La crisis energética en Líbano escaló unos peldaños más este sábado, aumentando la tensión y penumbra. El avance del problema se produjo después de que las dos centrales eléctricas más importantes de la nación se vieran obligadas a interrumpir su servicio debido a la falta de combustible.
Un funcionario explicó que la red eléctrica libanesa «dejó de funcionar por completo el sábado al mediodía y es poco probable que se active hasta el próximo lunes o durante varios días más», lo cual acrecienta la preocupación de una población que padece la ausencia de un servicio energético vital.
A través de un comunicado, la compañía ‘Électricité du Liban’ confirmó que la termoeléctrica de la central de Zahrani se detuvo y continuó el camino de la planta de Deir Ammar en Trípoli, que hizo lo propio este viernes 8 de octubre.
Esto deja al país sin energía producida por el gobierno y con una alta dependencia de proveedores privados, en medio de una caída pronunciada de la moneda nacional. La compañía es la generadora de la mayor parte de las deudas del Ejecutivo y depende a su vez del crédito del Banco Central, que está con bajas reservas.
En el anuncio la empresa indicó que el cierre de las dos centrales «afectó directamente» la permanencia de la red eléctrica y «provocó su interrupción total, sin posibilidad de reanudar las operaciones». Además, detalló que el suministro se redujo a menos de 270 megavatios.
Para paliar esta crisis de suministro, Líbano recibió envíos de combustible desde Irán mediante Siria, y cuenta con acuerdos de intercambio con Irak, nación que brindó ayuda para que la compañía pudiera seguir funcionando varios días más. Asimismo, negocia con Jordania por suministros y con Egipto por gas natural, a sabiendas de que son soluciones a largo plazo, que no permiten solventar el problema actual.
El ministro libanés de Energía y Agua, Walid Fayad, declaró que el Gobierno recurrirá al Ejército y a sus reservas para obtener abastecimiento de emergencia y combatir la crisis mientras espera los cargamentos pactados con Irak.
La crisis energética, producto de una historia económica y política
La escasez de diésel y gasoil agravó una situación que el país arrastra desde hace años, con cortes de luz comunes debido a una infraestructura de poca calidad. Claro que la falta de suministro eléctrico pone en un lugar aún peor a los hospitales y otros servicios esenciales.
El Gobierno incrementó paulatinamente los precios del combustible, a medida que el Banco Central redujo los subsidios. Este sábado, los distribuidores de bidones de gas que se usan para cocinar y calentar dejaron de operar alegando que el recorte de subsidios les implicaba vender con pérdidas.
Dependiente del Estado, la compañía suma pérdidas anuales de 1.500 millones de dólares, con un costo a nivel nacional de más de 40.000 millones en las últimas décadas. Por ello reformar el sector fue una de las demandas más importantes del Banco Mundial y del Fondo Monetario Internacional (FMI).