Por: César Mauricio Olaya Corzo/ Y es que es precisamente en esta capacidad de pintar con palabras lo observado, donde radica el encantamiento de la buena literatura, de una sensitiva poesía o de una exquisita canción, donde las letras se vuelven himnos, odas y elegías.
Hoy no puedo dejar pasar el dictado que el alma me susurra al oído, en la aún muy fresca sindéresis de experiencias vividas en el marco de la fiesta de tradición más antigua en todo el territorio patrio: las cuadrillas de San Martín, la más grande y bella obra teatral, dancística, cultural, musical e increíble sincretismo de tiempos, historias, narraciones, mitos y leyendas, conjugadas en el sentir de un pueblo grande y admirable, que representa la Colombia inédita que tanto nos negamos a reconocer.

Colombia es un país de regiones y cada una de ellas, además de una geografía que conjuga identidades sociales, económicas, culturales, humanas y muchos otros factores comunes, es una demarcación de un espacio de reconocimiento y lamentablemente, también de desconocimiento.
En estas regiones de nuestro bello país, se da el desafortunado desequilibrio entre la Colombia que se proyecta al mundo y la Colombia desconocida y olvidada.
A esa Colombia del olvido, pertenecen esas dos geografías que conforman los llamados Llanos Orientales, que son en realidad, dos llanos: el del Casanare y el de San Martín.

En ese inmenso océano verde, se localiza el pueblo de San Martín del Llano (su nombre oficial), perteneciente al Departamento del Meta y localizado a menos de dos horas de la capital Villavicencio, amén de ser la fundación más antigua de toda esa amplia geografía llanera, la cual se atribuye al español Pedro Daza de Heredia, en el año de 1585, escasamente 50 años después de la fundación de Santafé de Bogotá.
En este territorio habitado inicialmente por más de seis tribus indígenas, se dio inicio en el año de 1735, a la más antigua de las fiestas tradicionales que se celebran en nuestro país y qué, de acuerdo con los escritos históricos, fue el resultado de una dinámica sincrética entre las fiestas celebradas por los nativos bajo el nombre de Las Doce Lunas, con la puesta en escena de un conjunto epopéyico costumbrista que introdujo el sacerdote Gabino de Balboa y que sumaba narrativamente, los aconteceres de la criollada, con los relatos de caballería, las justas medievales y la presencia de múltiples culturas, derivadas de las dinámicas de la conquista, con la presencia de las huestes españolas, los esclavos africanos, tropas moras que quisieron hacerse al pastel territorial de apropiación y obviamente, los naturales indígenas.

Los Cachaceros símbolo mayor de la fiesta
La historia de la comparsa que atrae la mayoría de las miradas de propios y extraños en el marco de la fiesta de las Cuadrillas de San Martín, tiene varios componentes. El primero, tiene como referente a los esclavos africanos que fueron introducidos en masa para la explotación y siembra de la caña de azúcar en los territorios brasileños.
De acuerdo con la narrativa, muchos de estos esclavos lograron huir de las plantaciones y con el fin de invisibilizarse en medio de la selva, se cubrían con pieles de animales y untaban sus cuerpos con la oscura melaza de la caña, que era llamada Cachaza.
En otra posible raíz nominal, surge lo el que llanero nombra al caballo retrechero o rebelde, como cachalero, apareciendo en mención dos elementos propios de la doma ecuestre: el cacho con el que los vaqueros acudían al trajín de la vaquería; como al uso de la cachera, una pieza elaborada a partir del cacho de la res, que el vaquero utiliza en la faena del amarre del ganado desbocado.

Ahora bien, indiferente del origen de esta nominación, lo que sí es innegable es qué dentro del juego de las cuatro cuadrillas, que están nombradas como Moros, Guahibos, Galanes y Cachacero, esta última capitanea todo el poder del encantamiento, que además conserva toda una serie de determinantes donde se suman herencias, roles, transformaciones, representaciones y la enigmática presencia de la máscara como símbolo de un poder centrado en el oscurantismo inédito de quien está tras ella.
Un grupo de jóvenes artistas, escritores, fotógrafos, diseñadores y en total conjunto, un sumando de soñadores, integran el laboratorio creativo Peces Fuera del Agua, qué gracias a ellos, el autor de estas líneas pudo hacerse presente en estas fiestas, ingresando al seno profundo de sus protagonistas, asistiendo como espectador al íntimo proceso de su transformación, y conociendo de cerca, demasiado cerca, el mundo oculto del Cachacero.

Al amparo de esta extraordinaria oportunidad, pude conocer que tras estos atemorizantes atavíos, están Miguel Ángel Cruz, de profesión Contador Público y funcionario de la Alcaldía; Alex Toro ingeniero mecánico; Alexander Rubio prestigioso ganadero de la región; Óscar Mora quien trabaja como vigilante; John Benavides, ingeniero de petróleos y contratista de una multinacional de la zona; Darío Herrera, profesor pensionado que otrora infundía terror en sus clases de matemáticas y Carlos Alberto Castro, mejor conocido como Chayanne, que hoy oficia como serenatero, pero que en sus tiempos juveniles, era reconocido por sus habilidades en la doma de caballos.

Otra de las condiciones que hacen parte de este universo oculto del Cachacero, tiene que ver con que la aceptación a hacer parte de la cuadrilla, además de la obvia y prioritaria capacidad de monta y dominio del caballo, es que un peso determinante lo define la herencia, qué como en el caso de ¨Chocolate¨, como es apodado Luis Eduardo Cruz Lozano, hoy ostenta el título de Cachacero Mayor, con más de ocho generaciones que entre padres e hijos, han conservado esta titularidad.
«Durante 47 años continuos hice parte del combo Cachacero y este año, al recibir el título de Cuadrillero Vitalicio, le entrego las banderas a uno de mis hijos, quien tendrá la responsabilidad de hacer lo propio dentro de algunos años, de manera que siempre nuestro apellido esté relacionado con esta expresión de nuestra cultura sanmartiniana».
En próximas entregas ahondaremos un poco más en esta fiesta, patrimonio de todos los colombianos y que hoy reclama ser nombrada como patrimonio cultural de la humanidad.

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*Comunicador Social y fotógrafo.
Que interesante historia, mi querido Mauricio y tus fotos impecables como siempre.
Gracias por compartir , el deleite para el Alma y el Espíritu , de poder leerte.
Abra 💖 Besitos Festivos San Martinos