Por: Andrés Martínez Olave/ El pasado 25 de febrero, acabaron con la vida de Nickol Valentina, una estudiante de la Normal Superior de Bucaramanga y joven promesa del deporte y desarrollo para el país. El robo de un celular fue el hecho por el cual acabaron con la vida de la joven, pero después de esto, ¿qué ha pasado?
El máximo jefe de la Policía Nacional en la ciudad (el alcalde de Bucaramanga) y la secretaria del interior, ente encargado de la vigilancia y control de la seguridad de la ciudad le quedó grande lo que ha venido ocurriendo.
Cuenta la leyenda que la hermosa ciudad bonita (Bucaramanga) era una ciudad hermosa, segura y tranquila. Una ciudad donde se caminaba, se comía helado, se jugaba en los parques y se vivía de una manera sana.
Pero han pasado los años y todo ha cambiado. La inseguridad es constante desde el año 2015 a la fecha, los entes no garantizan realmente el transitar tranquilo de los ciudadanos y sus jefes (el alcalde) cree que el pronunciarse por medios radiales, locales y digitales hace todo.
¿Le quedó grande? Al parecer sí. Después de lo sucedido el pasado mes de febrero, todo sigue igual, los robos aumentaron, la gente le da miedo caminar. De nada sirve unos parques hermosos, sino se tiene seguridad. Seguridad piden a gritos los ciudadanos de Bucaramanga y su área metropolitana.
No más muertes, no más robos, no más intolerancia. La lupa y los radares se deben prender y tomar medidas contundentes. Cuando se elige a una persona para llegar a un cargo, es para defender, brindar y proteger el bienestar del ciudadano y a la fecha eso no se ha visto.
Bucaramanga necesita seguridad, los consejos de seguridad es para accionar, no para reunirse y no hacer nada, la Policía necesita el apoyo del Ejército. La gente y todos estamos «mamados» de los robos constantes, de las muertes constantes por falta de inseguridad y de no abrochar el cinturón para ejercer autoridad.
Se aproximan elecciones presidenciales, regionales y locales, y todo esto es de verlo. Queremos una Bucaramanga tranquila y segura, un Santander tranquilo y seguro. Queremos volver a caminar por los parques, queremos hechos y no promesas.
¡Queremos hechos!
¡Queremos cambios!
¡Queremos seguridad!
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