Por: Fray Andrés Julián Herrera Porras, O.P./ Se ha puesto de moda la categoría “perdón social”, se trata de una idea del candidato Petro, una propuesta que deja más incertidumbre que precisiones pues frente a ella hay varios elementos que deben tenerse en cuenta; no se trata de una idea clara y bien planteada aún, de hecho, han surgido muchas críticas con toda la razón pues a personajes como Iván Moreno no se les puede conceder el perdón y olvido que se podría interpretar de algunas declaraciones.
El discurso del perdón no es nuevo en la esfera pública nacional. Debo decir que estoy de acuerdo con la necesidad de qué se llegue por fin a una reconciliación real en medio de la sociedad colombiana, nos urge perdonarnos si queremos llegar a una paz verdadera. Sin embargo, no se trata simplemente de borrar de la memoria todo lo acontecido, se trata de sentarnos y ver cómo logramos construir en medio de las diferencias y poniendo como base común la memoria de todo lo acontecido para así poder reparar a quienes se deba reparar y lograr una verdadera justicia social.
Precisamente Jueves, Viernes y Sábado Santo dentro del catolicismo celebramos la pasión muerte y resurrección de Jesús, acontecimiento fundante del cristianismo y mayor muestra de amor y perdón para los cristianos. En nuestra fe en Jesús (entiéndase la fe de los que creemos, respetando a quienes no) la que nos permite acceder al perdón gratuito del Padre, dejando claro que, a pesar de su gratuidad, implica un proceso de conversión, un cambio en la vida del pecador que es perdonado y que en adelante debe buscar hacer realidad esa consigna de amar a los demás. No se trata de un perdón simplista, sino de un perdón que compromete al perdonado a cambiar en procura de la búsqueda del bien común.
Con todo esto, es necesario lograr de qué los pecadores tengan perdón, que los delincuentes puedan ser perdonados por la sociedad. Claro que se puede perdonar a Iván moreno y a otros, pero ese perdón no puede llevarnos a olvidar su responsabilidad. Cuando se sana a un enfermo no podemos llevarlo a donde se mantiene la enfermedad, si se quiere perdonar a uno de los Iván, que se perdonen, pero que terminen de cumplir su condena y una vez cumplida esta se alejen de la vida política en cuánto a ser elegidos o realizar contratos con el Estado, que dediquen el resto de su vida a reparar todos los daños cometidos contra la sociedad a partir de prestar servicios comunitarios, buscando de cumplir con la consigna de amar a los demás.
Sé que muchos dirán que no son creyentes y por ende no les cobija esa consigna del Nazarena muerto en la cruz. A pesar de ello, soy un convencido de la fuerza de dicha consigna y de la posibilidad humanizadora de ella para nuestras relaciones más allá de la creencia misma, mi intención con esta columna no es más que generar una reflexión, no se trata de un proselitismo religioso, por el contrario, se trata de encontrar mínimos que podamos cumplir creyentes y no creyentes para lograr un verdadero perdón social que no implique la impunidad.
En últimas, la idea del candidato no es mala, sólo le falta un buen desarrollo, además es necesario aplaudir que al menos este candidato pone en público sus propuestas, aunque queden dudas sobre cómo realizarlas situación que aún está por verse en muchos de sus contendientes. No estoy diciendo que Petro sea el mejor candidato, sólo que al menos hace públicas sus propuestas, lo cual permite debatirlas.
Quiero dejar claro al final de este escrito que la reconciliación es un deber de todos y todas en este país, que para ello necesitamos la verdad y el compromiso de aquellos que han cometido diferentes delitos de purgar sus penas y comprometerse con la reparación de aquellos que han sido afectados con lo acontecido, se trata de hacer un alto en el camino y buscar entre todos la construcción de un nuevo país basado en el respeto de unos por otros y en la búsqueda de un espacio donde podamos cohabitar más allá de las diferencias.
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*Abogado. Estudiante de la licenciatura en Filosofía y Letras. Miembro activo del grupo de investigación Raimundo de Peñafort. Afiliado de la Sociedad Internacional Tomás de Aquino.
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