La instalación del Congreso de la República 2018 -2022, este viernes, pasará a la historia como el día en que militantes de la antigua guerrilla y hoy Partido de las Farc, lograron –como cualquier otra colectividad, asumir como congresistas.
Con la presencia de esta nueva fuerza política, quedan atrás medio siglo de guerra contra el Estado, una docena de intentos de paz y los más de cuatro años de negociación política en La Habana, que dieron como resultado un Acuerdo de Paz, que incluyó un proceso de concentración y la dejación de armas y de adecuación normativa de lo pactado.
Ha pasado año y medio desde la firma del Acuerdo del Teatro Colón, luego del triunfo del No en el plebiscito refrendatorio. Desde entonces, el país ha visto cómo la guerrilla más antigua del continente se concentró en 26 zonas, dejaron las armas e iniciaron su tránsito a la vida civil y política.
Toda esa situación quedó atrás. La expresión esencial del Acuerdo de Paz, que el exnegociador del gobierno Humberto de la Calle caracterizó como “el cambio de las balas por los votos” se cristalizó en un sencillo acto: los representantes de las Farc llegaron al Capitolio Nacional para defender sus ideas a través de la palabra y en desuso de la violencia.
Los encargados de dar el paso definitivo fueron Pablo Catatumbo, Carlos Antonio Losada, Victoria Sandino y Sandra Ramírez, en Senado; mientras que a la Cámara llegaron Marcos Calarcá, Jairo Quintero y Olmedo Ruiz. De las diez curules que el Acuerdo dispuso para la exguerrilla, sólo siete fueron ocupadas. Las tres curules restantes estaban destinadas para Iván Márquez, exjefe negociador de la insurgencia que se negó a tomar posesión del cargo tras asegurar que no tenía garantías; Jesús Santrich, quien no pudo presentarse al Legislativo por encontrarse detenido y vinculado a un proceso de extradición, y Bayron Yepes, quien por problemas de salud cedió su credencial a Sergio Marín.