En marzo de 2021, Colombia estaba en relativa calma mientras se avecinaba el Paro Nacional o «estallido social», protestas que duraron más de seis meses y se saldaron con algunos cambios sociales y políticos, pero también con abusos y muertes a cuenta de las fuerzas de seguridad.
Ahora, casi un año después, el país se prepara para una ronda electoral que definirá la composición del Congreso y, finalmente, el nuevo presidente o presidenta de la República. Pero, lejos de un escenario apaciguado, la contienda está marcada por varias problemáticas de largo recorrido.
«Colombia llega a las elecciones con una crisis económica y pandémica no solucionada, son unos comicios marcados por la incertidumbre. El descontento social está bullendo bajo la superficie, con las manifestaciones del 2019 y 2021 de fondo, a las que el Gobierno no dio solución», aseguró Sandra Botero, analista política y profesora de Ciencia Política en la Universidad del Rosario en Bogotá.
En este contexto, el pueblo colombiano está llamado a la primera cita electoral del 13 de marzo, que será para designar al poder legislativo, es decir, el Congreso. La votación decidirá quiénes ocuparán las sillas de las cámaras alta y baja y se encargarán de cuestiones tan importantes como la elaboración de las leyes nacionales, pero también de otras funciones, como hacer control político a los funcionarios públicos.
El legislativo colombiano está compuesto por el Senado y la Cámara de Representantes, ambas con representantes territoriales, indígenas y afrodescendientes. Además, la Cámara cuenta con la particularidad de las curules de paz, escaños reservados para las víctimas del conflicto armado que ha azotado por años el país.
«La constitución del Congreso va a ser determinante como preámbulo de la relación entre el Ejecutivo y el Legislativo (…) Y este año tengo la sensación de que puede ser la primera vez que Colombia tenga un Congreso de centro-izquierda», argumentó el analista político Héctor Riveros sobre la relevancia de las próximas elecciones en Colombia.
Pero, pese a su importancia, esta primera cita para ejercer el derecho al voto está marcada por el pesimismo entre los colombianos, de acuerdo con indicadores y encuestas como las del centro Invamer. La razón principal de esta atmósfera sería el aumento del costo de vida.
Unas elecciones en medio del descontento social
Y es que Colombia, todo y el crecimiento económico que experimentó desde la firma del Acuerdo de Paz en 2016, viene de un año complicado. La pandemia aún causa estragos en la economía nacional y ha dejado datos preocupantes: más de 21 millones de personas están en situación de pobreza y se estima que el 2022 cierre con un desempleo del 11,8%.
«El tema de la pandemia nos tiene muy mal a todo el comercio. Las ventas nos han bajado, al menos en mi caso, un 80%», asegura una pequeña comerciante de Bogotá, que como muchas otras personas del sector han sufrido los estragos de la crisis sanitaria.
Además, el país cerró el 2021 con una inflación del 5,62 %, la más alta en cinco años. A pesar de que estas cifras macro puedan parecer técnicas, están muy ligadas a la situación social del país. Tras este año, los hogares han perdido poder adquisitivo y alimentos tan básicos como la papa han aumentado sustancialmente su precio.
En esta disminución en la calidad de vida de los colombianos, entre otros motivos, radicó la convocatoria de un paro nacional para el 3 de marzo, ahora cancelada.
«El paro del 3 de marzo era una mala fecha para una movilización social. Los sectores de derecha reforzarían su discurso de los últimos dos años: que los manifestantes son vándalos y terroristas a los que se debe responder con represión», apuntó la politóloga Botero al respecto.
Las tres coaliciones que compiten por el poder
Las coaliciones que optan a gobernar en Colombia serán, junto a las elecciones legislativas, las protagonistas del próximo 13 de marzo. Y es que, para estas elecciones, diferentes partidos con ideologías similares han decidido aunar sus fuerzas en busca de la victoria.
Por cada coalición hay cinco precandidatos presidenciales que, junto a los siete independientes, dan un total de 22 aspirantes preliminares a la Presidencia de Colombia. Para reducir este número, el 13 de marzo se celebrarán unas consultas interpartidistas que reducirán a unos pocos los candidatos que pasan a la primera vuelta de las elecciones presidenciales.
«El resultado de las consultas definirá la mayor o menor viabilidad de muchos de los candidatos e incluso de las propias coaliciones. Si Centro Esperanza o Equipo Colombia no superan los cuatro millones de votos seguramente quedarán fuera de la carrera electoral», apuntaló Riveros sobre esta clase de «eliminatoria».
A la izquierda, el Pacto Histórico apuesta por cambios más profundos, como reestructuración de la política monetaria y el sistema de salud. Opción encabezada por el amado y odiado a partes iguales, Gustavo Petro, pero también por otras personalidades como Francia Márquez -activista y portavoz afrocolombiana- y Camilo Romero.
