Por: Jesús Heraldo Rueda Suárez/ Se acerca la época de Navidad, dos apreciados compañeros de trabajo me dijeron: “Jesús escriba una columna sobre la época de Navidad, es una época donde todo mundo esta alegre, brindando amor, perdón, se es tolerante, afloran sentimientos de solidaridad, pero pasa la Navidad y todos vuelven a su estado natural” les pregunté, ¿y cuál es su estado natural? La respuesta y la petición me dieron para escribir esta columna. Un cantante vallenato ya fallecido Diomedes Díaz en una de sus canciones dice “que buenas las Navidades, es la época más linda de los años” con lo que estoy totalmente de acuerdo con Diomedes, así como me lo expresaron mis apreciados, en esta época renace en: las familias, en el trabajo, entre los amigos la unión, con actitudes de generosidad, de amor, de perdón, de alegría y de paz.
Todos esperamos que las navidades estén llenas de alegría y felicidad, de poder reencontrarnos con un hermano que vive fuera o juntarse con los amigos del colegio o de compartir con los compañeros de trabajo, esos con los que pasamos durante el año todo tipo de dificultades, logros alegrías, de estar en familia, sin duda la Navidad no sería tal, sin felicidad.
Porque esperar a que llegue la navidad para que esos sentimientos afloren para: compartir, para transmitir amor, para brindar amistad, para compartir una sonrisa para dar alegría, que bueno sería que siempre tuviésemos ese espíritu navideño, porque cuando la navidad pasa, es cierto volvemos a cambiar.
La navidad es una festividad celebrada en muchos países alrededor del mundo mediante una serie de actividades: intercambio de regalos, cenas familiares, cantos de villancicos, preparación de pesebres, árboles de Navidad.
Para los cristianos, esta festividad significa la celebración de la natividad del niño Jesús (nacimiento), que fue profetizado en los libros del Antiguo Testamento. Las profecías hablaban sobre el nacimiento de un mesías que llegaría a la Tierra para liberar a los seres humanos del pecado original que les impedía vivir la vida eternamente, tristemente el mundo actual está usando la religión para practicar diversos actos, vemos como se cometen atentados en nombre de Ala, como creencias religiosas permiten violaciones, vejámenes contra las mujeres, se propician guerras con miles de muertos, y así en diversos escenarios, en nombre de Dios se realizan prácticas indebidas.
Hagamos una reflexión de vida, así como llega la navidad, también llega el final de otro año, uno que se va y otro que llega de acuerdo con el calendario, combinando esta época de alegría, la despedida de otro año y buscando que el común denominador sea el de tener una vida en paz llena de alegría los invito a preguntarse lo siguiente:
¿Cuántos años tienes? Digan cualquier edad 20 años, 30 años, 40 años, etc., ahora imagina un límite de edad para su vida: 80 años, 75 años, 90 años, pues bien, ahora restémosle a ese límite de edad que colocamos a los que dijimos que tenemos… Pues les digo que esos 20 años, 30 años, 40 años que dijimos que teníamos, esos, si, esos, son los que ya no tenemos, ¡esos ya se fueron¡, para bien o para mal ya los usamos, la pregunta es, ¿cuántos años tenemos? de cuantos disponemos: para trabajar, para sonreír, para hacer que nuestra vida valga la pena, del día de hoy en adelante, no sé cuántos nos queden, la respuesta correcta es: no lo sabemos, lo que si debemos saber es que debemos vivirlos con pasión, vivirlos con alegría, esos que Dios nos permita vivir en adelante hasta el día que muramos, esos son los que tenemos, esos son los nuestros, el cómo decidamos vivirlos, o lo que decidamos hacer o dejar de hacer para construir nuestra vida en adelante, es nuestra decisión.
Cada día que pasa, cada minuto que pasa, nos estamos acercando al minuto, al día de nuestra partida, les pregunto, ¿cómo vamos a consumir nuestra existencia? tomemos el poder en nuestras manos y dejemos de echarle la culpa a la suegra, a los hijos, a la pareja, a la pandemia, al jefe, a los demás, tomemos el poder en nuestras manos, decidamos ya donde queremos estar.
