La política santandereana se encuentra en un momento de alta tensión y expectativa. La anulación de la elección de Jaime Andrés Beltrán como alcalde de Bucaramanga ha abierto la puerta a unas elecciones atípicas que podrían celebrarse en los próximos dos meses. En este escenario, la fuerza política de los Díaz Mateus —encabezada por el gobernador Juvenal Díaz Mateus, el exsenador Iván Díaz Mateus y el actual representante a la Cámara Luis Eduardo Díaz Mateus— empieza a mover sus fichas con discreción, pero firmeza.
Dos nombres emergen como posibles candidatos respaldados por este grupo político: Lina María Barrera Rueda, expresidenta de ENTerritorio y exviceministra del Deporte, y el coronel (R) Guillermo Blanco. Ambos representan perfiles distintos, pero complementarios, que podrían captar el voto ciudadano en un momento de incertidumbre institucional.
La anulación de la elección de Beltrán por parte del Consejo de Estado, debido a presuntas irregularidades en su inscripción, ha dejado a Bucaramanga sin un liderazgo claro. La ciudad, que enfrenta desafíos en seguridad, movilidad y reactivación económica, necesita una figura que combine experiencia, legitimidad y capacidad de gestión.
Este vacío ha reactivado las dinámicas internas de los partidos y movimientos regionales. En particular, el grupo político de los Díaz Mateus, con influencia en el Partido Conservador, busca posicionar una figura que garantice continuidad en sus apuestas de gobierno y que pueda articularse con la administración departamental.
Trayectoria técnica y política
Lina María Barrera Rueda nació en San Gil (Santander), en 1972. Es administradora de empresas, con especializaciones en Gestión Estratégica de Mercadeo y Derecho de Seguros, además de una maestría en Administración de Negocios. Su carrera política comenzó como representante a la Cámara por Santander entre 2010 y 2018, donde se destacó por su trabajo en temas de infraestructura y desarrollo territorial.
Posteriormente, ocupó cargos de alto nivel en el gobierno nacional: fue subgerente del Fondo de Adaptación, viceministra del Deporte y presidenta de ENTerritorio, entidad encargada de promover el desarrollo territorial en Colombia. Su perfil técnico, sumado a su experiencia legislativa, la posiciona como una posible candidata con capacidad de gestión y conocimiento del aparato estatal.
En Bucaramanga, su nombre genera simpatía en sectores empresariales y conservadores. Su eventual candidatura podría capitalizar el voto femenino y el respaldo de redes institucionales, pero necesitaría conectar con las bases populares de la ciudad.
Seguridad y liderazgo operativo
El coronel (R) Guillermo Blanco es una figura reconocida en Bucaramanga por su paso por el Ejército Nacional. Su labor en la fuerza castrense durante 28 años se caracterizó por su experiencia en temas de seguridad y antiterroristas.
Aunque no tiene una trayectoria política formal, su perfil de liderazgo operativo y su discurso centrado en la seguridad podrían conectar con una ciudadanía preocupada por el aumento de la violencia urbana. En los últimos meses, ha participado en foros y encuentros comunitarios, lo que sugiere una preparación para asumir un rol más político.
Su eventual candidatura contaría con el respaldo de sectores independientes y podría ser presentada como una opción “antipolítica”, en contraste con los perfiles tradicionales. Sin embargo, su falta de experiencia en gestión pública y su limitada red política podrían ser obstáculos en una campaña corta y altamente competitiva.
La estrategia de los Díaz Mateus
La familia Díaz Mateus ha construido una estructura política sólida en Santander, basada en el control territorial, la articulación institucional y la capacidad de movilización. Juvenal Díaz Mateus, como gobernador, ha mantenido una imagen de gestión técnica, mientras que Iván y Luis Eduardo Díaz Mateus operan como articuladores políticos en el Congreso y en las bases regionales.
La apuesta por Lina Barrera o Guillermo Blanco responde a una lógica de complementariedad: ella representa la gestión y la institucionalidad; él, la seguridad y el liderazgo ciudadano. Ambos podrían ser presentados como opciones viables para garantizar gobernabilidad en Bucaramanga y alineación con el gobierno departamental.
Además, la coyuntura de elecciones atípicas —con tiempos cortos de campaña y alta volatilidad electoral— favorece a candidatos con estructuras ya consolidadas. En este sentido, los Díaz Mateus tienen ventaja frente a otros actores que apenas empiezan a organizarse.
¿Quién tiene más posibilidades?
Según datos de la Registraduría, en Bucaramanga hay cerca de 400.000 ciudadanos habilitados para votar. En las elecciones de 2023, Jaime Beltrán obtuvo más de 100.000 votos, lo que indica un alto nivel de movilización. Sin embargo, la anulación de su elección podría generar desconfianza y abstención.
Lina Barrera, en sus dos elecciones a la Cámara, obtuvo más de 60.000 votos en Santander, con una base importante en Bucaramanga. Su experiencia en campañas podría ser clave para activar redes de apoyo. Guillermo Blanco, por su parte, no ha participado en elecciones, pero cuenta con reconocimiento ciudadano y podría captar el voto de opinión.
En términos de alianzas, Barrera podría sumar apoyos del Partido Conservador, sectores empresariales y redes institucionales. Blanco, en cambio, podría atraer a votantes desencantados con la política tradicional y a sectores juveniles preocupados por la seguridad.
¿Quién sería la mejor opción para Bucaramanga? La respuesta depende del enfoque que se quiera dar a la administración municipal. Si se prioriza la gestión técnica, la articulación institucional y la continuidad con el gobierno departamental, Lina Barrera parece la opción más sólida. Si se busca un liderazgo ciudadano, centrado en la seguridad y el control del orden público, Guillermo Blanco podría ser la figura indicada.
Ambos representan las “cartas bajo la mesa” de los Díaz Mateus, pero su perfil, trayectoria y estilo de liderazgo son distintos. La decisión final dependerá de la capacidad de conectar con la ciudadanía, de construir una narrativa convincente y de movilizar apoyos en un tiempo récord.
Lo cierto es que Bucaramanga se encuentra ante una encrucijada política. Las elecciones atípicas no solo definirán al próximo alcalde, sino también el rumbo de una ciudad que necesita liderazgo, legitimidad y visión de futuro.