Por: Pablo Arteaga/ En Colombia existen tres tipos de fuerzas que históricamente han controlado los hilos de las gobernanzas y el poder en los diferentes territorios del país, llámense, alcaldías, gobernaciones y sin duda alguna, el poder parlamentario, que finalmente termina siendo el mas importante, ya que desde esta posición, algunos parlamentarios coaccionan a los gobiernos de turnos como método eficaz para lograr beneficios para ellos y sus clanes financiadores, que normalmente se ocultan tras la figura de “honorables contratistas u empresarios”, este ejercicio de repartición de beneficios se conoce más comúnmente como mermelada.
Estamos hablando de estructuras que genera la fuerza política, social y armada en Colombia, que durante décadas se han disputado el poder en los territorios a lo largo y ancho de todo el país (algunas) a sangre y fuego, cuando hablamos de la fuerza social, nos referimos a toda la estructura organizacional que puede generar la orientación religiosa desde las iglesias, las cuales están soportadas en la confianza que logran alanzar los pastores, sacerdotes o guías espirituales por parte de sus devotos, seguidores, feligreses, logrando direccionar en gran mayoría la intención de votos de estos.
En este escenario el trabajo social y desarrollo de programas con la comunidad son la mejor carta de presentación para poder acceder a tan apreciado apoyo, aunque también se debe decir, que, no todas las estructuras religiosas funcionan con el mismo ímpetu y principios éticos y morales, ya que encontramos algunos líderes espirituales que en el su afán de la búsqueda del beneficio personal y tocados por el pecado capital de la avaricia, caen en el oscuro escenario pecador y adquieren el estatus de mercaderes de fe, perdiendo todo tipo se escrúpulos en el ejercicio de esta práctica.
Así mismo encontramos las estructuras mal llamadas “políticas”, las cuales en su gran mayoría y en contravía de su principio fundamental, pasan a convertirse en estructuras criminales organizadas, que bajo el perfil de honorables contratistas públicos, desangran el patrimonio del estado, esta práctica se deriva, gracias al los acuerdos pactados entre algunos candidatos que en su afán de llegar al poder reciben ayudas económicas de estas estructuras criminales con el compromiso de entregar la contratación es sus periodos administrativos, permitiendo así que estos clanes se fortalezcan periodo tras periodo a largo y ancho del país, esta practica he llevado a que históricamente se genere desplazamiento forzado, intimidación, constreñimiento en los territorios.
Debo mencionar en esta columna unos nuevos jugadores dentro del panorama político nacional que no fungen exactamente como contratistas de estado, pero si como empresas o grupos multinacionales, que como resultado de las políticas neoliberales que reposan en la constitución del 1991, y la pobre estructura ética y moral de los funcionarios han implementado el lobby ante el Congreso de la república, para presuntas modificaciones u inclusión de los mal llamados micos constituciones que les permitan la puesta en practica de acciones en pro de sus intereses económicos
Otra figura importante que aparece en este escenario de poder político son las estructuras armadas, las cuales cada vez aumentan más en el país su pie de fuerza, a principios de las décadas de los 80 y 90 solo se hablaba de guerrillas, paramilitares y organizaciones narco traficantes, los cuales ejercían control en múltiples zonas en donde como resultado a la ausencia del estado e incapacidad de garantizar su deber frente a la población civil, permitieron que estos grupos tomaran pleno control sobre estas zonas, sin embargo, aunque los gobiernos de turno han intentado a través de acuerdos de sometimiento a la justicia y procesos de paz, a cambio de beneficios para estos clanes, estos esfuerzo han sido en vano, ya que la reincidencia y el incumplimiento por parte y parte ha sido el principal actor en el escenario, aunando la crítica situación en la practica de disputa de territorios.
Hoy, aparte de guerrillas, paramilitares y grupos de narcotráfico; encontramos, organizaciones armadas delincuenciales dedicadas al microtráfico y sicariato, que con el cómo un cáncer haciendo metástasis, cada vez que dan de baja a un cabecilla o desarticulan una estructura criminal, nacen tres y cuatro a la misma vez, agudizando la disputa de las áreas de influencia, dejando en medio a población vulnerable ajena al conflicto y victimas directas de una guerra sin fin y desamparados por el estado colombiano, quien en complicidad de sus funcionarios corruptos empezando por alcaldes y gobernadores y a pesar de las constantes denuncias de organizaciones internacionales, líderes sociales defensores de derechos humanos, se hacen los de la vista gorda, y aduciendo que eso no sucede en sus territorios y mucho menos en el país.
Tengamos en cuenta que el 90% de la población que logra llegar a las urnas en Colombia, el cual no supera el 54% de los aptos para votar, lo hacen sin ningún tipo de criterio, ya que el grueso de la población, lo hacen porque un tercero llámese, conocido, vecino o familiar, les pidió el favor que votaran por un candidato que ellos apoyan debido a una falsa promesa de contraprestación, , o porque en el trayecto de sus hogares al sitio de votación se encontraron con los llamado derroteros, los cuales son pagados por las clanes económicos que subsidian y practican el detrimento público a través de la contratación estatal de alcaldías y gobernaciones, para que constriñan al electorado colombiano e incluso en ocasiones persuadan a los votantes ofreciéndoles dinero a cambio de votar por el candidato que estos clanes apoyan.
Este tipo de practicas no son ajenas al conocimiento de las autoridades, y socialmente son de conocimiento público, sin embargo, el grado de decidía y complicidad, tanto de autoridades y ciudadanía en general, es tal, que, en su gran mayoría, terminadas las elecciones, las autoridades competentes dan partes de efectividad y tranquilidad al haber presuntamente garantizado elecciones transparentes
Mucho se habla en algunos puntos de encuentros políticos en la capital del país y que ni que secta diabólica de manera ipso facto y literal, se transmiten de forma directa a todo el territorio nacional a acerca de los futuros u próximos aspirantes a las alcaldías y gobernaciones, así mismo se discute la estructura organizacional que tendría las próximas listas a concejos y asambleas, los nuevos dueños del poder parlamentario, hacen cuentas de que tanta votación pueden llegar a endosar en las próximas elecciones, para de esta manera logra tener manejo directo de las acaras de los municipios.
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*Profesional en Comercio Internacional, Especialista en Derecho Constitucional
Correo: arteagapab@gmail.com
Twitter: @2018Arteaga
(Esta es una columna de opinión personal y solo encierra el pensamiento del autor).