Por: Ronald Picón Sarmiento/ “El periodismo es un contrapoder”, esta frase que se acuñó hace más de una década, implica que la prensa y los diferentes medios de comunicación están encargados de controlar el poder, ejercer veeduría a los poderes, contrarrestar los desmanes de la sociedad y velar los intereses sociales y el sector público.
Sin embargo, como bien lo acotara en entrevista en La FM el titan del periodismo colombiano, Juan Gossaín, los medios de comunicación en nuestro país se han vuelto un ‘super poder’, coloquialmente este gigante llama al periodismo el vigilante del manicomio, pero que infortunadamente en nuestro terruño “se enloqueció el loquero” y se desenfrenó la sociedad cuando el periodismo tomó partido o bando político.
Y es que este juglar acertadamente aduce que todo empeoró en este país cuando se polarizó el ‘santismo’ y el ‘uribismo’, obligando a los sectores a tomar posición, y con ello a los mismos medios de comunicación que en lugar de comunicar o enseñar con veracidad la verdad, tomaron partido terminando de descontrolar todo este caos social, político e institucional que nos embarga a los colombianos.
Este panorama que denuncia de forma acertada esta autoridad comunicacional surgió con ocasión del desacertado conflicto al aire que se dio entre Hassam Nassar y Vicky Dávila, tristes protagonistas de una rencilla en pleno desarrollo de una entrevista que suscitó los peores descalificativos posibles, al punto que el multicitado Gossaín reconoció por este episodio sentirse avergonzado de ser periodista, reclamando, mientras se rasgaba las vestiduras, el respeto del entrevistador al entrevistado.
Otro sentido reclamo es la imparcialidad del medio de comunicación, la independencia, la veracidad entre otros como principios universales que son inamovibles y que escasean por estos tiempos en esta labor noble de comunicar.
En Santander no somos ajenos a esta polarizacion, desde que apareció en escena publica el ingeniero Rodolfo Hernández esta ciudad se dividió y desafortunadamente algunos de los medios de comunicación locales tomaron partidos en contra y a favor de Rodolfo y lo que él llamara la clase política, pocos medios como “Corrillos” entre otros que se mantuvieron al margen o incólumes en esta pandemia de intereses que permearon a los informadores.
Se requiere con urgencia de instrumentos de comunicación neutrales e independientes que se limiten a informar con veracidad los acontecimientos que a diario ocurren en nuestros límites y fuera de ellos; no se soporta más que los pasquines locales y los micrófonos regionales sigan ejerciendo el poder de forma descontrolada, convirtiéndose en los verdugos solo de aquellos que ostentan el poder y no son de sus afectos o simplemente no les entregan la contratación de todos sus temas publicitarios.
En Bucaramanga pululan las supuestas investigaciones profundas que ejecutan algunos medios de comunicación, quienes se notan afanados y urgidos por destapar las ollas de corrupción y eso está bien y es de aplaudir, lo que asquea es que tal despliegue solo lo ejercen sobre un particular grupo político mientras cubren, protegen y hasta defienden otra casa política, quizá igual o peor, que esta mas enmermelada o hundida en la corrupcion que la otra.
El esfuerzo combativo de corrupción debe ser necesariamente leal, integral y neutral, no como un instrumento de dominación y extorsión como parece se viene ejerciendo por algunos medios no independientes que hacen vida en nuestra región.
Sumado a lo señalado en antelación debemos sentir escozor solo de ver como actualmente muchos de los medios de comunicación en tiempo real y sin verificación alguna se limitan a repetir cual loritos de patio los trinos de las redes sociales, sin previamente hacer las mínimas investigaciones que permitan certificar la veracidad de la información, generando chismes en lugar de noticias.
Es tiempo de reflexionar, regresar a los principios éticos de la labor de informar, dejar de tomar partido y actuar sin bozal para que la ejecución de esta ardua tarea sea integra, sincera, desinteresada y con ello ejercer este servicio público informativo sin apegos ni intereses de ningún tipo, de forma independiente, es hora que realmente la prensa sea el contrapoder que controla, informa y vigila la sociedad y la política.
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