Por: Andrés Julián Herrera Porras/ Se avecinan las elecciones y, como en cada temporada, el telón sube para dar inicio al gran espectáculo político. Desde todos los partidos y de toda clase de especies aparecen los protagonistas: unos viejos conocidos, otros con nuevas máscaras, pero todos dispuestos a dar la función populista que tanto nos entretiene. Es la costumbre, el ritual de nuestra política de efectos especiales, con guion predecible y actuaciones de dudoso talento. Claro, esto no es casualidad, es el resultado de nuestra falta de lectura y conciencia histórica.
Y en medio de esta obra tragicómica, el pasado 3 de febrero, en entrevista con la W, la candidata que por unos meses se disfrazó de periodista independiente –Vicky Dávila– decidió revelar su verdadero personaje: el outsider de moda. Algunos podrán llamarlo original, pero en realidad es el arquetipo que últimamente triunfa en la política: el que finge no ser político mientras se lanza de cabeza a la arena política.
Por supuesto, como buena discípula de esta tendencia, no dudó en alabar a otro maestro del disfraz: Nayib Bukele. Con emoción y admiración, se refirió a él como “un berraco” por “tomarse en serio la seguridad”. Qué ternura. Para la candidata, el señor de la gorra es el modelo a seguir, aunque –y esto hay que reconocérselo– al menos tuvo la decencia de aclarar que El Salvador y Colombia no son exactamente lo mismo. A diferencia de nuestro Bukele bumangués, alias Jaimito, que no se preocupa por tales detalles.
Vicky, la candidata diferente (o al menos eso dice ella), al estilo del finado Rodolfo, repite el mantra de moda: “esos políticos” son el problema. Ella no es como ellos. No, para nada. Pero, por si acaso, hay que quitarles el país de las manos y dárselo a ella. Súper original.
Y como buena candidata alternativa –es decir, igual que todos los demás– lanza propuestas rompedoras como… ¡terminar con todos los procesos de paz el primer día! ¡Qué audacia! Básicamente, la “diferente” propone hacer lo mismo que ya intentó Duque: pasar la trituradora sobre los acuerdos. Porque nada dice “cambio” como reciclar las mismas fórmulas fracasadas del pasado.
Vicky quiere convencer a los incautos de que el país no puede seguir en manos de los políticos, mientras promete exactamente lo que cualquier político tradicional haría: más armas, más confrontación, más guerra. Porque, claro, nada mejor para cambiar el rumbo de un país que repetir lo que ya se ha intentado durante décadas sin éxito.
Quizá nuestra candidata, tan independiente como lo fue en su época de periodista imparcial, debería tomarse la molestia de leer la Constitución, donde el artículo 22 deja claro que la paz no es un capricho, sino un derecho y un deber de obligatorio cumplimiento. Es decir, no es opcional, aunque a algunos les parezca un lujo innecesario.
Allá en 1991, durante el debate constitucional, Diego Uribe Vargas advirtió que el derecho a la paz es “una de las grandes transformaciones de nuestros tiempos”, porque sin paz “el resto de los derechos quedan escritos y nada más”. Pero parece que esa lección histórica no llegó a ciertos oídos, demasiado ocupados en sus monólogos libertarios sobre seguridad y orden.
Ojalá no sea tarde cuando nos demos cuenta de que estos nuevos mesías del poder, con su disfraz de independientes, van tomando el control poco a poco. Ojalá no nos toque vivir nuestra propia versión del poema de Niemöller:
«Primero vinieron por los socialistas, y yo no dije nada porque no era socialista. Luego vinieron por los sindicalistas, y yo no dije nada porque no era sindicalista. Luego vinieron por los judíos, y yo no dije nada porque no era judío. Luego vinieron por mí, y no quedaba nadie para hablar por mí.»
Ojalá no despertemos cuando ya nos hayan arrebatado todo, mientras nos convencían de que venían a salvarnos.
Apuntaciones:
- El otro espectáculo al que no le dedique tiempo, pero que igual es parte del juego político, fue el del consejo de ministros, un circo completo.
- Lástima la pérdida del título por parte del Bucaramanga. Aunque no soy hincha de ese equipo, deseo que siguieran forjando un buen porvenir y le den más alegrías a la región.
- Ojo que aún no se han puesto al servicio de los estudiantes tantos colegios que “entregó” las últimas semanas el señor Aguilar.
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*Abogado. Lic. Filosofía y Letras. Estudiante de Teología. Profesor de la Universidad Santo Tomás de Bogotá. Miembro activo del grupo de investigación Raimundo de Peñafort. Afiliado de la Sociedad Internacional Tomás de Aquino.
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