¿Qué tenemos que hacer para lograr lo que queremos?, cada uno de ustedes debe responderse esa pregunta, lo que si les digo es que es hora de ejecutar con acciones, es hora de actuar, avancemos y en el camino, pues disfrutemos el viaje, si al final de día, la estrategia fue exitosa, pues qué bueno, o si fue adversa, no importa, si tuvimos éxito o fracaso no importa, lo importante es que disfrutemos de la experiencia, que disfrutemos del viaje y si además reitero tuvimos éxito que maravilla y si no pues aprendamos.
Vivamos, debemos consumir nuestra existencia en conciencia, en alegría, en compromiso, entendiendo que vamos a estar aquí una partícula del tiempo, que en este paso por la vida vamos a encontrarnos con todo tipo de situaciones y de dificultades, que ellas forman parte de la vida y que está en nosotros como resolverlas las vamos a encontrar en el campo, laboral, familiar, económico, de salud, y también tendremos alegrías, nos brindaran amor y daremos amor, por eso vuelvo a preguntar ¿cuántos años tenemos? ¿cuántos nos quedan? Pues…esos vivámoslos con toda la alegría, transformemos nuestra realidad, por favor vivamos sin límites, sin complejos, sin juicios, sin ego, sin descalificar o anular a los demás.
Ese vivamos, lo debemos hacer con buenas prácticas de vida, me voy a referir a unas que restan vida a quienes las practican, así lo ha demostrado la historia, una de ellas es la Traición; significa defraudar la confianza depositada, violación de la fidelidad o lealtad, acción vil que se comete contra el amigo, la pareja, el compañero de trabajo, para obtener beneficio propio o de un aliado, es considero un acto alevoso, un delito gravísimo, en la divina comedia el poeta Dante Alighieri la situó en los últimos círculos del infierno, cuyo pago era la muerte y el mayor de los desprecios.
Está claro que Judas Iscariote, apóstol de Jesucristo, sigue siendo hoy, veintiún siglos después, el símbolo de la traición, recordemos también uno de los casos más curiosos en la historia de la traición, la del griego Eróstrato, que quemó el templo de Afrodita sólo para que su nombre fuera reconocido y pasara a la posteridad, de ahí que la enfermedad que supone seguir su estela, esto es, hacer una barbaridad para ser famoso, hacer un acto desleal para lograr un objetivo, se conoce como “erostratismo”. Hace poco quienes vimos la película 300 recordamos al traidor griego Esfialtes lo llevó al estrellato cuando los espectadores vieron cómo el ejército de Esparta caía en la batalla de las Termópilas después de que Esfialtes ejerciera su traición ante el rey de los persas, recordemos también la famosa frase del emperador romano Julio Cesar: “Brutus, Tu También Hijo Mío”. El odio es otro sentimiento que resta vida, este llega a causar muerte y dolor. La envidia, y así podemos seguir enumerando prácticas que solo dejan resentimientos, desgracias y tristezas, evitémoslas, no las practiquemos.
Contrario a esto hay prácticas de comportamiento que dan Vida: El amor, el respeto, la honestidad, la alegría, la amistad, el perdón, la gratitud, la fe, la justicia, la lealtad, la integridad, por citar algunos, si actuamos bajo estos valores, logramos una vida en paz, en armonía con el mundo, con los demás y consigo mismo, lo que redunda en salud, en vida, hagamos que ellas sean parte de nuestra vida.
Es importante decir que con nuestros comportamientos y actitudes le estamos sumando o restando vida a nuestra vida, y esa, esa es una decisión personal, pero no quiere decir que las demás personas tengan que aceptar esos comportamientos inadecuados por el solo hecho de que: “yo soy así” y “actuó así”, pues no.
Cada uno de nosotros posee una voz interior que nos dice si estamos actuando bien o mal, debemos reflexionar sobre la conciencia moral, ese es el camino hacia la excelencia, todos estamos llamados y dotados para la perfección y para hacer el bien, está en cada uno de nosotros el saber aprovecharlo y canalizarlo.
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*Profesional en Mercadeo
Twitter: @heraldoru
(Esta es una columna de opinión personal y solo encierra el pensamiento del autor).