Por: Javier Antonio Rojas Quitian/Con bombos y platillos, fue anunciado por parte de la Presidencia de la República, la concertación entre trabajadores, empleadores y gobierno nacional, que determinó un incremento del 10.7% en el salario mínimo legal vigente para el año 2022, alcanzando así, una cifra de un millón de pesos.
Para el gobierno nacional es un logro, ya que normalmente es difícil que se tase un incremento a través de un acuerdo entre las partes interesadas, lo normal es que el gobierno fije el incremento a través de un decreto, alejándose de los intereses especialmente de los trabajadores, además es el incremento más alto en décadas, por lo que será un golpe de opinión que de seguro repuntará y dará un aliento a la alicaída imagen de nuestro primer mandatario.
Ahora bien, aunque el incremento se toma como medida para oxigenar el bolsillo de los más de 4 millones de colombianos, que ganan entre 0.5 y 1 salario mínimo y que a raíz de la pandemia y la desaceleración económica han visto afectadas sus finanzas, la medida tiende a ser más mediática y populista, que efectiva ante la crisis de quienes sobreviven con este salario.
Para nadie es un secreto que los precios están por las nubes y aunque se habla oficialmente de una inflación del 6%, productos tan indispensables en la canasta familiar como la carne, los huevos, el pollo, el aceite, algunas frutas, entre otros, han experimentado un incremento de más del 12%, esto a causa de varias razones, entre ellas el desabastecimiento, el paro del año anterior, el costo de los transportes, la pandemia, la desvalorización del peso y por supuesto la especulación de los más avivatos.
Con el incremento del 10.7% en el salario mínimo, estos precios de los productos de la canasta familiar seguirán subiendo, toda vez que se incrementará el costo en la mano de obra, las materias primas y costos de transformación y producción, vamos a ganar más, pero la plática nos va a alcanzar para menos, es mejor no emocionarnos demasiado.
A los precios de los productos de la canasta familiar que se incrementarán, le podemos sumar los costos de los semestres en colegios y universidades, cotización a salud, pensión, riesgos profesionales, pasajes, impuestos, multas, estampillas, comparendos, todos ellos son establecidos teniendo en cuenta el salario mínimo legal vigente, por lo que igualmente se incrementarán en un 10.7%.
El costo de vida en Colombia lo determina el salario mínimo y si este sube desproporcionalmente con el crecimiento económico, estaremos simplemente frente a una devaluación mayor del peso, pero el alivio en el bolsillo será nulo.
La crisis económica del país y de las familias colombianas, no se soluciona con medidas coyunturales y desesperadas, es necesario voltear la mirada a los pequeños, medianos y grandes empresarios, a los sistemas de producción, para fortalecerlos, primero reduciéndoles impuestos directos y estimulándoles para la generación de empleos formales y permanentes.
Los empresarios, especialmente los pequeños y medianos, ven a la DIAN como la mayor de sus amenazas y le temen a formalizarse, porque no ven en las utilidades del negocio, la cantidad necesaria para responderle al estado. Colombia sofoca a sus pequeños y medianos empresarios, con compromisos tributarios imposible de cumplir y colocándolos a competir con los costos de las importaciones en unos TLC perversamente negociados.
Para que exista un verdadero incremento del salario mínimo, es necesaria la recuperación económica, pero esto se logra con un proceso serio de fortalecimiento de los procesos de producción y empresariales, es que la mayor parte de los productos que consumos en Colombia son importados, nos especializamos en exportar nuestras materias primas a bajos costos, para luego adquirirlas ya transformadas a precios elevados, desperdiciando la oportunidad de fortalecer procesos técnicos y tecnológicos de producción y de percibir sus utilidades económicas y laborales.
Valoro el esfuerzo que hace el gobierno y los gremios de producción y consumo, tras acordar este incremento, ojalá repercuta en el bienestar de las familias colombianas, pero no nos olvidemos que estas medidas deben ir acompañadas de planes más profundos, que en el largo plazo promuevan altos y sostenibles incrementos en los salarios y una verdadera reactivación económica.
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*Exalcalde de Sucre (Santander), Administrador de Empresas, Especialista en Gestión Pública y Magister en Políticas Públicas y Desarrollo.