Por: César Mauricio Olaya Corzo/ Por estos días son muchas las voces que desde distintos escenarios claman con justificada razón, ante la angustiosa situación que viven diferentes sectores de los páramos en Colombia, afectados por las llamas que se extienden sin barreras, pues las condiciones le son óptimas para que esto ocurra; excesiva sequedad de los suelos, incremento de la temperatura, ausencia de lluvias, posible participación de la mano criminal del hombre, los vientos alisios que por esta época se vuelven estacionarios en los trópicos y una buena cantidad de etcéteras más.

Muy cerca a nuestras geografías, en el llamado Páramo de Berlín, perteneciente el complejo Santurbán; más de 300 hectáreas de flora perteneciente a este ecosistema fueron literalmente sometidas por las llamas, convirtiendo estas tierras en un escenario dantesco de cenizas, desolación y muerte, quedando solo como evidencia de una geografía vital, las agónicas calaveras de lo que fuera un núcleo de frailejones qué, antes de la tragedia, se mantenían en pie gracias a que en su gran mayoría estaban sembrados en un terreno que pertenecía a uno de los núcleos de protección del Acueducto Metropolitano de Bucaramanga.
El fuego ha dejado una estela de destrucción que exigirá de muchos años para que se augure una luz de esperanza de su recuperación, pero la diana a la que pretendo apuntar en esta columna va más allá del momento; del incendio y de todo su penoso legado de desesperanza y lo sintetizo, en el hecho de que el daño hecho por el fuego es realmente mínimo frente al daño que por décadas, se le ha venido haciendo al páramo en este misma área, tras la declaratoria hecha a la zona como Distrito Regional de Manejo Integrado (DRMI), qué en pocas palabras, no traduce otra cosa que ser un área donde es factible realizar intervenciones humanas de diferente índole: cultivos, pastoreo, construcciones, riego, turismo, vivienda y todo esto, con un pírrico control ambiental o un control serio sobre el uso del suelo y de las aguas que corren por esta llanada.
Aprender el tema
Como toda presentación, iniciamos con el nombre y lo primero que debe decirse es que la palabra ‘Páramo’, proviene de la voz latina paramus, qué en el diccionario etimológico se describe como un terreno pedregoso, desamparado, solitario y escaso de vida.
Desde la posición del observador pasivo o desinformado, este significado se avalaría a plenitud con solo pararse en cualquiera de estos parajes y realizar un paneo sin mucho detallar el escenario observado; pastizales de baja altura, unos pocos matorrales o fragmentos arbóreos, los omnipresentes frailejones de diferentes formas y alturas, montañas oscuras y si se tiene suerte, alguna laguna que decora el paisaje.
Otra mirada puede plantearse desde la perspectiva de la biótica, si se le pone la lupa a todo lo que es posible encontrar tras las bambalinas de la escena antes descrita, van a comenzar a aparecer la real y significativa puesta en valor de la riqueza que conservan los páramos:
- Los ecosistemas de páramo solo se encuentran en seis países de todo el planeta, siendo Colombia el país que ocupa el primer lugar en áreas correspondientes a este sistema vital, con un total de 2,9 millones de hectáreas, que corresponden al 52% del total de los territorios de páramo sobre la tierra.
- Los páramos pueden calificarse como los principales productores y garantes del agua que corre por los territorios de los países que gozan de este ecosistema. De hecho y para citar un ejemplo, el 70% del agua que consumen los colombianos proviene de los páramos.
- En diez de los casi 1.200 municipios de Colombia, la mayor parte de su territorio corresponde a zonas de páramo.

- Para Colombia se tienen determinados en la categoría de páramo, un total de 36 grandes áreas que conforman un total de 17 Complejos (suma de territorios que por altura y condiciones bióticas se catalogan como páramos).
- A modo de referencia, cito cinco de estos complejos: Complejo Los Nevados (pertenece a las jurisdicciones de 15 municipios de los departamentos de Caldas, Risaralda, Quindío y Tolima). Complejo Tatamá, con 4.200 hectáreas y localizado sobre la cordillera occidental, es el páramo más extenso de todos lo que existen en el país. Complejo La Cocha, cuyo nombre nos recuerda que en su territorio se localiza la laguna de ese mismo nombre, categorizada como área RAMSAR, es decir, es uno de los 1.900 sitios de todo el planeta, considerado santuario y garantía de la provisión del agua de las futuras generaciones. Complejo Cruz Verde – Sumapaz, el ecosistema de alta montaña más extenso del mundo, con un total de 333 mil 420 hectáreas.
- Para Santander, su territorio comparte con los departamentos de Arauca, Boyacá y Norte de Santander, un total de cuatro grandes complejos: Santurbán, Guantiva – La Rusia, Almorzadero y Yariguies (exclusivo de Santander y donde se congrega el 54% de las aves de Colombia, junto con 40 clases de anfibios, 30 de reptiles y 200 mariposas, sin tener en cuenta los balances en materia de flora).