En torno a la figura de Petro, se han librado batallas internas dentro de la propia coalición y se le ha llegado a acusar de «virar al centro». Pero su programa político, a pesar de no ser muy exacto todavía, contiene políticas de izquierda.
“Podemos reformar el sistema de salud en cuatro años (…) y lanzar una política monetaria que incentive la equidad social”, afirmó Petro en uno de los debates presidenciales.
También en la línea del discurso de otros pesos de la coalición, como el de Márquez, que ha sostenido en varias ocasiones que «el Estado debe invertir en los territorios pobres y racializados en los que nunca ha tenido presencia en términos de inversión pero sí de despojo».
Con el objetivo de una política más moderada o de centro compite la coalición Centro Esperanza. Juan Manuel Galán, Sergio Fajardo, Alejandro Gaviria y Jorge Enrique Robledo son las caras más visibles de este movimiento. Sus políticas tienen otros objetivos, como asegurar una renta básica y luchar contra la corrupción.
En tercer lugar por orden de preferencia -según las encuestas- figura la coalición de la derecha, Equipo por Colombia. A la cabeza del movimiento, Federico Gutiérrez Zuluaga, Enrique Peñalosa y Álex Char apuestan por un continuismo del Gobierno actual -el de derecha de Iván Duque- pero con un liderazgo más puntual, aunque con la tradicional defensa de la policía y las Fuerzas Armadas.
Este tipo de «primarias» de marzo están pensadas para sesgar tanto la oferta de candidatos que se han hecho realmente competitivas, con aspirantes de una misma coalición hablando mal entre ellos.
Entre los candidatos presidenciales que no se medirán en las consultas resalta el uribista Óscar Iván Zuluaga, Ingrid Betancourt por Verde Oxígeno y Rodolfo Hernández, empresario y exalcalde de la ciudad de Bucaramanga, una sorpresa en la elección al ocupar el segundo lugar en la intención de voto.
Las curules especiales para la paz
Una de las mayores novedades de esta ronda electoral es la inclusión de 16 curules para la paz reservados en la Cámara de Representantes.
Estos son exclusivamente para candidatos que representen a las organizaciones y víctimas directas del conflicto armado reconocidos por la Unidad de Víctimas. Además sólo en los sectores rurales, como Arauca o Caquetá, se podrán votar.
«Son una manera de integrar poblaciones en las zonas más críticas del conflicto armado colombiano (…) Son para darle voz a los que nunca han tenido voz, en lugares apartados en los que muchas veces no han podido ejercer derechos fundamentales como el derecho a voto», apuntó Camilo González Posso, director de la organización Indepaz.
Las 16 circunscripciones fueron creadas y aprobadas en el Acuerdo de Paz, firmado entre el Estado y la guerrilla de las FARC en 2016, y debían entrar en vigencia para las elecciones del 2018. No obstante, su aplicación se vio sometida a un proceso burocrático que impidió que finalmente fueran validadas ese año. Y no fue sino hasta el 21 de mayo pasado que la Corte Constitucional las relanzó.
Ahora están programadas para dos periodos de cuatro años, el que inicia este 2022 y en 2026.
Pese a su joven existencia, las curules ya están bajo controversia. En al menos 10 de 16 circunscripciones se ha denunciado que no están sirviendo para «dar voz» a las víctimas del conflicto.
«Después de una lucha de dos años en el Congreso, la reglamentación ha sido construida para favorecer a mafias y a grupos corruptos», afirmó González Posso al respecto.
De hecho, estas curules están en zonas de difícil acceso, sin infraestructura necesaria y sin presencia del Estado, que facilitan estas prácticas poco éticas e incluso ilegales.
Un proceso electoral complejo
Con todas estas variantes -elecciones legislativas, más de 20 precandidatos, una posible segunda vuelta, diferentes circunscripciones-, muchos politólogos han tachado el proceso electoral de muy complejo.
«Hay demasiados candidatos y la gente está perdida tratando de tomar decisiones entre un mar de opciones que no se diferencian mucho y que no logran destacar», aseguró Sandra Botero.
La analista también señaló que las consultas presidenciales han «quitado protagonismo» a los comicios para elegir el Congreso. Pero no todos los politólogos lo ven igual…
Aunque hay factores de confusión, yo creo que los votantes sí entienden el sistema de coaliciones, como pasa en Estados Unidos con los partidos Demócrata o Republicano», defendió Riveros por su parte respecto a este sistema.
Fuentes del propio Gobierno aseguran que la cantidad de circunscripciones y los matices sobre cómo votar y cuántas veces hacerlo resultan confusos, diferentes a cualquier otra votación nacional hasta el momento.
Pero, con mayor o menor complejidad, ese es el panorama electoral de Colombia para este 2022.
La población deberá votar el 13 de marzo el Congreso y las consultas interpartidistas. Más tarde, el 29 de mayo, los votantes irán a las urnas para la primera vuelta presidencial e incluso puede que tengan que volver el 19 de junio, en caso de una segunda vuelta.