Ha sido señalada por los sectores más conservadores, que sostienen que usa un lenguaje profano y obsceno, y que además representa a trabajadoras sexuales en clubes nocturnos, muchas bajo explotación.
Con las cintas ‘Amira’ y ‘Farha’, el cine jordano se enfrentó a críticas palestinas e israelíes. Pero con ‘Al Hara’ la polémica le ha tocado en casa por mostrar sin tapujos la marginalidad de la capital Amman, para disgusto de los políticos más conservadores.
Para unos, es un caso de éxito que refleja, desde el arte, una de las caras olvidadas de la sociedad jordana; para otros, una representación pobre y vulgar que hay que repudiar. Así divide ‘Al Hara’ –conocida también como ‘The Alleys’ (‘Los callejones’)–, un filme que lleva cuatro semanas siendo líder en Netflix Jordania.
Esta cinta marca el debut como director de Bassel Ghandour, guionista y productor de ‘Theeb’ (nominada al Óscar en 2016 como mejor película de lengua extranjera) y retrata la historia de un joven estafador en un barrio de bajos recursos en el este de Amman, que se ve envuelto en la violencia de las pandillas cuando su madre recurre a ellas para separarlo de su novia.
La obra fue estrenada en 2021, recogió aplausos en diversos festivales europeos –como el de Rotterdam y el BFI Cinema de Londres– y recibió premios en el Festival de Cine Árabe de Malmö (Suecia), el de Annonay en Francia o el Cairo Film Connection de Egipto. Pero en los cines de su país, Jordania, fue proyectada con restricciones y la versión completa, sin censuras, se ha conocido ahora a raíz de su estreno en Netflix.
Desde entonces, ‘Al Hara’ ha sido señalada por los sectores más conservadores, que sostienen que usa un lenguaje profano y obsceno, y que además representa a trabajadoras sexuales en clubes nocturnos, muchas bajo explotación.
Y la controversia no queda aquí, pues ha alcanzado incluso la arena política, con ataques de parlamentarios como el conservador Muhammad Abu Sailik, que ha pedido investigar a la Real Comisión de Cine jordano (RFC) por apoyar una película que «distorsiona la imagen pública de la sociedad»; o Suleiman Abu Yahya, que ha solicitado revocar la ciudadanía de uno de los protagonistas, el actor Munther Rayahneh.
Ghandour defendió que su película muestra escenas invisibilizadas de los sectores marginados de Jordania y que se sustenta en una amplia investigación de cinco años, liderada por su productor asociado Mahmoud Abu Farha, quien vive en el barrio de Jabal al-Natheef, donde se rodó la cinta.
Además, según recoge el medio ‘Middle East Eye’, la actriz palestina Maisa Abd Elhadi indicó que el elenco mantuvo encuentros con trabajadoras de los clubes nocturnos y personas involucradas en redes criminales de Amman para enriquecer sus interpretaciones, revelándose ante ellos un «mundo lleno de injusticia».