Por: Jesús Heraldo Rueda Suárez/ Si una persona es deshonesta, mentirosa, distorsionará la verdad para ajustarla a su narrativa, comportamiento típico de personas insatisfechas con la vida que tienen, o con algún aspecto de sus vidas, la maldad y la mentira son los artesanos de una vida miserable, la mentira se volvió habitual en nuestra sociedad, en el trato diario, en los negocios, en las reuniones de trabajo, asambleas de socios, de conjuntos residenciales, en la política, en el deporte, en los tribunales de jueces corruptos, se ha convertido en algo aceptado, los tratos deshonestos y las mentiras se consideran la norma en casi todas las facetas de la vida, desde los anuncios engañosos, los medios de comunicación, políticos que hacen promesas sabiendo que no pueden cumplirlas.
Incluso el personajillo anodino e invisible cuya abyección y lagartería con los “superiores” la mentira y la deshonestidad le sirven para hacer “carrera”, es dado a verbalizar su inmodestia, su proceder corrupto y mentiroso con el ciudadano de a pie que le objeta o le impide cualquier tipo de acto incorrecto, escupiéndole públicamente y con el alarido, ya célebre “¡usted no sabe quién soy yo!” ¡“no sea envidioso (a)”!
Las personajillas mentirosas que, en su unidad o conjunto residencial, o en su lugar de trabajo opacan, agreden, manipulan para tomar decisiones unilaterales, son las que hacen uso indebido de recursos comunes, se aprovechan de áreas o bienes comunes, actúan de forma injusta y sesgada con determinados vecinos en la aplicación de normas, atacan a su vecino, con gritos, e insultos, y con mentiras y artimañas, sacan provecho para privilegiar de beneficios que deberían ser para la comunidad, como LA URAlica, lengua que constituye una familia genética bien establecida y no relacionada con ninguna otra lengua podríamos decir que esa es la lengua de los mentirosos son una familia genética.
Esos “elegidos”, que se creen únicos, necesarios, “iluminados”, tocados por las manos de todos los dioses, pierden la conciencia de su propia insignificancia existencial. Les ocurre lo del cuento “El traje nuevo del emperador”, de Hans Christian Andersen: todo el mundo ve su patética desnudez, pero ellos por insignificantes no lo saben.
El mentir, el descalificar, el calumniar, es propio de quienes creen tener la superioridad moral para imponer sus puntos de vista y para descalificar al otro, el debate, el dialogo de razones no les gusta a los “que se creen superiores”, y no lo hacen porque su actuar es coherente con su vida, llevan una vida rodeada de mentiras, corrupción y abuso del poder, por eso el diálogo, el debate lo cambian por el ataque y la victimización, esa opción se les hace inaceptable, porque hay una total incapacidad de reconocer que todos somos igualmente dignos e imperfectos y que nos necesitamos todos para alcanzar mejores decisiones colectivas.
Les relatare la historia de un gran personaje en la Francia del siglo XVII François de La Mothe Le Vayer, fue, a no dudarlo, un intelectual sobresaliente. Su trascendencia está asociada no solo a su evidente talento sino a su manera de actuar. François fue un tipo realmente directo y preciso en sus opiniones, siendo un hombre público, por esa franqueza y opinar diferente tuvo múltiples interpretaciones, sufriendo ataques concebidos con mala fe, pero que no alcanzaron a oscurecer su brillo. De él se ha dicho que fue “un filósofo difícil de captar y, por tanto, fácil de encerrar en clichés y petrificar en malentendidos” se le endilgó ser “el Plutarco Francés”, se ganó, muchos insultos y fue víctima de asombrosos malentendidos. También la franqueza tiene un precio.
“La Mothe Le Vayer pensaba de la misma manera en que crece una planta tropical, fue un prodigio, admirado por Richelieu para quien escribió muchos textos por encargo, ya contra las aspiraciones imperialistas españolas
Nunca le cayó bien a Voltaire, es obvio recordemos que Voltaire decía: “la Calumnia, es sencilla y verosímil”, es obvio las aves del mismo plumaje vuelan juntas, los chulos siempre volaran con los chulos, Voltaire utilizó el nombre de Le Vayer para firmar opiniones que nada tenían que ver con su pensamiento, esa era una manera de desprestigiarlo con premeditación, como quien miente descaradamente, sin ningún pudor en una reunión para opacar a su opositor.
Ante estos comportamientos de personajillos en la vida es importante tener en cuenta que a lo largo de la vida encontraremos este tipo de personas unas como “La Mothe Le Vayer (Franco, Directo, preocupado por el bien común) y otras como Voltaire, (mentiroso, sembrador de odio y división, incluso misógino).
No nos dejemos contaminar de las mentiras y de esos personajes siniestros que van mintiendo para sacar provecho personal, aprendamos a distinguir lo útil de los valioso, de hecho, lo útil es más caro que lo valioso, un sacacorchos es útil, pero un abrazo es valioso, lo valioso rara vez cuesta dinero, recordemos que el dinero es útil pero no valioso.
Lo triste es que se valora más lo útil, que lo valioso, los mejores momentos de la vida no cuestan dinero, de seguro los momentos que pasan por la cabeza de la gente, justo antes de abandonar este mundo; nunca les costaron dinero, nunca hay alguien que este muriendo y esté pensando en el abrigo que compró.
Obvio que lo útil es necesario, es utilitario, pero no nos va ser felices, por ello alejémonos de esas personas que no son valiosas, que son como los carros de basura: los carros de basura van llenos de basura, su función es recoger basura para luego buscar donde botarla, esas personas son como esos carros están llenas de basura, son personas mentirosas, ruidosas, agresivas, manipuladoras, abusivas y están buscando donde depositar la basura que llevan dentro, no permitas ser su cesto de la basura.
Debemos trabajar en valorarnos, esto nos ayudará a rechazar peticiones abusivas que no nos aportan ningún bien, es preciso tener las ideas claras sobre qué es lo que nos hace sentir bien y qué es lo que no, tenemos el derecho de sentirnos respetados y de hacernos respetar, debemos impedir que nadie nos robe la capacidad de sentir lo que valemos y el reconocimiento que merecemos, perdona a quien te hizo daño, pero jamás olvides su nombre.
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*Profesional en Mercadeo
Twitter: @heraldoru
Cómo seres humanos tenemos el derecho de ser respetados y valorados por los demás independientemente de su estatus o ideología porque todos valemos para Dios de la manera sma forma.
Gracias excelente columna