Por: Iván Aguilar Zambrano/ En el mes de junio uno de los temas que copará la agenda nacional es el inicio y avance de la reactivación económica del país, sin duda este uno de los puntos claves asociados a la pandemia, en donde el gobierno nacional, los gobiernos locales, los empresarios, así como la ciudadanía en general, asumimos inmensos retos, concretamente, el poder lograr el adecuado balance entre la oxigenación de la economía y la contención del virus.
En tal sentido, el gobierno nacional fijo unas pautas generales sobre la reactivación, pero quienes en ultimas deberán precisar, reglamentar y vigilar el proceso serán los alcaldes, en el caso del área metropolitana de Bucaramanga y Santander se han fijado cambios en el pico y cédula con restricciones par e impar, se mantiene el toque de queda de lunes a viernes de 8:00 pm a 5:00 am y los fines de semana de 6:00 pm a 5:00 am del siguiente día hábil, peluquerías atenderán con cita previa, comerciantes, incluido los centros comerciales, podrán abrir su puertas sin superar un aforo del 30%, vuelven los servicios médicos suspendidos por el Covid-19, continuaran cerrados bares, discotecas, gimnasios, cines y casinos; los restaurantes seguirán prestando sus servicios a través de domicilios y para llevar, el transporte masivo será reforzado con rutas convencionales y podrán también retomar sus actividades los servicios particulares de abogados, contadores y ejecutivos comerciales.
Lo anterior suena esperanzador, anima ver el propósito conjunto de reactivar la economía, de proteger el empleo y merece todo el reconocimiento la cautela y la responsabilidad del gobierno nacional con la vida, puesto que en cada una de las decisiones relacionadas con la pandemia esta ha sido la prioridad, así como es de felicitar el liderazgo ejercido por el actual gobernador de Santander, quien siempre ha propiciado el dialogo entre los alcaldes, gremios e instituciones, para tratar de tener acciones coordinadas que nos permitan enfrentar de la mejor manera el virus y sus inevitables efectos sociales y económicos.
Sin embargo, son enormes las preocupaciones que nos asaltan, ya que nadie tiene una fórmula clara de cómo garantizar la salud y salvar la economía, sumado a esto tenemos el incremento en los últimos días de los casos. De ahí la importancia de que cada uno de nosotros asumamos con toda responsabilidad nuestras tareas, de nada va servir reabrir los comercios y volver al trabajo a cambio del aumento del contagio y por ende arriesgar nuestras vidas.
Es por esto que no podemos bajar la guardia, sabemos de la facilidad con la que el virus se transmite y sus posibles fatales consecuencias, pues si bien las muertes en Colombia apenas superan el 3% de los contagiados, de las cuales Santander desafortunadamente registra 4 fallecidos, son claros los ejemplos de lo que puede suceder si nos descuidamos, basta con revivir las lamentables imágenes de hace unas semanas por cuenta del Covid-19 en España, Italia y EEUU. Razón por la cual, ante la reactivación económica hay que ser aún más rigurosos con las medidas de protección, como lavarnos las manos, usar el tapabocas y el distanciamiento social, debemos continuar con el autocuidado, que en ultimas se traduce en el cuidado de todos.
Hacer todo lo contario solo empeoraría la crisis, pues no se necesita ser experto para advertir lo que sucedería en caso que por nuestra irresponsabilidad, ante las nuevas condiciones en pro de la reactivación económica, terminemos en un pico del contagio. Sencillamente volveríamos al confinamiento obligatorio, que sumado con lo que ha pasado hasta el momento, muy seguramente nos termine sumergiendo en una de las peores crisis económicas de la historia del país.
Todo lo anterior nos permite concluir, que lo más rentable como sociedad es que cada uno haga su parte, que apliquemos los protocolos a los que nos comprometimos, que no le hagamos conejo a la norma, que nos respetemos y respetemos a los demás, teniendo muy presente algo que a todos nos enseñaron: “No le hagas a los demás, lo que no quieres que te hagan a ti”.
*Líder político.
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