Por: Roberto Aponte/ Lo usual para las personas es percibir la realidad de forma directa, interactuamos con el entorno, aunque muchas veces la mente nos atiene a inquietudes del pasado o el porvenir. Pero ese punto de nuestra existencia, la acción que realizamos en ese momento tiene un punto de partida o más bien una razón de ser.
Cualquier individuo labra su camino y para esto debe sortear con los obstáculos que se topa en su recorrido, pero todas esas situaciones tienen su origen, a esto apelo al mayor ambiente al que se ve sometido el ser humano, el cual es el ámbito social.
Nuestra política actual tiene sus razones, justificadas o no, son la consecuencia de la suma de varios factores, a veces lo sencillo es quedarnos en el “todo está mal” cuando la situación es más compleja, para llegar al entendimiento es necesario desenmarañar esa red, pero esto conlleva a la pregunta, a generar nuestra mente una cantidad de frases interrogativas precedidas por “por qué”.
La filosofía para muchos es subestimada, considerada como una asignatura tediosa o incluso de relleno, enfocada en simples reflexiones de pensadores de antaño que había que memorizar, cuando la realidad es que la importancia de la filosofía es que es la madre de todas las ciencias.
El indagar en el “Por qué” ha estimulado la búsqueda del conocimiento, al principio como un medio para sobrevivir al entorno, pero también para profundizar en nuestra esencia como individuos y preguntarnos qué significa nuestra humanidad. Aunque podría decir que nos hemos sobrepuesto sobre la naturaleza, al punto de que ahora evaluamos nuestro impacto, no obstante, lo que busco señalar es que ahora las preguntas deben centrarse en por qué nuestro entorno social es como es.
La política es la base de la sociedad, por eso sus representantes tienen una gran carga sobre sus hombros, aún más cuando las decisiones que toman generan tantas repercusiones y pueden afectar a muchas personas, no solo las que están bajo su jurisdicción sino también personas externas. Dentro de cada decisión radica un por qué, a fin de cuentas, para llegar a este pueden existir muchas motivaciones, además que evaluando al individuo lo adecuado es juzgar aspectos como las intenciones, experiencia y capacidades del político.
De esta forma establecemos una relación mutua en la que el ciudadano común debe entender la situación en la que se encuentra y darse cuenta como llego a su presente, mientras que el dirigente debe apersonarse del territorio que está gobernando, lograr conocerlo en mayoría y aprenderse minuciosamente las necesidades de cada habitante.
Administrar un país es una profesión que requiere un amplio conocimiento, tomar las decisiones más pertinentes para poder garantizar un mayor beneficio a todos los habitantes. Es difícil tener a todos felices, aun así, por cada individuo descontento se suma hasta conglomerarse una gran masa de indignación.
Actualmente vemos nuestro presente como un cumulo de situaciones donde para algunos las repercusiones pueden ser mucho mayores, una pandemia que condicionó la sociedad y afectó la economía, sumado a que ahora tenemos descontento con la reforma tributaria la cual se siente muy inconveniente con la situación actual. Entonces, nos preguntamos ¿Por qué pasó todo esto?
Aunque ahora me enfoco en el poder de la decisión como un desencadenante de centenares de por qué, establezco este flujo como un razonamiento intrínseco a la realidad. Aunque entender la causa de los sucesos no garantiza una solución, si puede prevenirlos a futuro o por lo menos darnos herramientas para fluir mejor y sobrellevar no solo las adversarias, sino ser más próspero en momentos de bienestar. En esto destaca la sonada frase “Un país que no conoce su historia está condenado a repetirla” pero a esto hay que sumarle cada experiencia individual.
Entender el porqué de las cosas y situaciones, es la mejor herramienta para tomar decisiones.
*Ingeniero Ambiental y escritor
Twitter: @robustories
