Por: Jhon F Mieles Rueda/ La sociedad actual ha ido incursionando en los últimos años en gran medida y con mayor propiedad en las redes sociales, tanto que hoy día ya se convirtió en una necesidad, es decir, sino tienes un perfil en alguna de estas redes, será mucho más complejo relacionarte con las demás personas.
Con el auge de la tecnología y la pandemia Covid-19, las relaciones sociales dieron un giro de 360º, puesto que todo se maneja desde la virtualidad, los niños y jóvenes no tienen la oportunidad de interactuar físicamente en sus clases académicas.
Ya que en estos tiempos, la comunicación se desarrolla a través de una pantalla; ese mismo es el caso de los universitarios y los empleados de algunas de las empresas de nuestro país que a raíz de la situación desarrollan su trabajo interno desde casa.
Pareciera que se ha desatado una competencia social por la imagen y la construcción del estereotipo de vida que está de moda, escudándose en las herramientas que a esto favorecen.
Por una parte se encuentran aquellos usuarios que se esfuerzan por mostrar a los demás cibernautas un estilo de vida casi perfecta, una alimentación saludable, actividad física, disciplina, viajes, amor por su pareja y lazos amorosos aparentemente inquebrantables.
Lo cual, aterrizando en la realidad no es más que una máscara, y si no lo es en su totalidad, sí que tiene algo de cierto, porque se cohíbe al ser humano de la expresión genuina del ser.
Pero ese no es realmente el problema, la cuestión aquí es que cada vez es más común ver este tipo de comportamientos y actitudes en redes sociales, y cada vez son mas las personas que los adoptan para como lo decía al principio empezar a hacer parte de esta competencia en redes.
Lo grave del tema es como esto afecta especialmente a las nuevas generaciones que están permeadas por las apariencias y el facilismo, anteriormente instruir y educar un joven era complejo, ahora la tarea es más ardua justamente por el empleo que se le está dando al tiempo libre y el amplio tiempo en el que se está tras una pantalla, consumiendo cualquier tipo de contenido, pero sobre todo aquel que poco aporta a una formación integral para la vida.
Sin embargo pareciera que nos hemos dedicado a pensar y a vivir solo el presente, sin prever en cómo esto afectará en un futuro; ahora dejando de lado un poco la esfera social, adentrémonos en el ámbito psicológico, donde según un estudio titulado “Estado de la Mente, examinando los efectos positivos y negativos de los medios sociales sobre la salud de los adolescentes”, publicado por la RSPH (Royal Society for Public Health) y el movimiento por la salud de los jóvenes (Young Health Movement).
Indica que el uso no regulado de las redes sociales acarrean en los jóvenes problemas relacionados con ansiedad, depresión y trastornos del sueño, puesto que la mayoría de los jóvenes emplean el internet únicamente para hacer uso de las herramientas en mención, lo cual no solo acarrea las problemáticas anteriormente mencionadas, sino otras como el ciberbullyng.
Estando ya un poco contextualizada la temática pasemos ahora al campo profesional y detengámonos a pensar desde esta óptica, ¿cuál será el futuro del país? y aunque suene un poco cliché algo de razón hay en la frase “para ser buen profesional, primero hay que ser buen se humano”.
Pero como lograrlo si se han dejado de lado los valores tan importantes como la honestidad y el compromiso remplazados por la obligación y la relatividad situacional, y a su vez la falta de amor propio y de originalidad.
Entonces esto nos hace preguntarnos… ¿Son las redes sociales una ciberpandemia? Cabe mencionar que no se trata de satanizar las redes porque estas son un buen avance de innovación que trae consigo grandes beneficios.
Pero si es oportuno empezar a reflexionar y a direccionarlas desde un enfoque sano y productivo que permita a su vez, contribuir en la construcción de una mejor sociedad.
(Agradecimientos a Angie Paola Hernández, pasante de comunicación social por compartir su punto de vista.)
*TG. Agroforestal, pensador y político.
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