Por: Manuel Fernando Silva Tarazona/ Como bien sabemos estamos a puertas de la temporada de elecciones y aunque parezca algo difícil de creer, esto de la política y las elecciones terminan siendo lo mismo que un reality de televisión, la farándula y el cómo te desenvuelves durante el mismo, termina siendo determinante para el poder llegar al tan deseado puesto.
La política en Colombia aún sigue siendo demasiado tradicional y populista, no ha evolucionado de la mejor manera como creeríamos, seguiremos viendo perfiles de candidatos con sus visitas a sacerdotes para iniciar “de la mano de Dios esta candidatura” pero la realidad es que, para poder encajar con el perfil popular del “político religioso”, dado que este perfil en un país tan tradicional como Colombia genera una mayor aprobación en la población adulta y de tercera edad, incluso veremos partidos políticos que en su desesperación de ganar curules, avalan sacerdotes, deportistas retirados, o personajes de la farándula colombiana simplemente para poder obtener beneficios de su imagen.
En este jueguito electoral, se juega y manipula con los sentimientos y pasiones de los posibles votantes, los asesores de campaña piensan en absolutamente todo, poseen estudios de los porcentajes de aprobación dependiendo la región donde esa campaña se desarrollará, por ejemplo: Santander.
En Santander se posee un alto nivel de aprobación al candidato “berraco, parado y frentero”, es por eso que alguien como Serpa poseyó por tanto tiempo un alto nivel de aprobación, era con lo que los santandereanos se podían identificar.
Otro ejemplo podría ser el candidato “fresh”, este que posee un gran carisma y sale a los carnavales junto a la gente, haciéndolo ver amigable y del pueblo, pero la realidad es que, al pasar las elecciones no los volverán a determinar.
Candidatos que vienen de abajo, el típico que es profesor de universidad pública o el que inició vendiendo limonada y así acumuló una “fortuna”, haciendo así conexiones con los votantes para generar mayor aprobación.
Y por último, un ejemplo con nombres propios. Álvaro Uribe llegó a la presidencia con un discurso violento y frentero, aprovechando la desastrosa situación que vivía el país por las guerras contra la guerrilla, entonces este individuo nos vendió una imagen de un ser salvador, jugando así con la desesperanza de miles de colombianos que creían que era efectivo por sus resultados, los cuales terminaron siendo falsos positivos.
Por su lado también Gustavo Petro en Bogotá se vendió como el candidato nuevo, intelectual, progresista, con propuestas viables, del pueblo y para el pueblo, dado que los capitalinos deseaban algo nuevo y fresco, pero como vimos fue de las peores alcaldías que se pudo ver en años, con complicaciones e incluso sin logro alguno.
Lo que tenemos que entender como votantes, es que todo lo que hacen estos candidatos en estas épocas, es por algo en específico, no solo por ellos, porque -créanme- los candidatos son solo marionetas, dado que a ellos los va manejar bien sea, el partido político, el financiador de campaña, su padre político o en la mayoría de las situaciones, de todos los anteriores.
Lo que a veces se torna complicado, son los intereses divididos y es por eso que podemos ver como entre copartidarios se contradicen o en el peor de los casos el mismo candidato se va contradiciendo a lo largo de su campaña o cuando ya está en el poder, incluso llegando a un nivel de desesperación de unirse con maquinarias que criticaban, o haciendo alianzas con líderes donde se evidencia una total contradicción en ambos discursos, ¿pero, que le podemos hacer?, la política es cambiante, ¿no?, y así mismo nos meten gato por liebre, llegando a niveles inimaginables de cinismo.
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*Estudiante
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