Las Fiestas de Navidad y Año Nuevo son esa clase de festividades que, desde muy temprano, ya están siendo marcadas con un circulito en rojo en el calendario debido a que son (para muchos) los únicos espacios donde podemos disfrutar y encontramos con nuestros seres queridos y reencontrarnos con amigos y personas que fueron, han sido y serán especiales en nuestras Vidas. La Navidad y Año Nuevo son sinónimos de compartir, de natillas, buñuelos, novenas y villancicos, de salidas en grupo o en pareja, de visitas a centros comerciales y, si la situación económica está buena, de salir de compras.
Es la época ‘feliz’, donde incluso los jingles de las radio hacen sonreír a más de uno cada vez que son escuchados, como le sucede a mi mejor amigo Gilberto cada vez que suena la melodía de RCN dedicada “a todos sus amigos, les desea todas, y todas y todas la felicidades”. “¡Comenzó la Navidad!”, aun suele decirme cada vez que escucha la melodía mientras vamos caminando por la calle.
Para otras y otros, las fiestas de navidad y año nuevo son todo lo contrario, y se traducen como una época amarga, distante y dolorosa: es un tiempo que les recuerda la violencia y exclusión familiar. Para muchas personas de los sectores LGBTIQ, las fiestas de Navidad y Año Nuevo vienen acompañadas de mucho sufrimiento y representan, en muchos casos, dos momentos cruciales: el momento del rompimiento familiar total y, la creación de nuevos lazos y de una nueva familia social. El dolor es más profundo cuando, por culpa del odio, la incomprensión y la intolerancia, muchos y muchas debieron huir de sus hogares, viviendo con las heridas que solo la calle, el desarraigo y el desplazamiento dejan sobre sus cuerpos.
Las fiestas familiares decembrinas como espacio de violencia y exclusión social contra personas LGBTIQ.
En el año 2018, en la ciudad de Bogotá, tuve la oportunidad de participar en un increíble espacio convocado por la revista Sentiido, una de las revistas más importantes del país, que abordan temáticas de género, diversidad y cambio social. La invitación, que recogió las voces de decenas de activistas sociales, tuvo como objetivo la creación de potentes mensajes de inclusión social y reconocimiento de la diversidad sexual, dirigidas a familias con hijos y/o familiares LGBTIQ para la época de Navidad y Año Nuevo.
El resultado de ese ejercicio fue impactante, puesto que no solo alcanzó (superó) su objetivo llegando (y transformando) a muchas familias con hijos LGBTIQ, sino que también penetró el tejido social y redireccionó muchas acciones de las organizaciones defensoras de los derechos de personas LGBTIQ que fueron poco a poco visibilizando las violencias que afectan las vidas de los, las y les mismos, especialmente, de niños, niñas y adolescentes sexualmente diversos quienes comienzan a reconocer, a descubrir su orientación sexual, identidad de género o expresión de género.
Las violencias van desde el maltrato verbal, cruzando hacia la violencia emocional, psicológica y física. En muchas ocasiones, las festividades son caldo de cultivo para otros tipos de violencias, algunas que pasan desapercibidas o que, en el peor de los casos, cuentan con la silenciosa aprobación de familiares y seres cercanos a las víctimas, como es la violencia sexual.
En la ciudad de Bucaramanga, pensando en la exclusión social que enfrentan muchas personas LGBTIQ, en especial, mujeres de la población trans, en últimos años, activistas LGBTIQ como Leidy Katherine Albarracín, mujer trans que lleva más de 15 años de su vida defendiendo y luchando por los derechos de las poblaciones sexualmente diversas, impulsó la campaña para la realización de la gran cena de navidad dirigida a otras Mujeres Trans, “NaviTrans”, actividad que ha contado con el apoyo de organizaciones como la Corporación Conpazes y Transmujer, y que en últimos años, viene siendo replicada por otras organizaciones LGBTIQ locales y departamentales.
Pero, ¿qué sucede con aquellas personas que no cuentan con familias sociales que les abrace y acepte como son? ¿Cómo erradicar la violencia que afecta a los niños, niñas y adolescentes LGBTIQ? ¿Qué podemos hacer? Las respuestas no son fáciles o inmediatas de ofrecer. Por ello, es importante pensar en herramientas que permitan impulsar la denuncia cuando la violencia está dirigida contra personas sexo diversas, especialmente, más cuando las instituciones garantes de brindar protección y acompañar la denuncia, (como por ejemplo, la Fiscalía, institución donde aún encontramos vigente la discriminación en razón de la orientación sexual y la identidad de género), se ven truncadas en razón de las vacaciones de sus funcionarios.
Por el momento, solo queda desear que estas fiestas sean más incluyente, más diversas, siempre llenas de orgullo. Debemos seguir luchando y denunciando los hechos que afecten la calidad de vida de las poblaciones LGBTIQ para así poder decir, sin dudas ni miedos, “Felices fiestas de Navidad y Año nuevo para todas, todos y todes”.
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*Estudiante de Maestría Derechos Humanos, Gestión de la Transición y Posconflicto de la escuela superior de administración pública – ESAP Santander.
X: @DiegoR_Thorrens