Por: Libardo Riaño Castro/ Hace ya, algunos años tuve la oportunidad de leer un maravilloso libro titulado “Ensayo sobre la Lucidez”, del extinto escritor y premio nobel de literatura portugués José Saramago, maestro de la palabra que cautivo al mundo entero con sus analogías y parábolas que hacían un análisis profundo de la sociedad posmoderna y sus “demonios contemporáneos”.
Recuerdo bien que la historia narrada en esta novela, fue la de un pueblo entero que en ocasión de sus elecciones decidido masivamente votar en blanco, logrando así enviar un mensaje a los partidos políticos que históricamente habían luchado por el poder en ese país, el mensaje fue claro y contundente, le dijeron por medio de las urnas, estar cansados de la forma como se venia gobernando y administrando su nación, mandando al traste el tradicionalismo electoral, desempolvando la constitución y las leyes, provocando de nuevo la convocatoria a nuevas elecciones, pero de igual forma el experimento se repitió, y volvió a ganar el voto en blanco.
Esta situación desencadeno en el gobierno en cabeza del ejecutivo y acompañado de sus ministros, legisladores y jueces, una cacería de brujas para según ellos desenmascarar el complot contra la sacrosanta democracia electoral.
No pretendo continuar narrándoles la historia de esta novela, sino rescatar de ella este fragmento proscrito, para traerlo a nuestro contexto actual colombiano, que si bien es cierto, no se puede comparar con la sociedad descrita por Saramago en su libro, si podemos atrevernos a soñar, con que un día, nuestra sociedad acostumbrada a vivir en una ceguera política, que le da la espalda a su propia historia, pueda algún día, como constituyentes primarios, como ciudadanos soberanos de nuestra patria, despertar y reflejar una lucidez política traducida en las urnas.
Algunos pensarán que esto es un utopismo imposible de realizar, en una sociedad en la que la cultura de la corrupción esta tan arraigada y sostenida en nuestras practicas electorales, en donde sobreabundan las prebendas, el trasteo de votos, compra y venta de votos, entre otras pandemias electorales.
Precisamente creo en esta visión utópica porque también creo que esta nueva generación que se está levantando de jóvenes con la posibilidad de elegir los designios del país, esta tomando conciencia que el tradicionalismo político colombiano no ha sido el jalonador de la transformación social que requerimos para salir del subdesarrollo en el que nos hemos hundido.
Pero, de igual forma, también quiero expresarles a estas nuevas generaciones, que la solución no es cambiar la derecha por la izquierda, ni tampoco volvernos un socialismo utópico, ya que el mundo de la globalización no admite colados tercermundistas con economías centralizadas, ya que como todos sabemos, el reinado económico mundial, lo ostenta la economía de mercado y sus variables capitalistas.
No estoy haciéndole eufemismos al capitalismo, porque comprendo las nefastas consecuencias que este sistema le ha hecho a la sociedad colombiana, lo que pretendo señalar, es que la revolución social que necesita el país, no debe pasar por el anarquismo social, y por la violencia que genera más violencia exacerbando día a día los odios, los sectarismos y los fundamentalismos del país, sino debe trasladarse a una revolución de las urnas, de los votos, del mandato de la ciudadanía, que le envié un mensaje claro y contundente a la clase política, diciéndole que no les creemos más, que no caeremos mas en sus falacias electorales, que lo único que buscan es el voto mediático del pueblo, para luego perpetuarse en el poder y cambiar las promesas de campaña, por medidas que ahogan mas al pueblo colombiano, sumiéndolo mas en la pobreza y convirtiendo a nuestra nación cada día más y más, paria en la escala mundial.
Y ya, que está de moda en los jóvenes hablar de la primera línea, yo les propongo a los universitarios manifestantes, que organicen una primera línea de sufragantes, conformada por millones de jóvenes, con conciencia critica y que propongan candidatos, alejados de las maquinarias de partido y de sectores hegemónicos, que propongan mas bien un debate de ideas y de soluciones y que el nuevo escenario de las manifestaciones, se traslade de las calles, a las urnas, a las elecciones que se avecinan, ya que si no, proponen realmente candidatos, con ideas claras y soluciones reales, la lucha social de las marchas y paros nacionales, pronto será olvidada por este “macondo colombiano”, acostumbrado a vivir del momento y a olvidar y pasar de página.
Volveremos a vivir de nuevo, esa historia sin fin colombiana, ese bucle que va y viene repitiendo la historia caótica que llevamos a espaldas por mas de sesenta años, porque si en el escenario político, vemos como únicas opciones: “al que diga Uribe”, o “Petro”, o a “Fajardo”, estaremos de nuevo cayendo en la “ceguera política” que profetizo una y otra vez, Saramago.
Todos coincidimos, que el país no puede continuar, así como va, inseguridad, pobreza, desempleo, migración venezolana, la situación de la educación y de la salud cada día más paupérrima, la devaluación del peso, que no es tenida en cuenta con los aumentos salariales de fin de año, que minan las posibilidades de los colombianos que devengan este básico vital, la corrupción y la inseguridad por las nubes, mientras que el gobierno se dedica mas a defenderse que a gobernar, este panorama tan desolador, no puede continuar, porque Colombia merece un mejor futuro, para nuestras nuevas generaciones.
Es por esto, que debemos responder en las urnas, proponiendo cambios, con los instrumentos que la constitución y las leyes nos otorgan, defendiendo la Democracia, porque creemos que la Democracia es el camino, y no la anarquía social, ya que esta, se presta para futuras incursiones dictatoriales, de cualquier vertiente, que seria el peor y mas oscuro de los escenarios.
El final, para los que leyeron ensayo sobre la lucidez, describe una desgarradora realidad, que no es la que soñamos los colombianos, pues todos queremos una sociedad justa, equitativa, progresista, un país en donde todos quepamos y en donde todos disfrutemos de sus maravillas.
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*Docente, Comunicador Social, Educomunicador.
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