Señalamientos cruzados, encontronazos e información falsa. Así se resume el primer debate entre Kamala Harris y Donald Trump en la carrera por la Presidencia de Estados Unidos.
Después de que el primer debate presidencial el pasado mes de junio le costara la candidatura presidencial al actual mandatario estadounidense, Joe Biden, su vicepresidenta sale beneficiada de un encuentro en el que Donald Trump trató de sortear cuestionamientos complejos con su viejo chivo expiatorio: la inmigración.
«El performance de Kamala (Harris) fue mejor de lo que se esperaba. Los dos buscaron provocarse y no se si llamaría ‘explosión’ lo de Trump, pero claramente Harris consiguió generarle molestia y bastante agitación. Pero, por otro lado, creo que Kamala no hablo mucho de la parte sustancial. Fue un debate bastante básico», afirmó Martín de Luca, exfiscal de Nueva York y asesor estratégico, a France 24.
En un debate condicionado por un foro sin audiencia y la constante intervención de los moderadores para remarcar los dos minutos con los que cada candidato contaba para expresar su plataforma política, Harris y Trump salieron al ruedo público, no tanto para defender sus posturas sino para reafirmar cómo ven el deber ser de un presidente estadounidense.
Trump criticó duramente a Harris por el manejo de la economía durante la Administración de Joe Biden, así como su presunta responsabilidad en la política migratoria actual, considerada como el peor de los males por el aspirante republicano.
Mientras, la vicepresidenta exhibió al expresidente como un millonario desconectado de la realidad social estadounidense y con tendencias autoritarias, sumamente dañinas para el futuro democrático de la que se presume como la primera democracia moderna en el planeta.
«Los dos candidatos han sido bastante exagerados. A mí me parece que la importancia del debate está alrededor del entretenimiento. Es complicado que un votante indeciso sea convencido por el debate.», añadió de Luca al expresar que, si bien Harris mostró un mejor manejo de la palabra del que se esperaba, este enfrentamiento no le es determinante para su voto objetivo: el indeciso que aún no conoce quién es como política.
Por su parte, Trump mantiene su imagen rebelde y en contra de un sistema que él y sus seguidores perciben como corrupto. No obstante, esta postura ciertamente ha desmejorado respecto de su versión más intensa, que le llevó a la Presidencia en 2016, y que tampoco termina de convencer a una gran parte del electorado más moderado, que lo considera muy extremo para gobernar otros cuatro años.
Trump llama a Harris «marxista»
En el primer asalto del debate, ambos candidatos presidenciales expusieron sus ideas con relación a la economía estadounidense y a cómo mejorarían la situación actual.
La vicepresidenta arrancó su intervención proponiendo la creación de una «economía de oportunidades», apelando a su historia como una mujer de clase media para empatizar con la clase trabajadora estadounidense, a la que prometió rebajar los impuestos.
Además, Harris afirmó que Trump «no tiene un plan» en el que entre la clase media trabajadora, explicando que en la hoja de ruta del controversial ‘Proyecto 2025’, el expresidente pretende rebajar los impuestos solo a los ricos, lo que provocaría «incrementar el déficit y la inflación», además de llevar a Estados Unidos «al borde de una recesión».
«Creo en la ambición, las aspiraciones y los sueños del pueblo estadounidense y, por eso, imagino y tengo en realidad un plan para construir lo que yo llamo una economía de oportunidades,», expresó Harris, quien también acusó a Trump de haber generado «el peor desempleo desde la Gran Depresión».
Por su parte, el expresidente republicano, fiel a su estilo, fue reactivo ante los señalamientos de Harris, señalando las debilidades en la Administración de Joe Biden y la alta tasa inflacionaria en la que se encuentra Estados Unidos, a la cual calificó como «la peor en la historia», que a su vez ha generado «un desastre para la clase media». Sobre el ‘Proyecto 2025’, planteado por los republicanos, Trump sentenció que «no tiene nada que ver» con él.
Llamando a la vicepresidenta «marxista», Trump continuó con embates directos en contra de la vicepresidenta, mencionando que Harris «copió el plan de Biden» y presumiendo que su Administración había hecho un gran trabajo con relación a la economía, hasta que llegó la pandemia. Además, atribuyó la recuperación de empleos reportada en el mandato de Biden a un «efecto rebote» que brotó de su Presidencia.
