Por: Eugenia Aguilar Rueda/ De interes por estos días, los nombramientos realizados por el gobierno nacional en los diferentes cargos, unos fallidos y otros acertados. Lo usual es contrastar la meritocracia contra el clientelismo, pero sería caer en la distracción en la que llevamos décadas. Les confieso, he tenido que reflexionar sobre el tema y no se trata de tomar posición sino seguir cavilando y entre todos construir una posición viable a las circunstancias actuales y que sirva en la distancia como derrotero a seguir.
He ilusionado por años, contar con un régimen de meritocracia pura, para el ingreso a la función pública, ahora más que nunca, pero cuando se enfrenta a la realidad que vivimos, un gobierno progresista, tenemos que reconocer que nada fácil resulta transformar de fondo décadas de corrupción, donde los favorecidos con el sistema y estructura del Estado, se resisten, y si bien no ha sido lo mejor, tampoco a hoy, es lo peor, como afirma la oposición que fue gobierno por mas de 50 años y quiere mantener el statu quo.
El dilema entre gobernar con tecnócratas o “amiguis” afines a los postulados del cambio, sin títulos y doctorados, según lo establecido en la Constitución del 91 que incluyó el mérito como base de ingreso a empleo público y 30 años después, en un gobierno progresista, quedan y llegan tecnócratas corruptos a matar el sueño de vivir en un país incluyente, de progreso y sin guerra. Luego el meollo no es de meritocracia sino de valores para gobernar.
Ejemplos emblemáticos de tecnócratas al servicio del estado de cosas que se quiere cambiar con ilusión por unos y que se quiere conservar por los otros. Con Uribe de presidente, Andrés Felipe Arias, su Agro Ingreso Seguro; en el gobierno Santos, los recursos del SENA se esfumaron con Alfonso Prada, a Duque, le estalló el escándalo en MinTIC con Abudinen; sin restarle importancia a lo dejado en prosperidad social por 22 mil millones desembolsados a personas fallecidas, y nada despreciable la millonada en la sociedad de activos especiales, en la Unidad Nacional de Protección; la unidad de víctimas, el sistema general de regalías, el Ocad Paz y el legado dejado en Unidad para la Gestión del Riesgo, que reventó con los carrotanques de la Guajira, y RTVC en el gobierno actual.
Siempre los recursos dirigidos a los más vulnerables de este país. Lo dijo inteligentemente la saliente rectora de la Universidad Nacional, Dolly Montoya, refiriéndose a los liderazgos estudiantiles que opinan sobre los procesos que mejoran la vida colectiva: “No todo mundo tiene que ser universitario, el 30% debe serlo y el 70 % tecnólogos y técnicos que ganen más que el universitario. ( …) El país siempre mantuvo un orden, por decirlo de alguna manera y un control de algunas clases dirigentes y en la medida en que otros sectores despiertan a decir yo quiero ser parte de la nación, yo quiero ser parte de este país, es algo nuevo, la gente está levantando la mano y diciendo vivo aquí, no puede ser que el país sea de unos y nosotros viviendo en arriendo, porque mientras vivamos en esta polarización entre buenos y malos no vamos a crecer como nación, para unos la guerra es un negocio, … como todos los jóvenes vulnerables estan armados con uniforme de diferente clase y los que mandan estan en las ciudades y los hijos de los que mandan estudian en el exterior, sin excepción, (…)”
Oportuno entender, por que no sólo deben gobernar los tecnócratas y crear un sistema flexible donde se conjugue los factores de incidencia, pues algunos de los tecnócratas salientes del gobierno Petro, regresaron a sus toldas políticas donde son afines en pensamiento, obra y omisión.
Petro de entrada no actuó como su antecesor, no uso la potestad de asignar los cargos a sus leales, repartió la cuota burocrática entre partidos de gobierno, a medida que sus reformas no pasen en el congreso, tendrá que abandonar su propuesta de consenso y dedicarse a gobernar con los suyos, llegar al territorio, mejorar la calidad de la administración y con resultados bajar los niveles de insatisfacción ciudadana.
No todos tienen que ser pura sangre, porque, de otro lado, fueron pocas las oportunidades que tuvieron en el pasado para formar cuadros en el empleo público, pero si hay suficiente ciudadanía que levanta la mano y desea participar de esta construcción y debe darse esa convocatoria amplia, desde luego, no dentro de las opciones que da el sistema, porque ahí aterrizo lo que viene ocurriendo, la falsa meritocracia, todo gracias a la corrupción.
En otrora, el sector privado provocó a los funcionarios con la contratación pública y ahora vemos algunas universidades proclives a la venta de exámenes en los supuestos concursos de méritos para personeros y asi a todo nivel. Se tiene que ser creativo en las reglas para que lleguen no solo los mejores sino los honrados al gobierno del cambio.
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*Abogada especialista en administrativo y función publica
X: @EugeniaAguilarR