Por: Jhonathan Méndez/ Durante años, Santander ha forjado artistas a pulso, con esfuerzo, pasión y pocas vitrinas donde mostrar su arte. Hoy, esa historia empieza a cambiar. Ocho artistas de nuestra tierra tendrán la oportunidad de presentarse ante empresarios, medios de comunicación y figuras del entretenimiento nacional, abriendo puertas que antes parecían inalcanzables.
Y es que este no es solo un evento musical: es un acto de fe en el potencial de nuestra región. Es la prueba de que, cuando se siembra con amor y se insiste con convicción, el arte florece y encuentra caminos nuevos para llegar más lejos.
Cuando el talento se encuentra con la oportunidad
En un país donde las oportunidades para los artistas emergentes son escasas, tener un espacio de visibilidad en un evento de talla internacional es un rayo de luz que ilumina no solo carreras individuales, sino la autoestima cultural de toda una ciudad.
La elección de Bucaramanga como sede no es un gesto menor. Es el reconocimiento a un movimiento cultural que, aunque muchas veces ha sido silencioso, nunca ha dejado de latir. Es la validación de que, aquí, en cada barrio, en cada escenario pequeño, en cada ensayo nocturno, hay talento que merece ser aplaudido y proyectado al mundo.
Un mensaje para toda la región
El showcase de los Latino Music Awards no solo debe ser visto como un espectáculo de una noche. Es una señal para todos: para los artistas que sueñan, para los gestores que luchan, para los públicos que apoyan.
Nos recuerda que la cultura es un faro que no solo ilumina, sino que también sana, une y transforma. Que invertir en nuestros artistas es apostar por una ciudad más vibrante, más humana, más viva. Que detrás de cada canción, de cada acorde y de cada verso hay una historia que merece ser escuchada.
Hoy, Bucaramanga tiene la oportunidad de demostrar que su talento no solo existe: late con fuerza y está listo para conquistar nuevos horizontes.
La música como lenguaje universal de esperanza
En medio de tantas noticias de incertidumbre, este evento nos devuelve algo que nunca debemos perder: la esperanza. Nos recuerda que, incluso en tiempos difíciles, la cultura sigue siendo un refugio, una trinchera de sueños, una plataforma para construir futuros más luminosos.
Porque cuando un artista local pisa un gran escenario, no solo abre camino para sí mismo: abre rutas de esperanza para todos los que vienen detrás. Cada nota, cada aplauso, cada logro individual es, en realidad, una victoria colectiva para la cultura santandereana.
Que esta primera vez no sea la última. Que el 8 de mayo, en la emblemática Discoteca Cantina 35, cada acorde, cada verso y cada interpretación de nuestros ocho artistas sea un grito de identidad y de sueños cumplidos. Porque aquí no solo se hace música: aquí se construyen historias que emocionan y unen corazones.
Que suene la música. Que vibre el alma. Que Bucaramanga no sea solo escenario, sino protagonista de un nuevo capítulo donde la cultura se celebra y se expande. Porque cuando un artista de nuestra tierra triunfa, no solo gana él: ganamos todos.
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*Artista y consejero cultural santandereano.
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