La pandemia del Covid-19 no trajo ni paz ni tranquilidad para muchos colombianos. Por el contrario, la pandemia agravó la situación humanitaria de la población de varias zonas del país, según el último informe del Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR). El organismo internacional identifica por lo menos cinco conflictos armados en Colombia: el que opone al Estado colombiano con los disidentes de las antiguas FARC, con el Ejército de Liberación Nacional (ELN) y con el Ejército Popular de Liberación (EPL). También está el conflicto entre ELN y el EPL por el control de varios territorios y el quinto es el que representa el grupo paramilitar de las Autodefensas Gaitanistas de Colombia (AGC).
«La pandemia hizo que las comunidades que viven en zonas afectadas por la violencia quedaran sumidas en un miedo aun mayor al que ya vivían, y no solo por la presencia de un virus que ha afectado a miles de familias, sino por lo que implica verse desprotegidas en medio de conflictos armados que parecieran empeorar a medida que pasan los meses» escribe el CICR en su informe ‘Retos humanitarios 2021’.
Lorenzo Caraffi, jefe de la Delegación del CICR en Colombia, precisa que los conflictos no tocaron a todo el territorio colombiano de forma uniforme sino que las violencias se agudizaron en ciertas zonas del país. Los territorios más afectados por las violencias son los departamentos de Nariño, Cauca, Valle del Cauca, Chocó (todos ubicados sobre el Pacifico colombiano), Antioquia, Norte de Santander y Arauca.
Lorenzo Caraffi indica de qué manera la pandemia agravó la situación humanitaria para la población civil de estos territorios. «Por un lado la pandemia del Covid-19 a veces fue la ocasión para que los grupos armados establecieran o reforzaran un control territorial y sobre la población. Por otro lado, agravó las consecuencias humanitarias porque porque como nadie podía desplazarse durante la pandemia, las víctimas no pudieron acudir a las estructuras estatales o a las organizaciones humanitarias para pedir asistencia, y las mismas estructuras estatales y organizaciones humanitarias no pudieron atenderlos y ofrecer su asistencia».

Varios indicadores preocupan a la organización humanitaria, que está presente en Colombia desde hace 52 años. En primer lugar, 389 personas fueron víctimas de artefactos explosivos como minas antipersonales, restos explosivos de guerra y artefactos con detonación controlada.
«Desafortunadamente, las cifras que recogimos de víctimas de artefactos explosivos en 2020 son las más altas de los últimos 4 años», comenta Caraffi. Un aumento que «se explica con la disputa por el control territorial que los diferentes actores armados están teniendo».
Violencia contra el personal médico
Otra cifra preocupante fue el aumento del 49 % de los ataques contra el personal médico, instalaciones y vehículos sanitarios. Estos 325 ataques constituyen la peor cifra registrada por el CICR en los 24 últimos años. «Una cifra que muy probablemente es subestimada con respecto a los actos que realmente sucedieron», precisa Lorenzo Caraffi. «Es una paradoja. Cuando más necesitamos al personal médico, el personal médico es atacado. Y lo que nos preocupa también es que el 50 % de estos ataques vinieron de pacientes, familiares y miembros de la comunidad. Así que hacemos un llamado a los colombianos y también a los actores armados para que respeten al personal médico», señala.
Una persona desaparecida cada tres días
La desaparición forzada es un práctica histórica en Colombia que no terminó con la firma del acuerdo de paz entre el gobierno y la guerrilla de las FARC en 2016. Prueba de ello es que, en 2020, el CICR documentó 114 casos de este delito. Esto equivale a «una (desaparición) cada tres días», precisa el informe.
El Comité Internacional señala que la desaparición forzada es una estrategia de guerra que «continúan usando todos los actores amados para atemorizar a la población civil, con el fin de mantener el control del territorio o por no dar un trato digno a los cadáveres». La búsqueda de las personas desaparecidas fue aún más difícil con la pandemia y las restricciones de circulación.
A pesar de la preocupación de la organización por el deterioro de estos indicadores, Lorenzo Caraffi destaca una evolución de largo plazo: «tengo la suerte de haber trabajado en Colombia ya dos veces, así que puedo comparar personalmente la situación de hoy en día con la situación a principios de los años 2000. Puedo decir que no es comparable. Afortunadamente, no estamos en la situación de comienzos de los años 2000». A principios de siglo, Colombia padeció su periodo más violento de toda la historia, según las cifras de la Unidad de Víctimas.
Aunque la realidad hoy es diferente, Caraffi advierte que hay motivos para preocuparse. «Sí vemos que en los últimos años hubo un aumento de las consecuencias humanitarias de los conflictos en ciertas zonas del país. Y eso nos preocupa. Pero gracias al diálogo bilateral, confidencial y a la confianza que tenemos con todos los actores armados, podemos compartir con ellos estas preocupaciones de manera que pueda haber una reducción de las consecuencias humanitarias», señaló el jefe de la Delegación.
En 2020, el trabajo del CICR permitió que 22 personas que estaban en manos de grupos armados recobraran la libertad. En más de 50 años de presencia del CICR en Colombia, el organismo ayudó a liberar a 1805 personas.
Wow that was strange. I just wrote an extremely long comment
but after I clicked submit my comment didn’t appear.
Grrrr… well I’m not writing all that over again. Anyway, just wanted to say fantastic blog!!