«La gente no puede salir a comprar cereales, ni tocino, ni huevos, ni nada. La gente de nuestro país está absolutamente moribunda con lo que han hecho. Han destruido la economía», sostuvo el republicano, antes de entrar al tema central de su campaña y de su narrativa política: la inmigración.
La inmigración en el centro del debate, otra vez
A menos de 60 días para las elecciones de noviembre, la inmigración sigue siendo uno de los temas más controversiales para ambos candidatos. En cada sección del debate, Donald Trump continuó definiendo a la comunidad migrante como un enemigo para Estados Unidos y culpando a Harris, a quien calificó como «la zar de la frontera», por el incremento de los cruces migratorios al país.
Trump, que se enfrascó en una larga discusión con Harris por la asistencia y calidad de los mítines políticos de cada uno, añadió que las políticas de Joe Biden están «destruyendo el tejido social del país» y aseguró que quienes entran al país de forma irregular son «criminales» y «prófugos de instituciones mentales», como ha sostenido en gran parte de su campaña.
El expresidente también hizo referencia a una teoría de conspiración sobre presuntos migrantes haitianos que «comen perros y gatos» en Ohio.
«En Springfield (Ohio), se están comiendo a los perros. La gente que llegó se está comiendo los gatos. Se están comiendo, se están comiendo las mascotas de la gente que vive allí», dijo Trump, que fue corregido por los moderadores del debate, quienes citaron información oficial del Gobierno local en la que se niega que exista evidencia creíble que sostenga dicha teoría.
Por su parte, Harris se limitó a culpar a los republicanos y, especialmente, a Trump, por haber rechazado una legislación que habría reforzado los cuerpos de seguridad en la frontera con México, además de construir vías alternas para obtener la legalización de la estancia de aquellos que buscan refugio en el país. Al ser cuestionada por el porqué de su endurecimiento reciente con relación a la población migrante, la vicepresidenta evadió la pregunta.
Durante todo el debate, la inmigración fue el centro de los argumentos trumpistas. El expresidente culpó a la población migrante por «tomar los trabajos» en el país, de ser el foco de criminalidad en la sociedad y de ser una «amenaza» y acusó a Harris de haber permitido mayores índices en los cruces migratorios para «ganar nuevos votos».
«La base de votantes de Trump siempre se enfogonó con los temas migratorios. Si recordamos hace nueve años, cuando presentó su candidatura, el 50% de su discurso se basó en la migración. Es un tema que resuena con sus votantes», afirmó Martín de Luca al explicar la recurrencia del aspirante republicano sobre el tema.
Un titubeante Trump niega estar a favor de prohibir el aborto
En otro de los capítulos más encarnizados del debate, Trump y Harris se enfrentaron por el aborto en Estados Unidos.
Harris, con una clara posición a favor de los derechos reproductivos de las mujeres, acusó al exmandatario conservador de haber «elegido tres jueces para revertir el fallo Roe vs. Wade», que protegía el derecho al aborto en el país, y añadió que «el Gobierno no le debería decir a las mujeres qué hacer con su cuerpo».
Además, Harris prometió que, de llegar a la Presidencia, firmaría una ley para restablecer la protección federal del aborto, que se tenía antes de que el histórico fallo de Roe vs. Wade fuera revertido en la era trumpista.
Por su parte, Donald Trump, quien se mostró titubeante e indeciso en el tema, afirmó que hizo caso a los «académicos» que recomendaban revertir el Roe vs. Wade y devolverle a los estados la potestad de decidir si permiten o no la interrupción del embarazo en sus territorios.
En uno de sus tradicionales arranques, el expresidente también alegó que los demócratas tenían posiciones extremas, señalando al compañero de fórmula de Harris, Tim Waltz, y a todo el Partido Demócrata de «querer ejecutar» a bebés recién nacidos, haciendo alusión a una presunta política del exgobernador de Virginia Ralph Northam, que después fue desmentida por los moderadores del debate.
Sin embargo, Trump fue claro en remarcar que «no está a favor de prohibir el aborto» y aseguró que está a favor de permitirlo hasta las nueve semanas de gestación. Al ser cuestionado sobre si vetaría una hipotética prohibición federal, el expresidente evadió el cuestionamiento.
Trump y Harris se enfrentan por el asalto al capitolio
Uno de los temas más sensibles fue el historial judicial de Trump y la postura de Harris, antigua fiscal en California.
