Por: Andrea Guerrero/ A lo largo de la historia de Haití se han cometido dos magnicidios. El primero de ellos fue a principios del siglo XX, el presidente Jean Vilbrun Guillaume fue atacado por civiles descontentos con sus actos de presión social. El más reciente asesinato fue cometido la semana pasada contra el presidente Jovenel Moïse. Ambos asesinatos están enmarcados en contextos de inestabilidad política.
Hasta el momento existen numerosos interrogantes en torno a este asesinato, la situación en vez de aclararse se enreda. Hay que recapitular lo que ha acontecido para comprender de dónde vienen la cantidad de inconsistencias y preguntas que todos queremos que se resuelvan.
En la madrugada del 7 de julio, 28 hombres entraron a la residencia del presidente en Puerto Príncipe y le propinaron 12 disparos que le causaron la muerte después de haberlo torturado. La primera dama fue herida, pero sobrevivió al ataque. A pesar de este violento ataque, la guardia presidencial sobrevivió sin ningún rasguño, lo cual ha generado sospechas acerca de su posible complicidad. Fueron capturados 17 presuntos mercenarios- 11 de ellos detenidos en la embajada de Taiwán -, 8 están siendo perseguidos y 3 de ellos murieron.
Lo relevante para nuestro país en todo esto es el hecho de que el comando armado acusado de asesinar al presidente estaba conformado por 26 colombianos. Según el ministro de Defensa, 6 de ellos eran militares retirados. A estos hombres los había contratado una empresa de seguridad llamada CTU, dirigida por Antonio Intriago y habían sido reclutados por Charles Emmanuel Sanon – quien ha sido arrestado por ser el supuesto autor intelectual del crimen.
Ahora bien, las confesiones de los sospechosos indican que ellos debían conseguir que el mandatario firmara la carta de renuncia, pero que él se rehusó a firmar. Esto concordaría de cierta forma con la hipótesis que algunos investigadores tienen. Aquella que se refiere a una operación encaminada a apartar del poder a Moïse, según el Heraldo, “una asonada sin participación del prácticamente inexistente Ejército haitiano, encargada a mercenarios extranjeros por fuerzas políticas disidentes con la connivencia de la Policía y las mafias en un país sin Gobierno firme y sumido en una crisis social, de seguridad e institucional”.
Así mismo, en la radio también ha sonado la hipótesis de los familiares de los colombianos capturados, quienes afirman que ellos habían sido únicamente contratados para cuidar del presidente. Desde mi punto de vista esta perspectiva es la menos creíble de todas, puesto que hasta el momento las investigaciones señalan lo contrario. Sin embargo, la hipótesis de que los militares fueron engañados cada vez es más fuerte.
Las únicas certezas son que todo este embrollo ha dado como resultado fuertes críticas contra el ejército, por verse implicados en actos atroces como estos; y que no hay una historia que hasta el momento sea totalmente creíble. Así mismo, también es evidente que el panorama es oscuro para Haití. Inclusive hay personas que están abandonando el país porque no saben en qué manos están.
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*Estudiante
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