Por: Andrea Guerrero/ Imagínense saberlo todo… siendo que tal cosa no es posible, imagínense creer saberlo todo. Recordemos que “todo hombre, por naturaleza, desea saber” (Aristóteles), pero parece que hoy existe un conformismo con tener certezas y se ha dejado de lado la voluntad de preguntar, dudar o pensar para definir lo que se sabe. No hay lugar más cómodo que la certeza, somos expertos en buscar confirmación de nuestros pensamientos. Quizá es precisamente eso lo que nos detiene de perseguir un criterio mejor.
Ahora bien, también podemos hacer referencia a aquel que viendo todos los argumentos y habiendo considerado la situación se rehúsa a tomar una decisión; aunque sea difícil llegar a este escenario, – debido a que es complicado sopesar un tema y llegar a las últimas instancias- puede llegar a darse. Inclusive considero que cada uno habrá experimentado esa sensación de saber que quizá está en lo correcto, pero no tiene el interés de adquirir una posición, todo con tal de facilitarse las cosas.
Sin embargo, esta segunda actitud me parece un poco más comprensible que la primera, puesto que comprometerse con una postura implica una serie de obstáculos que fácilmente pueden desanimar a cualquiera. Aun así, adoptando una postura y defendiéndola con actitudes mentales tales como la humildad intelectual será más fácil enfrentar los momentos de incertidumbre, es decir, el hecho de tener ciertos rasgos intelectuales puede permitir que perseveremos en nuestra postura o también, en caso de que estemos equivocados, de que reconozcamos el error.
En lo personal, a veces prefiero a las personas que preguntan y tienen mil dudas, inquietudes reales que no dejan dormir, en cambio, manifiesto cierta desconfianza hacia aquellas que solo tienen certezas, y que las han conseguido por medio la forma más cómoda posible. Esto no significa que no pueda llegar a admirar a alguien que ha construido con paciencia un bagaje y un pensamiento propio, por lo contrario, yo misma aspiro a formar un pensamiento propio basado en buenas actitudes.
Finalmente, considero que en la actualidad ser osado ha cambiado de significado. No es osado quien se atreva a decir lo que piensa, sino quien piensa lo que dice. Resulta casi que un reto enfrentarse a sus propios pensamientos y someterse a un proceso largo – y hasta tedioso- de reflexión. Sin embargo, a veces resulta imprescindible hacerlo, después de todo hay una frase que reza: “Sólo los idiotas no cambian de opinión”.
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*Estudiante
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