la transición ocurre gradualmente, es más difícil notar que el clima este cambiando y eventualmente nos acostumbramos a esos fenómenos que en épocas anteriores se considerarían inusuales. Para describirlo mejor también hablaría de los impactos directos, en el caso de la rana, ella salta del agua caliente porque siente el impacto del calor inmediatamente.
¿Recuerdas como era el clima de la ciudad hace veinte años? ¿Qué tan diferente era al que tenemos hoy? Este efecto se explica por el hecho de que una persona considera un clima normal en base a lo percibido entre los últimos ocho años. De esta forma se ignoran los cambios percibidos desde hace cincuenta años, es decir si el clima cambiara abruptamente entre las temperaturas de 1950 y las de hoy nos daríamos cuenta del calentamiento global y posiblemente tomaríamos medidas más rápido.
Los fenómenos como el derretimiento de los casquetes polares es algo que lleva tiempo y no nos impacta directamente, incluso con fenómenos como la deforestación la gente se demora en darse cuenta de las consecuencias.
Esto implicaría porque el coronavirus recibe un mayor cubrimiento que las problemáticas ambientales, sus impactos son aparentemente más directos, y digo aparentemente porque hubo una reacción tardía en cuanto fue descubierto y no solo eso, en algunos gobiernos no se le dio la importancia que tenía y sus impactos se vieron cuando empezaron altas tasas de mortalidad que superaron las capacidades de los hospitales.
De esta forma, los países a los que llegó más tarde el virus, tenían un panorama de lo que podría suceder si no se preparaban, por lo que en algunos lugares se tomaron medidas que mitigaban la situación; en otros sitios se hizo caso omiso y se ven las consecuencias.
Esta enfermedad ha demostrado sus impactos directos sobre nuestra forma de vida, sobre la economía y por supuesto la salud, no solo por el hecho de contraer directamente este nuevo virus sino por otros factores como la salud mental, por eso es tan visible y notable en nuestra vida.
Mientras que los impactos de las problemáticas ambientales tienden a ser indirectos, y son visibles para nosotros después de notar ciertos cambios producto del desequilibrio causado.
El efecto de la rana hervida, es un fenómeno que demuestra cómo nos acostumbramos a las situaciones, también debería convertirse en una metáfora que nos permita reflexionar sobre los efectos de cualquier situación a largo plazo. Es decir que tan eficiente es nuestra capacidad de prevenir los desastres. En percibir aquellas señales que evidencian el surgimiento de una catástrofe. Evitar derrumbes, disminuir el número de contagiados, recuperar nuestros ecosistemas, son aspectos que se pueden cubrir adecuadamente si se mantiene una mentalidad que permite mirar más allá.
*Ingeniero Ambiental y escritor.
Twitter: @robustories