Por: Juan Camilo Revelo/ “El secreto de toda victoria reside en la organización de lo que no es obvio”: Oswald Spengler.
Esta semana para sorpresa de un gran número de votantes, el académico Alejandro Gaviria tuvo el arrojo de lanzar públicamente su aspiración presidencial a través de un mensaje de 6 minutos, en los que deja entrever su propósito superior denominado pedagogía democrática.
Un “outsider” en política corresponde a una persona que no forma parte de los círculos tradicionales de elección popular y que no se encuentra necesariamente, en principio, representada por algún partido o tendencia establecida. Tal es el caso de personajes que en otros momentos de la historia reciente de Colombia han echado mano de su popularidad en diferentes actividades de la vida nacional, para poner a consideración de los votantes su nombre. Con estos argumentos, es frecuente encontrar ejemplos unas veces notables, y muchas otras deplorables.
En el caso de Alejandro Gaviria, se trata de un hombre que se retira de la rectoría de la Universidad de Los Andes, donde asegura que los problemas se abordan pacientemente.
“La única victoria que vale la pena es la que se hace sin palabras violentas”, afirma.
Habla Gaviria respecto a unificar y también habla sobre recorrer los caminos de reconciliación con un liderazgo basado en cambiar los modos de pensamiento, la creación de un propósito colectivo y la promoción de una narrativa esperanzadora.
Refiere a su padre, de quien afirma haber tomado el ejemplo de no aceptar las injusticias.
Gaviria humaniza su mensaje incluyendo en su estrategia parte de su vida personal nombrando también a su mamá, de quien cuenta haber visitado hace poco en Santa Marta luego de año y medio sin poderlo hacer. Cuenta además que en ese viaje Pablo, un auxiliar de vuelo, le entregó una servilleta donde le escribía en reconocimiento a la dificultad que debe encerrar el hecho de plantearse la idea de gobernar a Colombia.
Puede que para muchos políticos exista ya un discurso preestablecido que funciona. Pero dependerá siempre de la clase de político que quiera proyectar ser, el aprender a reflexionar sobre las diferentes alternativas discursivas en función del grado de recordación al que le quiera apostar.
Académicamente son altamente considerados aquellos que como Barack Obama son conscientes de la fuerza de una palabra puesta con pertinencia en la conversación social. Otros como Martin L. King, han pasado a la historia sabiendo que a veces la ciudadanía queda mucho más marcada por un “yo tengo un sueño” que por un “estas son mis propuestas”.
Hoy día las campañas electorales pasan por un sesgo emotivo que, de alguna manera y en palabras del experto Mario Riorda, logra que vayan desapareciendo tal cual como las conocemos, para convertirse en una suerte de plebiscito emocional que apela a aquello que los candidatos hacen sentir con su discurso sobre lo público.
En este sentido y por estas razones, la frase que acompaña esta columna de hoy alude al hecho de organizarse en aquellos aspectos que en este presente resultan relevantes y, justamente, en no dejar por sentados aquellos que resulten “obvios”, como por ejemplo el hecho de apelar a la violencia descalificativa como eje narrativo. Como país somos mucho más que eso.
“Colombia tiene que tener futuro”, concluye Gaviria, en un mensaje diferente que marca una notable distancia entre todo lo visto hasta ahora.
Ser académico no incluye estar repitiendo que se es profesor. Ser académico es una actitud que denota decencia, respeto y confianza con posturas claras, razonables y acordes al momento en que son ofrecidas.
¿Será esta la hora en la que Colombia gira su mirada hacia la posibilidad de que alguien por fuera de la política lidere su gobierno? ¿Será que le alcanzará a Alejandro Gaviria para recoger los votos indecisos e incluso para abrazar a quienes otrora se inclinaban con convicción por una opción como Sergio Fajardo? En menos de un año lo veremos.
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*Abogado conciliador en Cámara de Comercio de Bucaramanga. Especialista en Marketing Político & amp; estrategias de campaña (U. Externado). Experiencia 10 años en Resolución de Conflictos. Mentor en Comunicación estratégica Verbal – No Verbal e Inteligencia Emocional Empresarial.
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