Como una venganza “justa” describió el Ejército ucraniano el ataque contra un depósito de petróleo dentro del territorio ruso, el último de una serie de ofensivas transfronterizas en aumento.
Las tropas de la nación invadida por Moscú desde hace cerca de dos años se adjudicaron la embestida con aeronaves no tripuladas que este 19 de enero impactaron en la instalación de combustible de la ciudad Klintsy, en la región de Bryansk, occidente de Rusia.
Cuatro depósitos de petróleo con una capacidad total de 6.000 metros cúbicos prendieron en llamas. Aunque uno de los drones fue bloqueado electrónicamente, su carga explosiva cayó sobre la instalación. Otro fue derribado en el lugar, según reconoció el gobernador regional Alexander Bogomaz.
«El Ministerio de Defensa derribó un avión no tripulado por medios radioelectrónicos. Cuando el objetivo aéreo fue destruido, sus municiones fueron arrojadas en el territorio del depósito petrolero de Klintsy», indicó Bogomaz.
No se registraron víctimas ni heridos, puntualizó Begomaz, pero 13 camiones de bomberos fueron desplegados para combatir el incendio.
Imágenes divulgadas por las autoridades locales mostraron una enorme bola de fuego atravesando los tanques de almacenamiento del crudo, mientras una nube de humo negro se elevaba sobre la ciudad de unos 60.000 habitantes.
Las fuerzas de Kiev no solo apuntaron contra la instalación de petróleo sino a otras zonas de la región fronteriza. Dos de las aeronaves no tripuladas fueron interceptadas por las tropas de Moscú, indicó el gobernador regional.
El Ejército ucraniano recalcó que el ataque de este viernes es parte de una retaliación por las incesantes embestidas de las fuerzas invasoras que durante meses han azotado la infraestructura de su país.
Belgorod canceló este viernes sus tradicionales festividades ortodoxas de la Epifanía debido a la amenaza de ataques con aviones no tripulados ucranianos.
Durante meses, Kiev ha denunciado que los ataques del Ejército de Vladimir Putin no apuntan exclusivamente a objetivos militares, sino a la población civil. Muchas de las embestidas se han dirigido a la infraestructura de energía eléctrica, causando apagones y mayores daños en la devastada nación.
Pero esa táctica también ha sido utilizada por las tropas de ambos países para interrumpir las líneas de suministro y logística de su oponente, mientras intentan obtener alguna ventaja en la guerra que parece estancada y sin señales de terminar a corto plazo.
Rusia intenta avanzar en Járkiv
Las tropas rusas intentan avanzar en la ciudad de Járkiv, en el noreste ucraniano, donde este viernes uno de sus bombardeos mató a una mujer de 57 años.
Además, un hombre perdió la vida al pisar una mina terrestre, informó la oficina de la Presidencia de Ucrania.
«En el sector de Kupiansk las unidades del grupo Zapad (Occidente) continuaron mejorando sus posiciones en algunos tramos del frente», indicó este 19 de enero el Ministerio de Defensa ruso.
Kiev, por su parte, intentó contraatacar en otras localidades de Rusia, pero sin éxito, según señalaron las autoridades de ese país. Sus fuerzas dispararon una serie de drones hacia un molino de pólvora en Tambov, una localidad a unos 600 kilómetros al sur de Moscú. Sin embargo, no causó daños, afirmó el gobernador local.
Otro asalto con una aeronave no tripulada de Ucrania se registró el jueves a las afueras de San Petersburgo, la segunda ciudad principal de Rusia, pero el aparato fue derribado, sostuvo el Ministerio de Defensa local.
No obstante, los restos del dron cayeron en las instalaciones de la terminal petrolera de San Petersburgo, en el extremo sur de la ciudad, según Vladimir Rogov, responsable de la coordinación de las regiones de Ucrania anexadas por Moscú.
Ucrania se encuentra en “defensa activa”
Las batallas en la gran región del Donbass, donde Rusia concentró su invasión en la primera parte de la guerra, se encuentran estancadas, sin grandes avances por ninguna de las dos partes.
Allí, más que acciones de ataque, el Ejército ucraniano intenta resistir y se enfoca en una “defensa activa”, apuntó el coronel general Oleksandr Syrskyi, una figura clave en la respuesta de Kiev a la invasión a gran escala de Rusia.
Es una posición menos agresiva que contrasta con el optimismo inicial de Kiev ante su esperada contraofensiva, el pasado verano. Pero los avances ucranianos se limitaron a pocos kilómetros ante la resistencia de los invasores que, además, contraatacaron desde otros lugares.
«Nuestros objetivos permanecen sin cambios: mantener nuestras posiciones (…) Agotar al enemigo, infligiéndole el máximo de pérdidas», indicó Syrskyi, el comandante número dos de Ucrania.
Vestido con uniforme de combate y hablando con cautela en un lugar no revelado en la región oriental de Járkiv, el alto mando militar señaló a Reuters cómo Rusia buscaba tomar la iniciativa a medida que la invasión se acerca a su segundo aniversario.
Señaló que el Ejército ruso presionó en múltiples direcciones a lo largo del frente oriental, con el objetivo de arrebatar el control total de la región industrial del Donbass, a pesar de las grandes pérdidas de hombres y suministros.
Ahora, en el invierno, los compromisos de ambas partes son a menor escala para conservar municiones y hombres, añadió, sugiriendo que Moscú también ha aprendido a reaccionar y frenar las pérdidas.
«Las ofensivas a nivel de batallón son una gran rareza», sostuvo Syrskyi, quien agregó que un mayor uso de drones ha obligado a cambiar de táctica.
Kiev también intenta reservar armas y capacidades militares en momentos en que la guerra se prolonga y el entusiasmo de ayuda por parte de los aliados occidentales disminuye, especialmente ante el bloqueo en el Congreso de EE. UU. a nuevos fondos para este conflicto. Un respaldo que los republicanos condicionan a mayores medidas antimigratorias en la frontera entre su país y México.
Aún faltan varios meses de invierno y las gélidas temperaturas pueden favorecer el desplazamiento de los tanques rusos, cuyos hombres desde hace semanas intentan ganar posiciones tácticas.