Por qué tanta cháchara con los páramos
La cháchara y la discusión inicia en un hecho que ya habíamos expuesto y es que los páramos son fábricas de agua. Este es un ecosistema dinámico que funciona como una especie de dispensador que primero, conserva la totalidad del agua que en el ciclo vital proviene de la atmósfera, utilizando una especie de esponjas donde el líquido vital se conserva. Son los llamados colchones de agua.
El agua allí conservada, es distribuida de manera regulada, dando lugar a los nacimientos, las pequeñas quebradas y riachuelos, que van conformando las redes hídricas que terminan alimentando los acueductos de los municipios de su entorno.
Si lo anterior no fuera suficiente para superar el concepto de cháchara con el que mucho detractor pretende desconocer el valor de este recurso territorial, vendría el hecho definitivo de qué al cumplir con ciertos requerimientos determinantes para la presencia de un sinnúmero de seres vivos, que en ningún otro lugar podrían adaptarse y con su afectación, se afecta la posibilidad de su supervivencia.
Especies de gran tamaño e imponente presencia como el cóndor, el oso de anteojos, el puma o la danta de montaña. Aves que apenas superan los 6 centímetros y qué además, son endémicos de nuestro país e incluso de la región, como lo que sucede con el Colibrí Chivito Andino (Heteropogon guerinii) y otros no tan chicos, pero que por reducida población que hoy los hace estar haciendo parte de las páginas del Libro Rojo de las Aves de Colombia, se convierten en objeto obligado de protección como el Chango de Montaña (Macroagelaius subalaris).

En materia de flora, en este territorio se producen además de los simbólicos frailejones que son unas plantas de crítico crecimiento (aunque se diga que crecen 1 Cm por año, algunas especies llegan a crecer entre 4 y 10 Cm), la mayoría de ellos endémicos para sus territorios. En Colombia se tienen registradas 97 especies de frailejón, de las cuales el 70% se localizan en la cordillera oriental, arrojando cifras absolutamente preocupantes como que aproximadamente 36 especies se encuentran en categoría de Amenaza, 7 están en Peligro Crítico (CR), 16 en Peligro (EN) y 13 en la categoría Vulnerable (VU).
Adicional a la presencia de los frailejones, en el páramo se ubican una importante cantidad de especies de flora de particular interés para la medicina, cuya base hoy hacen parte de los componentes esenciales de importantes productos clínicos como sucede con la Caléndula (Calendula officinalis), Llanten (Plantago major), Paico (Chenopodium ambrosoides), Diente de León (Taraxacum officinale), Árnica (Arnica montana), Tomillo (Thymus vulgaris), entre muchas otras más.

Santurbán cuantificado
No cabe duda que en la mente colectiva, existe una directa correlación entre las palabras páramo y Santurbán, quizá en obediencia directa al papel que han hecho los medios y las redes sociales, asociando estos nombres como una única referencia a este ecosistema.
Cada vez que escuchamos la palabra páramo, su ¨hermana¨ asociada mental y fonéticamente asoma y en la mente de la mayoría de las personas de esta región del país, no aparece un referente significativo que no sea Santurbán.
Pero veamos al detalle las cifras para ponernos en contexto de su real referenciación y lo primero que debe decirse es que la unidad biogeográfica que lleva este nombre, es un espacio compartido entre los departamentos de Norte y Santander, que corresponde a un área total cercana a las 142 mil hectáreas, de las cuales el 60% se localizan en Norte de Santander.

De esta área, solamente 14 mil 088 hectáreas corresponden a un área protegida, conformando el llamado Parque Natural Regional Santurbán – Salazar de las Palmas; 12.200 Hectáreas conforman el Parque Natural Regional Sisavita (Norte de Santander) y el llamado Complejo Lagunar del Norte, del que hacen parte cerca de 40 lagunas, siendo la más grande de todas la llamada Laguna Brava, con una extensión de 39 Hectáreas.
Haciendo parte de este territorio global, se encuentra el llamado Distrito de Manejo Integrado Páramo de Berlín (44.272 Hectáreas) y del cual ya hemos hecho referencia anteriormente, pues por estos días, ha sido el escenario donde se registró el voraz incendio que nos tiene a todos con la camándula en la mano y qué al momento de cerrar estas páginas ya está controlado, quedando sobre el tapete una muy importante recomendación de uno de los paramólogos (nombre que se me ha ocurrido para definir su experticia) más reconocidos en el mundo, Robert Hofstede, que en la red social ¨X¨ manifiesta: ¨¡Me uno! Mas que nada para alerta: el páramo recién quemado es frágil, pero sí tiene mucha capacidad de respuesta. Así que no vayan en masa a sembrar planticas; por ahora déjenlo en paz y celebren lo que va a nacer por sí mismo. Después, verán lo que falta y allí recién, intervengan¨.
…
*Comunicador Social y fotógrafo.
(Esta es una columna de opinión personal y solo encierra el pensamiento del autor).
…
Nota: Las cifras y datos de este texto, fueron tomadas de los siguientes documentos:
- Atlas de páramos de Colombia, Instituto de Investigación de Recursos Biológicos Alexander von Humbolt.
- Listado actualizado de las aves endémicas y casi endémicas de Colombia, Biota Colombiana
- Biodiversidad y Conservación en Colombia. Fundación Alejandro Escobar.
- Libro Rojo de Plantas de Colombia, Instituto de Investigación de Recursos Biológicos Alexander von Humbolt.