Por: Rubby Flechas/ Por años la historia ha sido contada por aquellos que tienen el poder de la información privilegiada, o por aquellos que han podido contar su versión por encima de las de los demás. Por lo general solo un bando cuenta la historia con su conveniente versión.
Así que es tan importante es la libertad de prensa como conocer los hechos reales, sin intereses mezquinos ni maquillaje. En especial en estos tiempos donde la post verdad es regla.
Cada vez nos interesamos menos en la veracidad de los datos, pero nos llama la atención el ruido y las emociones que nos genera un hecho. Cada vez somos presas de las fake news con mayor facilidad y descaro.
Las redes sociales poco ayudan, y ha quedado demostrado en el último escándalo, los Facebook Papers donde se pone en entredicho la capacidad de la plataforma para regular los contenidos falsos y tendenciosos que muchas veces resultan ser discursos de odio que promueven hechos violentos como los ataques al Capitolio realizados por el movimiento “Stop the Steal”.
En estas épocas de bárbaras naciones, donde tanta información transita por la red, a través de tantos canales y con tanta variedad, es casi imposible poder filtrar lo que es importante de lo que no. O lo que es verdadero de lo que es falso. Especialmente cuando una versión no necesariamente es falsa porque cuente una parte de la historia, pero no está bien porque omite información importante que el lector merece conocer para hacerse una idea y construir un criterio propio con información clara y completa.
Millones de datos y muy pocos filtros, muy pocas fuentes confiables y contados canales de información imparcial y rigurosa. Lo que es tendencia es lo ruidoso, amarillista y chillón. Lo que sobrevive es lo que genera amores u odios cuando el fin justifica los medios y la veracidad es escasa. Sobreviven los escándalos por el escándalo y los hechos pasan a un segundo plano. Queda el titular, y el contenido se olvida con el tiempo.
Esa es una de las trampas de la post verdad, y esa es la lucha que día a día dan los medios de comunicación comprometidos con la integridad y la ética periodística. Al igual que es la responsabilidad de los columnistas que plasmamos en estas líneas nuestros análisis y pensamientos.
Muchas veces las opiniones esconden discursos de odio, racismo, machismo o misoginia. Es por esto que sentar una opinión requiere tanta responsabilidad como cualquier otro acto que requiera una ética definida y clara. La libertad de prensa es esa misma libertad de la que nos hablan los filósofos de la antigüedad donde se diferencia del libertinaje.
Tener la libertad de expresarnos requiere templanza en el espíritu y humildad en el corazón para no herir o hacer daño al traspasar la esfera de lo público. La libertad no está hecha para jugar con la ignorancia del otro.
Ninguna batalla se gana sin dar la pelea, y cada década tiene sus propios desafíos. Afortunadamente, ninguna lucha es demasiado grande cuando se trabaja en equipo, con dedicación y entereza, y ningún esfuerzo es en vano cuando el objetivo es noble y sincero.
En este aniversario de Corrillos mi deseo es ganarle a la post verdad en la próxima década, y que todo su excelente trabajo profesional, enorme esfuerzo técnico, y presupuestal sea recompensado con mayores éxitos donde la libertad de prensa que se ha logrado sea respetada y reconocida.
¡Felices 10 años! Y vamos por muchos más.
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*Economista, especialista en gobierno, gestión pública, desarrollo social y calidad de vida.
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