Por: Juvenal Bolívar/ Este 7 de agosto culmina el Gobierno de la Paz. Un rótulo que a muchos incomoda, pero que no deja de ser verdad. Solo basta ver los balances de los últimos meses acerca del conflicto armado para darnos cuenta que atrás quedó el intenso calor bélico que consigo traían muerte y tristeza. Y, aunque los colombianos somos unos desagradecidos por naturaleza, hoy quiero decirle a Juan Manuel Santos: ¡Gracias Presidente!
El Mandato de la Paz tuvo sus grandes y difíciles momentos. Claro, eso no nos puede extrañar, a las personas nos da temor lo nuevo, por eso pasar a la paz –cuando siempre vivimos en guerra- ha sido un proceso largo y crítico, pero lo estamos logrando. Ya no nos hace mella el miedo que nos han querido meter Álvaro Uribe y la derecha extrema del país.
Resultaron sendas mentiras del ‘uribismo’ que Santos le hubiese entregado el país a la guerrilla o al castrochavismo. Con estas alarmas solo querían recobrar el poder. Y así sucedió. Desde la firma del Acuerdo ha habido 5.000 muertos menos en Colombia, pero algunos quieren volverlo trizas’.
Juan Manuel Santos logró el merecido Premio Nobel de Paz. Además, obtuvo cuatro doctorados honoris causa de universidades prestigiosas; fortaleció las relaciones con todos los países (las que su antecesor había hecho trizas); deja un sistema de justicia independiente con una Corte Suprema de Justicia, una Corte Constitucional, un Consejo de Estado, un Consejo Nacional de la Judicatura, una Fiscalía, una Contraloría, una Auditoría; la misma que el gobierno entrante quiere acabar (al estilo Venezuela).
Santos tuvo que lidiar un paro camionero que duró más de un mes, dos temporadas del fenómeno del niño, dos temporadas del fenómeno de la niña, un paro agrario larguísimo, un paro de profesores de más de un mes, una oposición ‘uribista’ irracional y mentirosa, una fuerte inmigración de venezolanos, un paro de Avianca de más de dos meses, un crecimiento del número de disidentes de la guerrilla, una oposición obstinada a atacar el Acuerdo de Paz con las Farc, las conversaciones con el Eln, la Jurisdicción Especial para la Paz (JEP), la ley de tierras y dos fatídicas herencia de Uribe: la corrupción de Reficar y el colapso de Hidroituango.
El Presidente Santos mejoró la imagen de Colombia en la Organización Internacional del Trabajo (OIT), que por culpa de sus antecesores andaba de capa caída; logró la inclusión de Colombia en la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), a la cual solo pertenecen los 35 países más desarrollados y organizados del mundo y logró que Colombia fuera aceptada en la OTAN, para la defensa del mundo.
El Presidente de la Paz logró terminar con los carteles del azúcar, los pañales y los alimentos para el ejército; fortaleció las relaciones y respeto con las cortes y con la división de poderes; unificó los regímenes subsidiado y contributivo de salud para efectos de prestación igual de servicios médicos y hospitalarios y nos deja 2.700 medicamentos farmacéuticos con control de precios (En 2010 no había ninguno).
Su gobierno apoyó sobremanera el deporte que repercutió en los mayores triunfos. Construyó o mejoró 1.112 escenarios deportivos. Más de 3.070 medallas internacionales en diferentes deportes: ciclismo, tenis, fútbol masculino y femenino, patinaje, ciclomontañismo, pesas, salto largo, tiro, clavados. Colombia, campeón suramericano de deportes 2018, por encima del Brasil. Clasificamos a dos mundiales de fútbol: 2014 y 2018.
Por encima del ‘todopoderoso Uribe’, Juan Manuel Santos logró la mejor imagen internacional de un presidente colombiano en toda la historia, en especial en Inglaterra, Francia, España, Alemania y Estados Unidos. Hoy lo invitan a dar conferencias al lado de los expresidentes Bill Clinton y Tony Blair, con honorarios de 100.000 dólares. Según la firma de conferencistas que lo contrata, Santos se ha convertido en el personaje latinoamericano más cotizado.
Aún hay más. Ahora los colombianos pueden viajar a 91 países sin visa. Estados Unidos la extendió por 10 años, en vez de 5; en su gobierno se realizaron las elecciones presidenciales y de cuerpos colegiados más pacíficas, más seguras, más independientes y las más caudalosas.
Con Santos se registró una rebaja significativa de la tasa de homicidios; con la visita del papa Francisco aprendimos lecciones de vida y de perdón; hubo respeto total por las decisiones de la Corte Constitucional en temas referentes al aborto, a la igualdad de sexos, a la dosis mínima y a la eutanasia pasiva.
Con Santos a nuestro departamento de Santander le fue mejor que con los presidentes que dijeron que “se la iban a moler” por nosotros. Nunca antes esta región había tenido un nivel de inversión tal alto, reflejado en vías, vivienda, acueducto, alcantarillado y seguridad. Los estimativos, incluyendo el Contrato Plan más grande de todo el país, sobrepasan los 14 billones de pesos.
Provincias como García Rovira, que penaban al transitar por sus trochas, hoy tienen mejor movilidad gracias a sus acciones. La Variante de San Gil, mejores aeropuertos; la doble calzada Bucaramanga – Barrancabermeja; los réditos por la venta de Isagén; hacen pensar que Santos si le cumplió a la tierra de su ancestros.
Pese a las adversidades, el Presidente ni renunció, ni lo tumbaron, ni lo destituyeron, ni se cayó, ni fue a la cárcel, ni se murió. Y, aunque hoy tiene las peores cifras en materia de popularidad, en poco tiempo recordaremos con agrado–y tal vez añoraremos- su gobierno.
Twitter: @JuvenalBolivar