Por: Luis Carlos Heredia Ordoñez/ La temporada de calor no solamente ha generado una serie de afectaciones ambientales graves en los ecosistemas de Santander. También ha generado todo un debate, asociado con la implementación de estrategias de adaptación del cambio climático y los efectos que han tenido estas en la prevención de desastres ecológicos.
Así mismo, las situaciones presentadas en las últimas semanas, han sido las consecuencias de las afectaciones ambientales en el marco del fenómeno del niño que ha evidenciado los efectos negativos del cambio climático en el trópico colombiano.
En medio de la belleza natural y la riqueza ecológica que caracteriza a Santander, la trágica realidad de los incendios forestales en enero de 2024 ha despertado la atención y la preocupación de la comunidad local y nacional
Estos eventos lamentables no solo amenazan la biodiversidad única de la región, sino que también ponen en peligro vidas humanas y afectan irreversiblemente el paisaje y el capital natural de las empresas santandereanas.
Los incendios forestales no son fenómenos nuevos, pero su frecuencia y magnitud están alcanzando niveles alarmantes en diversas partes del mundo. En el caso de Santander, es imperativo reflexionar sobre las posibles causas subyacentes y, lo que es más crucial, implementar estrategias efectivas para prevenir y mitigar estos desastres.
La gestión sostenible del medio ambiente es una tarea compartida entre la sociedad, las autoridades y la industria. Es vital reconocer la importancia de políticas ambientales robustas que promuevan la conservación y regulen las actividades humanas que podrían desencadenar incendios.
La educación ambiental también juega un papel fundamental en sensibilizar a la población sobre prácticas responsables y la preservación de los ecosistemas locales.
Además, es crucial fortalecer las capacidades de los equipos de respuesta a emergencias y dotarlos de recursos adecuados. La cooperación entre gobiernos, organizaciones no gubernamentales y la comunidad es esencial para enfrentar estos desafíos de manera efectiva.
Los esfuerzos preventivos, como cortafuegos, protocolos de monitoreo y patrullas regulares, son inversiones a largo plazo que pueden marcar la diferencia.
En última instancia, los incendios en Santander deberían ser un llamado de atención para la acción colectiva.
La protección de nuestro entorno natural no solo es responsabilidad de los líderes políticos, sino de cada ciudadano. El cambio climático agrava la situación, y la urgencia de adoptar medidas sostenibles no puede subestimarse.
Santander tiene la oportunidad de convertirse en un ejemplo de resiliencia y cuidado ambiental. A través de la colaboración y el compromiso, podemos revertir la devastación actual y construir un futuro donde la coexistencia entre la humanidad y la naturaleza sea armoniosa.
Detrás de las llamas, la realidad técnica es tan feroz como el propio fuego. Cambio climático, sequías persistentes y actividades humanas imprudentes se han aliado para desencadenar un desastre de proporciones épicas. No es solo un incendio; es el eco de nuestras acciones irresponsables resonando en cada chispa.
Se hace necesario que el compromiso ambiental de las autoridades ambientales y específicamente los ciudadanos sea cierto, y no solamente sean estos incendios el motivo para que una serie de populistas y aprovechados, terminen estafando a las personas. Que de buena manera están donando alimentos y equipos a algunas personas para la extinción de los incendios.
Así mismo es un llamado a la clase política, tanto en el gobierno nacional como en el local a ponerse la camisa de la responsabilidad
La gestión del riesgo que debe servir más allá de entregar mercados y de destapar derrumbes en las vías, hacer una serie de entidades responsables y con carácter científico que están enfocadas en la prevención y en la minimización los riesgos en nuestras provincias santandereanas.
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*Tecnólogo ambiental, ingeniero ambiental.
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