Ante los cuestionamientos de los moderadores sobre su papel en el asalto al capitolio el 6 de enero de 2021, el exmandatario republicano negó haber participado en la incitación a los agresores, culpando a Nancy Pelosi, antigua vocera del Congreso, quien estaba encargada de la seguridad del recinto, según Trump.
En un ánimo combativo e intentando tomar la narrativa en el debate, Trump evadió la pregunta sobre si se arrepentía de algo en ese día y volvió a llevar la conversación a la situación migratoria, añadiendo que el peligro para el país no es él, sino las personas migrantes que entran a Estados Unidos y que están «acabando» con la nación.
Harris, por su parte, recordó el 6 de enero de 2021, culpando a Trump por crispar los ánimos en la sociedad estadounidense y utilizar el color de piel de las personas para dividir.
«Estaba en el Capitolio. Yo era la vicepresidenta electa. También era senadora y ese día, el presidente de Estados Unidos (Trump) incitó a una turba violenta a atacar la capital de nuestra nación, a profanar la capital de nuestra nación», mencionó Harris, quien siguió definiendo a Trump como una amenaza latente apara la democracia, recordando sus vínculos con líderes autoritarios internacionales y señalándolo por tener supuestos nexos con grupos extremistas, como los ‘Proud Boys’.
La vicepresidenta también sacó a flote su condición de ‘criminal convicto’ y sus demás casos judiciales, resaltando sus juicios por presunta intromisión electoral y rechazando sus alegatos sobre «fraude» en las elecciones de 2020. Trump se mantiene en que no perdió la elección frente a Joe Biden.
«Donald Trump fue rechazado por 81 millones de personas, que quede claro, y está claro que le está costando mucho procesarlo, pero no podemos permitirnos tener un presidente de Estados Unidos que intente, como hizo en el pasado, poner patas arriba la voluntad de los votantes en unas elecciones libres y justas», sentenció Harris.
«Voy a terminar la Guerra en Ucrania»: Trump
La política exterior estadounidense también estuvo entre los platillos principales de la discusión presidencial: Trump criticó el manejo de la actual Administración, a la que considera «incompetente» para solucionar conflictos internacionales; Harris, por su parte, se refirió a las relaciones políticas del exmandatario con líderes que no son del agrado de Occidente.
La vicepresidenta se alineó en su totalidad con la actual postura gubernamental sobre la guerra en Ucrania y afirmó que los líderes mundiales tradicionalmente aliados de Estados Unidos temen que Trump regrese al poder y afecte el funcionamiento de la OTAN, un pilar fundamental para Ucrania en su conflicto con Rusia.
Pero Trump fue más atrás, jactándose de que, si él hubiera sido el presidente los últimos cuatro años, el conflicto entre Rusia y Ucrania ni siquiera existiría, señalando que figuras políticas como el presidente ruso, Vladimir Putin, el chino, Xi Jinping, o el primer ministro húngaro, Viktor Orban, lo respetan.
«Viktor Orban dijo que la persona más respetada, más temida, es Donald Trump. No tuvimos problemas cuando Trump era presidente», mencionó el expresidente, quien también afirmó que la inestabilidad en Medio Oriente es culpa de Joe Biden, ya que, cuando él estaba al mando, «Irán estaba arruinado».
Sobre el conflicto israelí-palestino, Harris no fue tan precisa como se esperaba. Aunque si dijo que su hipotético gobierno buscaría construir un camino hacia la «solución de dos Estados», también se dijo comprometida con la seguridad de Israel, a quien sigue respaldando con el argumento del derecho a la autodefensa.
La actitud incierta y variante de Joe Biden con relación a la ofensiva israelí en los territorios palestinos fue una de las claves que originaron presiones dentro del Partido Demócrata. Su vicepresidenta intentó matizar y resaltar que siguen buscando un acuerdo de cese al fuego con Israel.
Trump, en uno de sus momentos más airados, acusó a Harris de «odiar a Israel», argumentando de nueva cuenta que, si él hubiera sido presidente, el recrudecido conflicto dentro de Gaza y Cisjordania nunca se hubiera dinamitado.
En una batalla por ganar afinidades indecisas que puedan dar ese empujón final que uno y otra necesitan para llegar a la meta en la Casa Blanca, el debate entre ambas figuras deja más dudas que respuestas en una contienda sumamente apretada y por definirse en los próximos dos meses.