Por: Paola Guarín/ Tal vez el título de esta columna sea un poco sugestivo y lamento decepcionar si esperaban un contenido literario con frondosas afirmaciones y argumentos seductores o sexistas.
Hablemos de sexo, si el mismo que divide circunstancias de género por temas como el aborto la equidad política y los niveles de ocupación en la economía global. Ahora bien, si analizamos todo lo que gira alrededor de los movimientos políticos y culturales dejan cada día más un premisa clara y contundente sobre la primera división natural y biológica de todas las especies vivas que hacemos parte de este hemisferio.
Ahora, mi primera pregunta deviene de la importancia de hablar de sexo, así como lo leen sexo, palabra convertida en tabú que efímeramente hace parte de conversaciones familiares, amistosas o circunstanciales. Hoy en día para hablar de sexo debemos remontarnos a la definición descrita por el RAE o Real Academia Española, en su primera y basta definición la cual hace referencia a una condición orgánica particular de las diferentes especies vivas. Dicho lo anterior, la misma naturaleza nos deja claro, que aquí arranca la pequeña desigualdad en el rol que desempeña cada uno de los sexos en una sociedad.
La importancia del sexo femenino en la construcción de una sociedad, va más allá de conceptos o teorías frívolas sobre la masculinización o el machismo en toda su esencia, pues para nadie es un secreto en la mayoría de países de mundo- por no decir todos, el poder se asemeja al emporio patriarcal que se siembra en algunas culturas.
Para nuestra suerte, las cosas van cambiando y lejos de los tintes feministas, hay que reconocer que cada sexo juega un papel importante cuyo impacto es diferente desde la óptica que se logre dilucidar. Si analizamos el papel biológico de cada uno por obvias razones la disyuntiva se hace cada vez más larga y banal donde en ultimas cada quien confronta desde su percepción personal su favoritismo.
Cuando hablo de cambio, no me refiero a definiciones transgénero, por el contrario, hago énfasis en el ambiente de equidad que la misma naturaleza y sociedad de quienes la disfrutamos, como si se tratase de un mensaje subliminal. Las organizaciones políticas internacionales cada día tienen más visibilidad y empoderamiento femenino que hace 70 años atrás, cuando apenas se estaba debatiendo el voto femenino en su rol democrático.
En la actualidad según estadísticas la falta de paridad en los altos mandos de la política mundial es más que evidente de lo que imaginamos ya que tan sólo 20 países están dirigidos por mujeres. Doce estados tienen al frente a una jefa de Gobierno y en otros 10 ocupan jefaturas de Estado (en dos de estos países ambos cargos están en manos de la misma persona), según se recoge en el ranking ‘Mujeres en la política 2020’ elaborado por ONU Mujeres y la Unión Interparlamentaria.
La otra cara de la moneda, entre los países que cuentan con un mayor equilibrio entre hombres y mujeres en los cargos parlamentarios destaca Ruanda, con el 61,3% de parlamentarias. Le siguen Cuba (53%) y Emiratos Árabes Unidos, con un 50%. El mapa destaca en este sentido a los Países Nórdicos, con un 43% de representación de las mujeres, por encima del 31% que encuentra en América y del 30% de media europea.
Los datos estadísticos recogidos en el mapa ‘Mujeres en la política 2020’, elaborado por la ONU Mujeres, junto con la Unión Interparlamentaria, muestra gráficamente y pedagógicamente, sobre un mapa de todo el mundo, la presencia de mujeres en el ámbito ejecutivo y parlamentario, con datos del año 2020.
La cifra de mujeres en los altos mandos es reducida, sin embargo, el resultado de su gestión al frente de crisis como la del coronavirus ha sido más que destacado. El documento a su vez destaca y analiza las carteras que están en manos de las mujeres, donde se les atribuyen los ministerios que se ocupan de asuntos sociales; de temas de familia, infancia, juventud y dependencia; y de medio ambiente y recursos naturales. La presencia de la mujer es mucho menor en otros temas como defensa, derechos humanos, transportes, información o asuntos parlamentarios.
