Por: Juan Camilo Revelo/ “Nunca debes tener miedo de lo que estás haciendo cuando es correcto”: Marie Curie.
Pensando en las futuras elecciones a celebrarse, es preciso recalcar la trascendencia que en términos de proyección y credibilidad, determina la calidad de la comunicación personal.
Existen numerosos casos demostrables en los que claramente la falta de capacidad para conectar con el auditorio, ha frustrado las más notables candidaturas. Hoy día no basta sólo con tener los recursos y la “maquinaria” partidista para aspirar a ser elegido. Nos encontramos, para fortuna de la democracia, en una era en a que el voto de opinión lidera en la mente de gran parte de los votantes. La claridad en las ideas y en las posturas, dan cuenta de la capacidad de pensamiento y gestión que un elector necesita reconocer en aquella persona que se propone ser elegida. Esto sin duda resulta fundamental para sembrar en el electorado la confianza y el eco de su voz, traducido al final en la confianza depositada el día de las elecciones.
Enhorabuena, dentro de nuestras sociedades viene creciendo la tendencia de un legítimo empoderamiento femenino consciente de sus capacidades de gestión y de su poder de organización y convocatoria.
Ya no es sostenible afirmar que cargos de destacada relevancia –en este caso de elección popular- están exclusivamente reservados para hombres por el hecho de serlo.
Hoy día la sensibilidad sensata de los candidatos obliga a girar la mirada hacia las dolencias sociales que verdaderamente representen los problemas y el sentir que aqueja a la sociedad toda.
Para ilustrar casos reales y a manera de ejemplo, desde nuestra mirada como especialistas en marketing político y estrategias de campaña, traeremos las lecciones de dos de los candidatos locales que en la región de Santander vieron frustradas sus iniciativas electorales en los últimos comicios, confiados – quizás más de la cuenta-, en sus proyecciones y los cálculos de sus respectivos equipos de campaña:
El primero es el caso de la candidata a la alcaldía de Bucaramanga Claudia Lucero López, a quien la automatización de un discurso confuso y desafortunado le jugaron en contra. En sus presentaciones públicas, el hecho de utilizar el desprestigio de su contrincante como base de su narrativa, no hizo más que generar en su audiencia una sensación de espectáculo premeditado y repetitivo que dejaba a sus propuestas por fuera de toda recordación.
Quiso ganar a partir de la descalificación, y esto en un sentido mucho más amplio de la comunicación social, al final lo único que logra es hacerle publicidad al otro candidato, sin que desde luego esta fuera su intención inicial.
Ahora bien, basar un discurso bajo la bandera de ser mujer, tampoco es suficiente cuando el discurso público no está a la altura de las soluciones a las problemáticas de una ciudad como Bucaramanga.
Saludar sin mirar a los ojos tampoco ayuda. Y aún menos, como fue en su caso, llegar con la convicción de que quienes llevan horas esperando su presencia lo hacen para escucharla y no en cambio para ser escuchados. Grave error no calcular siquiera los destemplados aplausos al cierre de cada intervención para caer en cuenta de la ausencia total de impacto.
Hoy día transitamos un tiempo de percepciones diferentes. Gran parte de la gente presente en un auditorio puede percibir con facilidad la energía que irradia una persona y ayudarse con esto para determinar que tanta afinidad siente o no hacia determinado candidato.
Otro caso de aprendizaje fue el de Pedro Leonidas Gómez, quien en un desafortunado ejercicio consistente en pretender copiar y pegar el estilo de Rodolfo Hernández en un debate televisado, lo único que logró fue actuar con total carencia de naturalidad y autenticidad. Ciertamente no fueron pocos los que se desinflaron después de haber visto unos comportamientos postizos y forzados que obedecían más a un mal logrado libreto que al final lo dejó ciertamente en ridículo y sin los votos necesarios para ganar una elección que tenía prácticamente asegurada.
El resultado ya se conoce y, quizás, de no haber sido por aquel insuceso, hoy el voto de opinión tendría en la gobernación del departamento a uno de sus representantes.
Dicho esto, hoy en día algunos asesores encaminamos nuestros esfuerzos en acompañar a aquellas mujeres precandidatas que valientemente se enfrentan a los pulsos electorales que están por venir.
Un acompañamiento que comprende y cuida la comunicación verbal y no verbal de la campaña en todas sus dimensiones y que vigila cuidadosamente el delicado manejo del lenguaje del candidato y de su equipo, en la consciencia de que todo comunica y de que así mismo todo puede sumar mucho o restar todo.
La impecabilidad de las palabras como un acuerdo fundamental en el que cada quien se compromete con la asertividad de sus capacidades comunicativas, es en política, demostrablemente, un imperativo que determina el norte de toda aspiración.
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*Abogado conciliador en Cámara de Comercio de Bucaramanga. Especialista en Marketing Político & amp; estrategias de campaña (U. Externado). Experiencia +10 años en Resolución de Conflictos. Mentor en Comunicación estratégica Verbal – No Verbal e Inteligencia Emocional Empresarial.
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