Por: César Mauricio Olaya/ Gustavo Sorzano puede aparecer en la historia del arte en Colombia como un genial arquitecto, quizá como uno de los creativos publicistas que marcaron pauta en su haber, porque no como artista plástico e incluso como hoy se le reconoce, el pionero del arte conceptual del país de la tricolor y a juicio que cualquiera de estos títulos le vendría bien.
Ahora, si lo buscáramos como un creador de figuras sorzanescas, estoy seguro que ni el buscador más eficiente le encontraría referencia, pues el término es una ocurrencia más de su sorzanesco cerebro de genio y ya veremos las razones.
Me encuentro con el artista en su amplio apartamento – taller; arte y más arte adornan cada rincón, cada espacio, cada lugar donde se pueda transitar de su estudio, sala, comedor. Una impresionante colección de DVD´s que dice está en la maratónica tarea de gestionar su donación a la Emisora Cultural de la UIS, enmarcan una gigantesca pantalla de televisor, que al mismo tiempo le sirve como pantalla a su portátil, desde donde maneja a su antojo sus procesos creativos; los mismos que en los años 70´s manejara a punta de fotocopias y tijeras, que en los ochenta complementara con publicaciones de dobles páginas en los periódicos nacionales y que gracias a su verbo y capacidad de convicción, terminaban siendo patrocinados o no le costaban un peso de su propio bolsillo.
Ese computador conectado vía Wi Fi con su celular y que hoy a sus 76 años, domina con la habilidad que ya quisiera tener un Milleniuns y desde donde sigue maquinando sorzanescas ideas que sin importar que se materialicen, son el motor de su alma de niño y su mente de genio.
Asegura que como si se tratara de una maravillosa obsesión, no para de seguir jugando a crear sus “finalizas”, como ha bautizado la serie sinfín de apropiaciones e intervenciones propias y ajenas sobre la figura de la Gioconda, popularmente conocida como la Monalisa. – “aquella lisa, cuya sonrisa quedó meciéndose en la brisa en los confines de la nada”, manifiesta el artista.
Le comento que la síntesis de esta conversación, le apunta a convertirse en una columna de opinión para el portal Corrillos, suelta una sonora carcajada y la inmediata ocurrencia. “Debiera ser una columna para Carrolillos”, como en el cuento de Lewis Carroll de Alicia en el País de las Maravillas, cuando ella perdida, tras salir de su fiesta de no cumpleaños, le pregunta al gato, ¿para dónde va este camino?, a lo que el gato le pregunta, ¿para donde quieres ir?, a lo que la niña le dice que no sabe para donde y el gato la sentencia: ¿si no sabes para donde quieres ir, para qué carajos quieres saber a donde lleva este camino?. Un total galimatías que evidencian que el artista sabe lo que hace y no quiere caer en el contertulio de las preguntas vacías y de una columna que no lleve a nada.
Seguidamente me aborda y con la mirada fija en la mía me pregunta: ¿qué tan inteligente se considera usted?, ¿le puedo hacer un test corto de inteligencia? Prende la gigantesca pantalla y tras un breve proceso de conexión con su ya organizada plantilla de ideas para enfrentar con irreverencias a sus visitantes, pone una imagen donde aparecen tres donas y una llanta alineadas. ¿Cuál es la diferente?, me pregunta. – Respondo con seguridad y rapidez, la llanta. Me mira, esboza una sonrisa burlona y la precede con otra carcajada. – Parece ciego, no ve que todos son distintos o todos son iguales si quiere. Son distintos porque hay una dona cubierta de arequipe, otra con fresas y otra con chocolate y está la llanta, pero son iguales porque todos son redondas.
Un caso de ejemplo para dejar ver el talante de loco y de genio con que se arropa, este artista santandereano al que hoy el país le rinde tributo al reconocerle el título de pionero del arte conceptual en Colombia. Vuelve en ese momento a su portátil y proyecta una nueva imagen que le sirve para exponer una de sus últimas ocurrencias: ¨usted debería poner a pensar a sus lectores sobre la importancia de la manzana, yo creo que esa fruta debería estar en el escudo nacional del planeta tierra. Por ahí circula un libro que dice que la culpa es de la vaca; yo creo que la culpa es de la manzana.

“La puta manzana nos metió en el cuento del fruto prohibido”, nos ilustró la historia de Adan y Eva, nos embaucó en la idea del pecado, rebajó el rol de la mujer al de una tramadora que hizo caer al casto Adán en la tentación. La misma puta manzana idiotizó a los griegos con la historia de la manzana de la discordia que a la final propició la guerra de Troya. La mismísima puta manzana le cayó en la cabeza al dormilón Newton y lo despertó de sopetón a la realidad y de allí nació la teoría de la gravedad que nos bajó literalmente de la nube en que los humanos estábamos metidos. Más recientemente Steve Jobs cambió la historia moderna con el desarrollo computacional sin límites y usó la puta manzana para hacer referencia al poder de los bytes informáticos, recuerde que ¨bites¨ en inglés, significa mordida, claro, no la que anhelan los políticos locales.
La conversación con el Maestro se alarga varias horas más, mientras que, a punta de café y torta de zanahoria, me sigue describiendo sus diez mil ocurrencias Sorzanescas, me cuenta que la última de ellas fue realizar un gran poster con las palabras con que el exalcalde Hernández se refiere a su predecesor “ese solo no saca cinco mil votos”. Se lo llevé al actual alcalde y espero que lo ponga en su despacho, para que le demuestre al país y a la ciudad, que no son los votos los que hacen a un gobernante, sino sus ideas y la forma de mirar la ciudad que le tocó gobernar. –“si me entiende cierto, se rajó en el test, pero usted no es bruto”, concluye.
Correo: maurobucaro2@gmail.com
Twitter: @maurobucaro