Ahora bien, hablemos de nuestra exótica naturaleza política colombiana, donde específicamente en temas ejecutivos, en la actualidad gozamos una cara visible en la vicepresidencia de la Republica y varias viceministras, quienes son caras visibles en las diferentes áreas de gestión. En Colombia las mujeres son el 52% de la población y sin embargo son tan solo el 12% de quienes ocupan cargos elección popular a pesar de que son más que los hombres que se gradúan de educación superior. ¡Ilustran la importancia de hablar de sexo en estos aspectos!
El Estado colombiano ostenta con un marco normativo progresista al respecto: El artículo 43 de la Constitución nacional señala la igualdad de derechos y oportunidades entre hombres y mujeres, y el artículo 13 exhorta el deber del Estado de promover las condiciones para que la igualdad sea real y efectiva como también se adopten medidas a favor de los grupos discriminados o marginados.
En algunos departamentos ni siquiera han elegido mujeres en las últimas cuatro elecciones legislativas, tal como se puede demostrar en las cifras electorales históricas concluyendo en mi humilde opinión que en Colombia es pequeña la proporción entre mujeres candidatas y mujeres elegidas, pero paradójicamente, repunta un aumentado de participación violencia contra mujeres en política.
Esta disparidad de sexo en el rol político local es más notoria de lo que se puede imaginar: Apenas un 12% de las alcaldías están ocupadas por mujeres y ellas representan apenas el 18% de los concejales municipales. Según cifras de Sisma Mujer, durante las elecciones regionales de octubre 2019 hubo menos candidatas a gobernaciones; aún menos fueron electas: Solo Elsa Noguera (Atlántico) y Clara Luz Roldán (Valle del Cauca) obtuvieron el cargo. Hágame el favor si no es importante hablar de equidad de sexo.
La presencia del sexo femenino o la mujer es exageradamente importante en nuestra política, pero las que llegan ocupando estos escaños democráticos no siempre las representan en su diversidad, pues urge ir más allá de pregonar un voto femenino, donde se debe pregonar y secundar opciones políticas acordes con sus necesidades y derechos.
La importancia de hablar de sexo, es de exterminar todo tipo de micro o macro machismos que pululan en nuestra cultura, para ello hacerlos visibles y emprender una discusión colectiva más amplia sobre sus consecuencias, desde el núcleo familiar como del punto de vista exegético de un Estado Social de Derecho.
Igualmente, hay que celebrar el avance de los debates legislativos en temas de paridad, violencia contra las mujeres en política y financiación estatal de las campañas con enfoque de género, como también los incentivos y esfuerzos locales que hacen los medios de comunicación para enaltecer el rol de la mujer en las regiones.
En el caso de Santander, gracias a Corrillos se ha impulsado un importante reconocimiento a la gestión de Las Superpoderosas en el rol político y social de las talentosas féminas que día a día desde sus provincias, seducen con intelecto e impulsan el desarrollo de esta región con verraquera, reduciendo la brecha de esta desigualdad paritaria, para todas ellas mi respeto y solidaridad de género en su valiosa contribución de forjar ejemplo y visibilidad para las próximas generaciones o nuevos liderazgos femeninos.
Por otra partem alabo el hecho que este importante medio periodístico se tome la tarea de crear paridad con objetividad y pertenencia en el ejercicio más inequitativo de todos; exaltar el trabajo de las lideresas de nuestra región con toda la carta de diversidad que ellas representan.
Por último pero no menos importante, poco a poco la participación paritaria es una brecha que se está reduciendo, siempre y cuando seamos nosotras o nosotros mismos, lo que decidamos impulsar la eliminación se sesgos, machismo y frivolidad en la educación del mismo núcleo familiar, empoderando cada día más las futuras generaciones.
*Abogada.
Correo: paolaguarin1985@gmail.com
Twitter: @Bupagu
(Esta es una columna de opinión personal y solo encierra el pensamiento del autor).
