Por: Érika Bayona López/ A pesar de los avances logrados al largo de los años, millones de mujeres siguen siendo víctimas de violencia, discriminación y desigualdad. Esta realidad devastadora persiste en pleno siglo XXI, y es necesario continuar el camino hacia un mundo más justo y libre de violencia.
El Día Internacional de la Mujer no es solo una fecha para celebrar los logros de las mujeres en todos los ámbitos, sino también para reflexionar sobre las dificultades y los desafíos que aún enfrentan. El 3 de marzo, al recordar a aquellas que con valentía y determinación han abierto caminos hacia la igualdad, también debemos hacer una pausa para analizar la dura realidad de aquellas mujeres que siguen siendo víctimas de violencia de género, un flagelo que, lamentablemente, continua siendo una de las mayores injusticias de nuestra sociedad.
Según un informe de la Organización mundial de la Salud (OMS), una de cada tres mujeres en el mundo ha sufrido violencia física o sexual, mayoritariamente a manos de su pareja. Este dato es alarmante y subraya la gravedad de la situación. La violencia de género no es un problema aislado ni limitado a ciertas regiones o culturas. Se encuentra presente en todos los rincones del mundo, afectando a mujeres de todas las edades, razas, clases sociales y culturas. La universalidad de este fenómeno nos obliga a preguntarnos: ¿qué estamos haciendo para erradicarlo?
El empoderamiento de las mujeres no solo es un derecho humano fundamental, sino que también es una base necesaria para un mundo pacifico, próspero y sostenible»: Melinda Gates.
A pesar de la magnitud del problema, existen innumerables historias de mujeres valientes que han decidido romper el silencio y alzar la voz. Movimientos como Ni Una Menos, originados en América Latina, han logrado visibilizar la violencia de género y feminicidios, organizando marchas masivas y exigiendo la implementación de políticas públicas que brinden protección efectiva a las víctimas. Estas manifestaciones no solo son una denuncia, sino también un acto de resistencia y esperanza. Las mueres se niegan a ser invisibles y, con su lucha, iluminan el camino hacia la justicia.
Por otro lado, la violencia de género no solo se libra en las calles, sino también en las instituciones. En España, por ejemplo, los datos del Gobierno indican que en los últimos 15 años, 1.093 mujeres fueron asesinadas por sus parejas o exparejas, lo que demuestra que, aunque las leyes hayan mejorado, la implementación efectiva de las mismas sigue siendo un desafío. Es crucial que tanto los gobiernos como la sociedad civil presionen para mejor las leyes y sistemas de apoyo, garantizando que las víctimas tengan acceso a una protección real y efectiva.
Lo que a menudo se olvida es que la violencia de género no solo es un problema de las mujeres, sino un problema de toda la sociedad. Si verdaderamente aspiramos a un mundo mejor y más justo, es esencial que los hombres y mujeres trabajemos juntos para crear una cultura de respeto y equidad. La educación en igualdad de género y la sensibilización son fundamentales para erradicar los prejuicios sexistas y construir una sociedad libre de violencia. La lucha por la igualdad de género requiere el compromiso de todos, sin excepción.
En ese sentido, el movimiento feminista global ha logrado avances importantes. En Argentina, el colectivo Las Tesis y su famosa performance Un Violador en Tu Camino se convirtieron en un fenómeno internacional que recorrió el mundo, levantando las voces de las mujeres en un grito unánime contra la violencia sexual y el patriarcado, esta poderosa manifestación no solo visibiliza la violencia que sufrimos las mujeres, sino que también el poder transformador de la solidaridad y la unión en la lucha por la igualdad.
Me siento profundamente orgullosa de las mujeres de este país, quienes con su dedicación, talento y excelencia han dejado una huella imborrable en todas las disciplinas. Su éxito y los resultados tangibles de su trabajo son elementos esenciales para el progreso y desarrollo de cualquier nación. En nuestra región, particularmente, el aporte de las mueres ha marcado una diferencia significativa, permitiéndonos superar incluso las circunstancias desafiantes.
En este mes de marzo, mes dedicado a la mujer, quiero aprovechar la oportunidad para rendir un sincero homenaje a todas las mujeres que, con su esfuerzo y determinación, han contribuido a hacer de este mundo un lugar más desarrollado, más tolerante, más profesional, más amoroso y más sorprendente. Gracias a su incansable trabajo, nuestra sociedad se enriquece cada día y el futuro se vuelve cada vez más prometedor para todos.
Sin embargo, a pesar de los avances, la realidad sigue siendo alarmante. Según la ONU Mujeres, cada 12 segundos una mujer es víctima de violencia doméstica en el mundo. Además, cada día, 137 mujeres son asesinadas por su pareja o expareja, una cifra que no puede ni debe ser ignorada. Estos datos subrayan que, aunque hemos logrado avances en la legislación y en la conciencia social, aún estamos lejos de conseguir una sociedad donde las mujeres vivan libres de violencia.
Por ello, el Día Internacional de la Mujer debe ser visto no solo como una fecha de conmemoración, sino como una llamada urgente en la acción. Todos tenemos un papel que jugar en esta lucha. Cada uno de nosotros, en nuestra cotidianidad, puede contribuir a cambiar la realidad de las mujeres, ya sea educando, apoyando, visibilizando o sobre todo, actuando. La lucha por la igualdad de género no debe ser exclusiva de las mujeres; es una causa que debe ser asumida por toda la sociedad.
La violencia de género no es un destino, es una injusticia que debemos erradicar. Y es nuestra responsabilidad colectiva avanzar hacia un futuro donde las mujeres sean libres, respetadas y puedan vivir sin miedo. Debemos seguir luchando por un mundo en el que las mujeres no solo tengan derecho a la igualdad, sino también a la seguridad, la justicia y la dignidad.
Hoy más que nunca, las mujeres del mundo nos recuerdan que la lucha por la igualdad no ha terminado. Es hora de actuar, de escuchar, de apoyar y de cambiar el rumbo de la historia. Porque una sociedad que lucha por la igualdad de género es una sociedad más justa, más humana y más libre para todos.
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*Business Data Analyst – IT & Logistics / MBA & Máster en Project Management. Auditor interno BASC. Administradora de Negocios Internacionales y Especialista en Mercadeo Internacional de la Universidad Pontificia Bolivariana.
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