Por: Gustavo Herrera Acelas/ Quienes odian la política consideran que la traición es inherente a ella y la verdad, efectivamente lo es. Porque es el juego del poder y en ese juego todo se vale.
La historia del mundo está llena de situaciones en las cuales antiguos aliados terminan matándose o en bandos opuestos ya sea por diferencias de opinión o por cálculos políticos, desde la antigua Grecia con Efialtes de Tesalia quien guió a los Persas a masacrar a los Espartanos; o el imperio Romano con los despiadados y depravados Nerón, Calígula y Augusto; o el imperio egipcio con la revolución de Akenatón, el faraón esposo de Nefertiti que eliminó 2.000 deidades de Egipto y declaró al Sol como único dios.
Ningún imperio ni nación ni gobernante se ha escapado a la traición. Pero hay muchas traiciones que son deseadas y esperadas. Por ejemplo, en el caso de Venezuela la esperanza es que alguno de los bandidos que rodean a Maduro lo traicionen y lo alejen del poder como ha sucedido con varios dictadores latinoamericanos; caso Noriega, Pinochet, Fujimori, etc.
En nuestro país la traición no es nueva. Viene desde la fundación de la República hace más de 200 años, en la famosa Conspiración Septembrina que fue un atentado contra la vida del libertador Simón Bolívar cuando era presidente de la Gran Colombia, ocurrido en Bogotá el 25 de septiembre de 1828 por sus mismos aliados.
El de la traición de los Comuneros santandereanos que fueron zalameramente engañados por la apostólica palabra del Arzobispo de Santa Fe, Antonio Caballero y Góngora, quien les ofreció no solamente atención a sus cuitas y requerimientos, sino el indulto y ya como Virrey, a los jefes principales de la rebelión sus cabezas fueron cercenadas y las extremidades amputadas; las de José Antonio Galán, Lorenzo Alcantuz, Isidro Molina y Manuel Ortiz y exhibidas para escarnio y terror popular.
Y tal como ocurriera con los remotos Comuneros del Siglo XVIII, también sucedió con el General Rafael Uribe Uribe en 1914, su trágica muerte y el manto de dudas sobre los autores intelectuales de su asesinato a hacha en el capitolio Nacional, han suscitado diversas especulaciones e imaginarios pero el más sonado de todos fue el de Jorge Eliécer Gaitán el 9 de abril de 1948, la teoría más acertada es que sus mismos partidarios lo mandaron a matar.
Casos más recientes como el de la traición de Juan Manuel Santos a Álvaro Uribe Vélez cuando anunció que se embarcaba en la búsqueda de la paz para Colombia, con lo cual este aparecía traicionando la causa en la que se había empeñado su jefe, la de aplastar a los grupos guerrilleros por la vía de una victoria militar.
Nuestro departamento tampoco ha sido ajeno a las traiciones. Se dice que el entonces gobernador de Santander Richard Aguilar Villa montó toldo aparte y le dio el apoyo al médico Holger Diaz a la gobernación y su padre el coronel Aguilar apoyó a Carlos Fernando Sánchez dando lugar a que el liberal Didier Tavera se tomara el palacio amarillo.
El caso bumangués está lleno de muchas historias de traición. María Eugenia Rojas más conocida como “la capitana”, en el 2003, presentó como candidato a la alcaldía de Bucaramanga para sucesor de su hijo Néstor Iván Moreno Rojas al empresario socorrano Honorio Galvis Aguilar y al poco tiempo de su mandato ya no le contestaba el celular, lo que calificó ‘la Capitana’ como una gran traición.
Posteriormente Luis Francisco Bohórquez Pedraza con el apoyo del empresario Rodolfo Hernández, quien manifiesta que gracias a su respaldo económico logró ser el alcalde de la ciudad y que incluso su fiesta de matrimonio fue patrocinada por él del cual fue su padrino, al poco tiempo no se podían ver porque el convenio que según Rodolfo era que lo apoyaba a ser su sucesor y no lo cumplió.
Posteriormente el empresario de la construcción Rodolfo Hernández Suárez logra ser el alcalde de Bucaramanga en el 2016 y en el 2019 apoya al ejecutivo de empresa, ingeniero Juan Carlos Cárdenas Rey quien sin conocerlo casi nadie de la clase política ni en la ciudad logra ponerlo por firmas en su movimiento Lógica, Ética y Estética, como el nuevo gobernante de los bumangueses con su eslogan “No Robemos, No Mentiremos y No traicionemos”.
Hoy el Ingeniero Rodolfo Hernández se siente nuevamente traicionado por partida doble con su antecesor y su sucesor, es decir metafóricamente con su esposa y su amante. Según Nicolás Maquiavelo, “los traidores son los únicos seres que merecen las torturas del infierno, sin nada que pueda excusarlos”.
Esto da una idea de la gravedad del término, que se instala como una mancha de Caín sobre la frente quién según la historia religiosa fue el primer traidor y posteriormente el más sonado, el tesorero de los discípulos, Judas Iscariote quien vende por 30 monedas de oro a su maestro Jesucristo.
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