Por: Andrés David Negrete Dulcey/ No requiere de mayor preludio presentar este gran ciudadano, pero, lo que sí se puede decir acerca de él, es que genera densos sentimientos y sobre todo fuertes pasiones y, porque no decirlo, les remueve la bilirrubina a muchos colombianos; en sus inicios de cuna liberal, sí, un cachiporro como se les conocía a los detractores de los godos en los años 50, un gran líder político, sagas, perspicaz y estratega, ¡Y qué estratega! Alcalde, director de la Aeronáutica Civil, senador y presidente de la República de nuestro país, sin embargo, hoy no escribo bajo la lupa política o influenciado por una postura pro o contra Uribe, No. Hoy quiero expresarme de la manera más objetiva posible y en particular acerca de lo que ocurrió el día de ayer 7 de abril del 2021.
Para aquellos desprevenidos y desactualizados de la política y de la justicia del país, aunque dudo que alguien por más apático a estos temas, no tenga en su conciencia plasmada la figura del mejor ejecutor del plan Colombia (AUV), permítame, entonces, contarle de la manera más resumida posible, los acontecimientos que rodean a este personaje: el Gran Colombiano, quien era investigado por la Corte Suprema de Justicia y que por estratagemas jurídicas dicha investigación paso a manos de la Fiscalía General de la Nación, será esta la encargada de continuar con dicho proceso designándose un fiscal. El delito, supuestamente, fraude procesal y soborno a testigos.
Aquí en este punto inicia, lo que para muchos es una injusticia terrenal y para otros, justicia divina. Resulta que el proceso por la supuesta manipulación de testigos en la Sala Penal de la Corte había rendido frutos, tan así que la Corte para evitar la continuidad de esta conducta, impuso medida de aseguramiento, mejor conocida por los pópulos como “Casa por Cárcel”, no obstante, cuando el proceso pasó a manos de un subalterno del actual presidente de la republica la cosa cambio, ya que, después de una basta investigación el fiscal asignado no encontró mérito para continuar procesando al indiciado y solicito una audiencia para cerrar el caso.
Preclusión, así se denomina la figura jurídica que utilizara la Fiscalía para buscar que un juez penal de Bogotá, cierre definitivamente esa guachafita en contra de Uribe Vélez, en palabras castizas para mejor entendimiento del vulgo, significa cerrar la investigación y no volver sobre ella nunca jamás.
Ahora, si usted tiene en el corazón al presidente eterno ¡que maravilla! A contrario sensu, ¡que desgracia! Y, ciertamente, es entendible lo que este connotado caso produce en la opinión pública, tan es así, que aquí unas superficiales palabras he dedicado al tema, siendo conocedor de la trascendencia que tiene la decisión que tome el señor Juez y que generara una oleada de críticas sin distingo. Entonces, amigos y amigas, ¿está usted a favor o en contra? ¿tomará usted en conciencia una decisión? Si es así, entonces, ¡que el pueblo sea jurado del caso Uribe!
*Abogado, Especialista Derecho Procesal.
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