Por: Ronald Picón Sarmiento/ Con asombro vemos que por fin llegaron a nuestro país las tan afamadas vacunas en contra y para prevenir el Covid–19, sin embargo, es triste ver como el gobierno nacional ha estructurado todo un show en torno a tal evento, han importado más las fotos faranduleras que las vacunas en sí mismas, se está utilizando la vacunación para favorecer principalmente a los más privilegiados y para efectos de los consabidos réditos electoreros.
Un poco mas de mesura ha mostrado el gobernador de los santandereanos quien con franqueza y locuacidad salió a anunciar que se habían recibido las vacunas y que el despacho de estas se haría en los diferentes centros clínicos autorizados por el Ministerio de Salud para poder comenzar el proceso de inoculación.
Estas buenas noticias nos embargan de esperanza y consuelo en medio de la crisis que permea toda la estructura de salud, quienes en muchos lugares del país están con varios meses de atraso, tal y como se constato con la primera enfermera vacunada en el país que públicamente reconoció que estaba agradecida por el procedimiento que le habían realizado pero que no tenia que llevar a casa por el impago de sus acreencias mensuales.
Diferente realidad vive nuestro HUS, único ente macro hospitalario estatal que desde hace mas de un año logro estar al día con su fuerza laboral, operadores y directivos de dicho ente se pusieron literalmente la camiseta por el departamento y se encuentran totalmente al día en el pago de todo el personal médico, razón por la que no se ha vuelto a escuchar de huelga o meeting alguno, ejemplo que damos los santandereanos quienes realmente podemos estar orgullosos de este equipo que puja por la salud en Santander.
Cosa diferente sucede con la política migratoria nacional que desafortunadamente mas que realmente ayudar a los migrantes venezolanos, están ocupados en proyectar una imagen internacional, quizá previendo que a futuro gobierne quienes les hacen oposición y con ello tener un escampadero tras culminar su mandato.
Este desbordamiento de dadivas ha traído consigo una desbandada de venezolanos en nuestro patio, que hacen vida en las calles y semáforos, muchos de ellos ahora son moto taxistas y también vendedores ambulantes, así como estilistas, manicuristas, cuidadores de carros en la calle y todo un sin fin de tareas mas que ejecutan desde la informalidad.
Tal situación ha mi criterio ha traído una sensación enorme de desempleo, de inseguridad y sobre todo de inseguridad vial, no se ustedes, pero a cada rato percibo en los semáforos, no solo cientos de limpia parabrisas y vendedores de la calle sino también, varios motorizados irrespetando los semáforos, pasándose en rojo, arriesgando la vida de quienes transitan en las calles bumanguesas.
Hace falta la mano dura por parte de la administración municipal para controlar el desmán que se está presentando vialmente, en definitiva tiene que haber más presencia de la policía de tránsito controlando quienes están al volante en la ‘bonita’, sancionando los infractores, que pasa si alguien se estrella con un extranjero, que pasa si un extranjero en moto ejecuta un sicariato, la respuesta es muy sencilla, no pasa nada, por que estos personajes con salir despavoridos del país pagan su fechoría, la responsabilidad es nuestra, de nuestras autoridades, esto es una bomba de tiempo, esperemos encontrar la solución antes que explote.
No terminen diciéndonos como decían los abuelos hace tiempo, “se les advirtió, se les dijo, no hicieron caso, tome su tate quieto”.
Ojalá reaccionemos, ojalá nos percatemos e intervengamos en pro de evitar más problemas como este, finalmente la única vacuna que queremos es la que envió el Gobierno Nacional en contra del Covid-19 y no la que se esta acrecentando en varios sectores de Bucaramanga a cargo de algunos venezolanos que trasladaron sus prácticas extorsivas a nuestra ciudad.
*Abogado, Especialista en Derecho Penal, Especialista en Derecho Procesal Penal y Magister en Derecho Penal y Procesal Penal.
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