Por: Luis Carlos Heredia Ordoñez/ Es lamentable tener que oír, en muchos municipios fuera de Santander, la muy mala fama que tememos los santandereanos, especialmente de su notable falencia en aspectos como la tolerancia, el trabajo en equipo, además de la proposición y el debate propositivo
Con ello y no de gratis, se nos ha reconocido en muchos espacios como personas envidiosa y violenta, siendo este un arquetipo negativo del santandereano, que en realidad se ha esforzado por sacar adelante los procesos de construcción social.
Lamentablemente la imagen de los santandereanos como personas que hacen una apología a la resolución de conflictos por medio de la violencia, se ha vendido incluso como una caricatura de lo que son los santandereanos y en especial las mujeres santandereanas
El departamento de Santander, tiene retos muy importantes en el siglo XXI, especialmente a nivel ambiental y social, en donde la lucha en contra de la pobreza y de los efectos negativos desde lo económico por parte del Covid-19.
Los retos en la conservación del medio ambiente, que se han venido planteando en Santander, hace que se requiera del trabajo en equipo, de la tolerancia, y el respeto al pensamiento divergente en donde se puedan proponer acciones y alternativas, por ello el único camino por la construcción de acciones que puedan generar un departamento de Santander próspero y sobre todo enfocado en el desarrollo de la unidad, como una herramienta de prosperidad y desarrollo sostenible.
El santandereano no puede seguir creyendo que la censura, el discurso de odio y la justificación de amenazar y de agredir al otro sencillamente por odio, en especial basándose en chismes y en difamaciones.
Con ello, haciendo evidente que no puede tener un debate inteligente, con hechos y concreto en torno a sus problemáticas por lo cual pretende destruir al otro con o que sea posible, especialmente ya es conocido en el país el fracaso de estas estrategias de odio.
Los discursos de odio y de ataque que incluso han llegado a justificar asesinatos, ha sido el accionar de las Farc, que incluso hoy en día y durante muchos años han tenido en su modus operandi, estas acciones.
Logrando realmente, el desprecio del país, que ya no cree en intenciones cuando los hechos son todo lo contrario a el proceso de paz y sobre todo al discurso de perdón e inclusión que falsamente han usado para mostrar su presunto interés democrático.
Con ello, estas experiencias como las de las Farc, que han demostrado el odio y la intolerancia, así como la envidia, han llevado a ostracismo y el odio a miles de colombianos que no cree en las esperanzan de paz de las Farc.
Es que debe ser la unión, el común denominador de una sociedad que construye en la democracia, que propende por el desarrollo de un debate respetuoso, que no busca unirse solo para destruir al otro.
No se puede seguir viendo en Santander, a quienes tienen ideas diferentes o puntos de vista diferente, como enemigos a los que hay que atacar con difamaciones y ataques e incluso de manera irresponsable, ponerlos en riesgo por el odio que dicen profesar los alienados y enceguecidos ideológicos de ciertas organizaciones.
En Colombia y en Santander la envidia y el sectarismo social basado en los resentimientos y en las frustraciones hacia algunos profesionales de la región que hacen importantes aportes al desarrollo de nuestro departamento, ha empezado a derivar de manera peligrosa y en especial llegar a ser silenciados con amenazas y perfiles falsos en redes sociales.
Es el caso de esta conducta en “defensores y defensoras” del medio ambiente y de los derechos humanos, como ha pasa en Bucaramanga y en Floridablanca, en especial con ciertos grupos que dicen de dientes para afuera “defender el medio ambiente”.
Con esto en nuestra columna del día de hoy, no solo hacemos una reflexión sobre como el odio de algunas personas puede llegar a escalar a graves procesos de agresión a otros, sobre todo cuando proponen ideas y desarrollos para la mejora.
Pero también haciendo evidente que la mala fama de los santandereanos en temas como la envidia y el odio, lejos de ser un mito que debe quedar en los anaqueles de la historia y como un mal chiste es aún, no de los problemas más graves que no permite el desarrollo del departamento y mas en los retos ambientales, sociales y económicos del siglo XXI en Santander.
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*Tecnólogo ambiental, ingeniero ambiental.
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