Por: Laura María Jaimes Muñoz/ Es la oportunidad que tiene muchos de los hoy elegidos de demostrar con hechos sus palabras, ya que, en definitiva, en este proceso electoral favoreció a las opciones de centro, es una postura que permite cristalizar sus proyectos, sus propuestas, aunque en la mayoría de los casos las decisiones deben ser consultadas y su autonomía resulta incierta.
Pero vale la pena resaltar que los ciudadanos estaban en silencio esperaron el día electoral para decidir y “arriesgarse” nuevamente a una administración de palabras que por los diferentes medios de comunicación lograron influenciar de manera masiva el ejercicio de la política.
Si bien es cierto hay un gran grupo de personas que no participan en las contiendas electorales, pero que en este momento están decidiendo el destino de muchas personas que han venido sufriendo la desigualdad del pueblo, pues las necesidades vitales no tienen color ni estrato.
Las oportunidades, el trabajo bien remunerado, la alimentación, la salud, la educación, el vestir, la recreación, la seguridad, las condiciones de vida digna y demás factores para vivir en armonía no dependen de qué lado estamos no interesa ni la derecha ni la izquierda. Esperemos que esa decisión sea la mejor.
También observamos a los -o las- que utilizaron la religión para lograr convencer a los electores de sus propuestas religiosas y extremistas ¿Cuál es el problema? “…El problema es la corrupción de la religión, sobre todo en su cabeza, en aquéllos que se presentan como sus pastores. Es el caso de la Iglesia que se presenta corrupta en su cabeza…” (Maquiavelo, 1971[a]: p. 85).
Es así que el aspecto más importante de la religión que destaca Maquiavelo es el “temor a los dioses”. Ello fue lo que permitió a los romanos realizar hazañas increíbles que, de otra manera, hubieran sido imposibles.
Efectivamente utilizar la religión es un arma que en pleno silgo XXI sería volver a los tiempos del “Roma” donde la que estaría amenazada sería la libertad.
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