Por: Holger Díaz Hernández/ Después de tres de días de paro nacional y de una escalada de violencia a lo largo del país, el balance no puede ser más desesperanzador.
La Red de Derechos Humanos Francisco Cifuentes, denuncia que hubo 14 muertes durante las protestas y varios desaparecidos, en Soacha fue asesinado un Capitán de la Policía y en otros muchos sitios fueron heridos y quemados con bombas molotov decenas de agentes de las fuerzas del orden, además de cientos de capturados por los desmanes la mayoría de los cuales ya están nuevamente en sus hogares porque las decisiones de algunos jueces de la República así lo han considerado, o por falta de pruebas o por ilegalidad en las capturas.
Las afectaciones a la infraestructura y a los bienes públicos principalmente en Cali, Pasto o el Cauca dejaron pérdidas económicas por decenas de miles de millones de pesos, sumados a los cuantiosos daños ocasionados a instituciones bancarias, supermercados y a un sinnúmero de propiedades privadas.
Todo esto como respuesta a la presentación por parte del ministro de Hacienda Alberto Carrasquilla, del proyecto de reforma tributaria denominado por el gobierno como la “Ley de Solidaridad Sostenible”, cuyo desarrollo arrancó hace aproximadamente un par de meses con la propuesta de IVA para el café, chocolate, azúcar y otros productos básicos de la canasta familiar, este anzuelo evidentemente era un sofisma de distracción para generar controversia y retirarlo después como muestra de generosidad para con el pueblo.
Posteriormente al radicar el proyecto de ley ante el congreso introdujeron otros artículos polémicos: IVA a las pensiones, renta a los salarios de la clase media y el del IVA a los servicios públicos para los estratos 4, 5 y 6, los cuales no eran sino otro anzuelo con el fin de tener capacidad de negociación en las discusiones en las comisiones económicas del congreso y en las plenarias de senado y cámara.
Porqué el fondo de la reforma trae otros intereses más importantes que pasan desapercibidos por la mayoría: incrementos cuantiosos en la tributación de los asalariados, desmonte de las deducciones para construir vivienda VIP, deducciones a cesantías, aumentó de impuestos a sociedades, impuesto solidario del 10% mensual a salarios e ingresos, entre otros.
Con lo que no contaba el gobierno era que en esta ocasión las cosas no iban a ser tan fáciles y los partidos políticos que han sido afectos a sus intereses en
estos casi tres años de legislatura, no estarían dispuestos a votar positivamente una ley como esta ad portas de un año electoral, una ley que no solamente es lesiva a los intereses de una gran mayoría de la población sino que además los pone a ellos contra la espada y la pared con sus electores y no contaba además con que la opinión pública no iba a permanecer como un simple espectador ante una reforma que liquida en buena parte las posibilidades de salir de la crisis que hoy vivimos y que en la medida que se extienda en el tiempo será más grave.
El país atraviesa por uno de sus peores momentos de la historia, casi que en todos los sentidos: Económico porque los pobres hoy son más pobres que antes de la pandemia y la clase media se ha empobrecido de manera dramática, solo un pequeño porcentaje de los ricos se han vuelto más ricos y la mayoría de estos sobreaguan en medio de un panorama cada vez más complejo.
Sanitaria porque a pesar de haber iniciado la vacunación contra el coronavirus desde hace un par de meses, hoy atravesamos por el peor momento de la pandemia con cifras récord de nuevos casos y de muertes, situación que se verá agravada en las próximas semanas ante la falta de distanciamiento social en las movilizaciones de ciudadanos que protestaron legítimamente pero al mismo tiempo de manera irresponsable, dada la magnitud de un problema que está lejos de resolverse, ya que solo tendríamos inmunidad de rebaño hacia finales del 2022.
Política porque este gobierno que ya languidece ha sido incapaz de tomar decisiones para corregir el rumbo del país y se ha dedicado a gobernar con el retrovisor y de espaldas a los intereses del pueblo. Y Social porque estamos sentados sobre una bomba de tiempo que en cualquier momento terminará de estallar, que peor momento que este para intentar una reforma tributaria cuando lo que necesitamos es reactivación económica y empleo.
El gobierno está invitando a las bancadas a construir un nuevo texto para esta reforma tributaria que nació muerta, pero hoy ya nadie cree en sus buenas intenciones para corregir el rumbo: ni las mayorías en el congreso, ni el pueblo.
Si tuviesen sentido común lo correcto políticamente sería dejarla hundir en las comisiones económicas e iniciar la búsqueda de consensos para construir una ley tributaria que: elimine la evasión y la elusión de los impuestos, que reduzca las exenciones tributarias no necesarias, que limite el tamaño de la burocracia del estado y el gasto público, que elimine decenas de consulados y embajadas que no se justifican, que blinde de verdad y de una vez por todas al estado contra la corrupción, causante de la debacle económica del país.
Presidente entre más insistan en esta ley más violencia tendremos, más papaya le daremos a los desadaptados sociales y a los que se infiltran en las protestas para hacer daño, para producir muertes y para generar más odios.
No queremos que el país que se siga desangrando, sobretodo en un momento tan delicado, donde el desempleo supera el 15%, la pobreza monetaria ha crecido más del 50%, casi tres millones de colombianos se han enfermado de Covid-19 y nos acercamos a las 74.000 muertes.
El sufrimiento ha sido muy grande para la mayoría de nosotros, que solo esperamos del gobierno decisiones inteligentes e inclusivas.
¿Cuántos muertos más tenemos que poner, ministro?
“Lo que niegas te somete, lo que aceptas te transforma”: Carl Gustav Jung.
“Amanecerá y veremos dijo el ciego; y no amaneció”: Dicho popular.
*Médico cirujano y Magister en Administración.