Por: Claudia Aponte/
Parece que todo estuviera escrito, las encuestas lo dicen, la gente lo comenta, los medios de comunicación lo transmiten (a su manera), las redes están cundidas de agresiones en el juego de TCP (Todos Contra Petro) y se percibe claramente el resultado que tendrá que darse el próximo 29 de mayo, a menos que un eclipse lunar inexistente en los pronósticos de la Nasa, cambie el querer de las mayorías y este refleje otro escenario en las urnas.
Existe apasionamiento entre los seguidores por todo aquello que cada candidato manifiesta directamente en cualquier medio o a través de sus equipos de colaboradores y voluntarios, pero… Qué bueno sería que, desde todos sin excepción se reflexionara sobre, ¿qué necesita Colombia del nuevo presidente de la república 2022-2026?
Tomando como referencia las necesidades de país, lo primero es apuntarle a disfrutar de una paz estable y duradera, que debe ser anhelo de todos. Los Acuerdos de la Habana no se han llevado a bien por las partes y las decisiones políticas en los últimos 4 años marcaron un retroceso significativo que aplazó las metas trazadas, al punto que las bandas delincuenciales que existían se potenciaron y nacieron nuevas bandas en torno a los mismos temas como el narcotráfico y acabar con la vida de los líderes y lideresas sociales, en las regiones de mayor ausencia del Estado y en las cuales aparecen involucrados actores estatales y también muchos migrantes venezolanos, claves en la generación de los altos niveles de inseguridad en las ciudades.
Recuperar la confianza y respeto por las instituciones dado que, hemos llegado al punto de observar una división entre un Estado con todas sus instituciones al servicio de un pequeño círculo y un resto de la población abandonada en el cubrimiento de sus necesidades básicas insatisfechas. No es mentira, lo demuestran las cifras de Fedesarrollo y el Dane, Colombia ha crecido en miseria por encima de la mayoría de los países de América Latina y el Caribe (que también han vivido la pandemia, lo cual no puede ser excusa): más de 7 millones de colombianos en pobreza extrema y 21 millones de colombianos en pobreza; datos que deben dejar sin palabras a cualquier colombiano que piense en el futuro del país y con el corazón.
Otro aspecto es considerar prioritaria la inclusión de los jóvenes y las mujeres, en pro de llevar al mejor estadio la calidad de vida de cada uno y de sus familias, para que sean un apoyo en el desarrollo integral de las siguientes generaciones, entendido como los niños, niñas y adolescentes de sus familias, y concebido a partir de las oportunidades en educación, salud, cultura, recreación, deporte, empleo y emprendimientos, de forma ampliada y no para unos pocos. Así como, para que hagan parte en la protección de sus padres, abuelas y abuelos mayores.
Un esfuerzo por construir un país con los cambios necesarios, siendo un deber del próximo presidente, que quien más tenga debe ser quien más aporte en impuestos, pensiones, subsidios, etc. y para ello, es clave una reforma tributaria que sea útil para las mayorías y que no “golpee” aún más a la clase media, que está cada vez con más tendencia a desaparecer; eso sí, garantizando bienestar para las poblaciones olvidadas históricamente por el Estado, como las personas de tercera edad sin pensiones para subsistir, las víctimas del conflicto armado, la población LGBTI+ y la población en condición de discapacidad, entre otras.
Rigurosidad con el manejo del erario público y el respeto por las normas que regulan la contratación y evitan la corrupción, serán fundamentales desde el presidente de la república. El respeto por la independencia de todos los actores empezando por las Altas Cortes, el Congreso y los gobernantes regionales y locales, así como, por la red de vigilancia y control del Estado.
Realmente, se requiere que trabaje por una Colombia que proteja sus recursos naturales renovables y no renovables, así como, la protección de páramos, selvas, flora y fauna, sin olvidar el fortalecimiento de la infraestructura, la ciencia, la innovación y la tecnología para el desarrollo desde la triada universidad, Estado y sector productivo. Un plan vial y de turismo, porque por las vías y medios de transporte, es posible que lleguen las soluciones a las necesidades de los colombianos en todos los municipios y se aproveche el gran paisaje multivariado de especies, para propios y extraños.
Es fundamental que piense en el mejor uso de las riquezas y la responsabilidad con el cambio climático, frente a las fuentes energéticas existentes y las alternativas posibles, así como, en los demás renglones de la economía. Una reforma agraria que garantice a los campesinos de Colombia el apoyo técnico (capacitación, soporte, tecnología, capital semilla, etc.) y la real comercialización de sus productos desde el Estado, pretendiendo que continúen en su tierra productiva y paralelo a ello, adelantar la renegociación de los Tratados de Libre Comercio que permitan aprovechar los cultivos propios y a un mejor precio para consumo de los colombianos y las colombianas.
Garantizar un sistema de salud integral de calidad y eficiente, con enfoque en la promoción de la salud y la prevención de las enfermedades. Es necesario el crecimiento en la infraestructura de servicios públicos domiciliarios en acueducto, alcantarillado, aseo, energía, gas e internet, que influyen de manera importante en la calidad de vida de las familias y que los exponen a más afectaciones por la falta de vivienda digna, de acceso a la información y de agua potable para todos.
Otra oportunidad no existe hasta en 4 años, es mejor pensar como país en una primera y única vuelta. Las pasiones sin lectura de las propuestas ni de lo que se vive por muchas familias colombianas, no puede enceguecernos, pues el próximo presidente de Colombia debe ser un hombre: estadista, inteligente, preparado para gobernar, de carácter –no peleón[1]-; que conozca desde la Guajira hasta el Amazonas y desde Cúcuta hasta Buenaventura; que sepa comunicarse protocolariamente para el buen manejo de las relaciones nacionales e internacionales; que haga posible llegar a conciliar o llegar a acuerdos con los diferentes grupos de la sociedad. Ese es el presidente que necesitamos.
Nota: El cambio por la vida de todas las colombianas y todos los colombianos es necesario y sólo Gustavo Petro lo representa y lo sustenta claramente en cualquier escenario. Invito a adultos jóvenes y adultos mayores, a que no permitamos que el odio y el miedo vayan a superar las ganas que como país tenemos de salir adelante, de una forma distinta y por ende con mejores resultados. Invita a toda tu familia, amigos y amigas, vecinos y vecinas, contactos, por cualquier medio conversando con los indecisos con respeto y amor, para que el próximo domingo 29 de mayo, elijamos de una a nuestro presidente y no derrochemos aproximadamente 500.000 millones de pesos en una segunda vuelta.
¡Hagamos el cambio en primera! ¡Convence uno más por Petro! (Si me leíste bien, la primera letra en cada bloque forma: Petro Urrego).
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*Ingeniera de Sistemas de la UIS, Especialista en Gerencia Pública de la UIS y Magíster (c) Gobierno y Políticas Públicas de la Universidad Externado de Colombia y en curso Doctorado en Políticas Públicas.
Twitter: @CLAUDIAAPONTE1
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Facebook: Claudia Aponte
(Esta es una columna de opinión personal y solo encierra el pensamiento del autor).
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[1] Según la RAE: peleón, a: adj./ s. Que pelea o discute con facilidad es un niño difícil y peleón.