Por: Luis Eduardo Jaimes Bautista/ El Gobierno colombiano desde que llegó la pandemia al país (el 6 de marzo): La Covid-19, se trazaron los protocolos que dictaba la Organización Mundial de la Salud (OMS). El poder Presidencial con su gabinete, mediante decretos amparados en la declaratoria de emergencia sanitaria y puesta en marcha rigurosas medidas para contener la pandemia del coronavirus, se gestó el populismo, en virtud de la figura que tiene la ley colombiana.
Los asesores y “expertos” políticos en economía y pandemias, le hablaban al oído al señor Presidente Iván Duque, sobre qué debía hacer y cuáles las ganancias dentro de esa emergencia, defendiendo, sin saber que se traería más adelante. Cuando en Europa la enfermedad crecía en contagios, lo único que les interesó acá en el país, desde el inicio fue el impacto económico del “mal del siglo”, en el comercio y la crisis financiera de los grandes empresarios, la salud manejada por los privados y bancos. Dejando por fuera el gran problema de los medianos y pequeños empresarios, que alimentaban la informalidad de la gente, en un país donde el empleo caía en picada.
Fueron tres meses, perdidos en planeación para frenar la Covid-19, cuando ésta hasta hora estaba llegando, sin colocarle la debida atención y prever que el comercio en esos tres meses hubiera tenido su respiración, antes de ahogarse con los días sin IVA. En ese tiempo se tenía que haber aprovechado para la cultura, la pedagogía y conciencia social, qué era lo que se avecinaba con la pandemia, en el ascenso de curva de contagios. Sí dejando que todo se complicara en los meses de junio, julio y agosto, como estamos viviendo, donde ya no se puede tapar con disculpas y mentiras.
De acuerdo a los estudios sociológicos, el incumplimiento de las normas en Colombia no apareció con la pandemia del coronavirus, sino que procedemos de hechos históricos en el país. Los ciudadanos como el gobierno no respetan las normas. El Gobierno da ejemplo con la contratación de compras, sacando tajada para los bolsillos de los que gobiernan, ufanándose entre las sombras de la corrupción. De ahí que es difícil que la ciudadanía acate normas, en una tarea difícil, porque el ciudadano contraviene lo que más se le prohíba, sin antes hacerle saber, los perjuicios que conlleva cuando en realidad se le castiga.
Antanas Mockus tuvo mucha razón, cuando en su pedagogía de la cultura, mostraba el garrote y la zanahoria. Ese tema cultural que jamás las administraciones han podido entender, para la convivencia ciudadana. Basada en el respeto, por encima de la tolerancia a la que se ha acostumbrado el pueblo colombiano, quedando como ejemplo en los niños, hasta los abuelos, que exijan más derechos que deberes.
La indisciplina social, en un país acostumbrado al trago, los juegos, la diversión y los paseos, es la catarsis del relajamiento en estas medidas de confinamiento. El miedo, no existe, a no ser por un desastre natural, ejemplo un terremoto. Se espera que las ayudas lleguen y pasa el tiempo llorando sus muertos, pasando a un plano general del recuerdo. Armero, es una muestra.
La comparación, de hacer tomar conciencia a la pandemia que se padece, tiene otras connotaciones, que existen en la emergencia sanitaria por los enfermos, muertos y contagios, que cada día van subiendo por encima de los millones de contagios en América. Es como si las cifras no importaran. Caso el nuestro, que cada día suben y hasta que se terminen con cadáveres en la calle, la gente entre en razón que el virus si mata.
Siguiendo con la indisciplina social, esta no la arregla la policía y los comparendos o sacando el Ejército Nacional a la calle. Existirá un respeto. En Bucaramanga y su área metropolitana, en su mayoría, la gente jamás cambiará por predicar cada día la tolerancia, ese estereotipo de alegre y festiva, asumiendo la vida relajada, como siempre la han llevado, extremadamente relajada.
De qué nos valen los estudios antropológicos, sociológicos y psicológicos, si no ha existido la cultura del orden que debe empezar por cada familia con sus hijos, en una “democracia” extremadamente desordenada e inculta, anteponiéndose a las normas y al cuidado de la salud, que jamás el estado no ha cumplido con pacientes que antes de la pandemia, tenían enfermedades y solo esperan es morirse, porque no se les atiende en la EPS.
Mientras que en este país no exista el respeto o se cambie la forma de pensar y actuar, buscando mejorar los comportamientos y empezando a tener una cultura, seguiremos en las mismas, con los mismos lastres de Gobiernos y ciudadanía, envueltos en los engaños y la mentira, en su total subdesarrollo.
*Poeta y escritor.
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