Por: Carlos Andrés Mahecha Silva/ Inicia el último mes de 2018, un año que sin duda ha sido todo un reto para el país, no ha sido en vano lo que ha pasado en temas deportivos, políticos, económicos, sociales y judiciales. Casos que por supuesto han tenido la atención de todos, por lo que significa, lo que nos genera y sin duda lo que viene para el 2019.
Lo que me preocupa no es lo que pasó, es más, ni siquiera lo que ha de venir, lo que realmente me asusta en lo que no hacemos, lo que callamos y en lo que somos indiferentes, porque esa es la actitud y la situación perfecta para los problemas del país.
Hacer comparaciones no es bueno, más cuando los comparados son muy diferentes, pero como no hacerlas, esta semana cientos de franceses protestaron frente a la casa del presidente Macron, por el alza al precio de la gasolina arrojando estiércol, una protesta que muestra no solo que hay libertades de poder expresar el inconformismo, sino además que realmente como dice la teoría política, el poder emana del pueblo. No puedo imaginar que los colombianos protesten con un buldócer lleno de mierda, para irla a arrojar a casa de Nariño, por todas las cosas que se han realizado en contra del interés colectivo del país.
Es cierto, es mucho pedir, pero que al menos hagamos sentir a cualquier gobierno que quien lo puso es el pueblo, por lo tanto se debe a él, eso es lo que nosotros nunca hemos podido demostrar, siempre se compra, se amenaza, se coacciona, se oculta la inconformidad o la injusticia. Las marchas en Colombia ya no tienen el efecto que en otros pises, cualquier gobierno toma una marcha como un impulso de unos cuantos que no representan lo colectivo o que simplemente son desadaptados ya que los “adaptados” en Colombia son los que trabajan, trabajan, y trabajan sin decir o refutar nada.
O que decir de las consultas que se hacen en los pueblos, donde la Corte Constitucional no la acepta a pesar que la Constitución dice que la voz del pueblo es la voz de Dios, entonces estamos jodidos, porque ya ni siquiera la voz de Dios ni la del pueblo valen, solo vale la del que tenga el dinero y el poder para comprar jueces, fiscales, políticos y conciencias.
Considero que esto pasa por la necesidad que hay en Colombia, en otros países realmente desarrollados las personas no dependen de nadie para un trabajo, o para que se le cumplan sus derechos, de ahí la libertad que se tiene para exigir y demostrar la inconformidad que se tiene frente a cualquier situación, a diferencia de acá, que por la necesidad de conseguir o mantener un trabajo se le hace política al menos indicado, se apoya al malo, se vende el voto, el cuerpo, la conciencia, se aceptan injusticia, hay indiferencia, egoísmo. Haciendo que todo eso que repudiamos lo naturalicemos en nuestra vida aceptándolo.
Por lo anterior se siente indignación y más cuando vemos que no encontramos el camino y que tal vez, solo tal vez en cuatro años más podamos encontrarlo, claro si lo queremos porque hemos tenido la oportunidad y no se ha aprovechado, la ignorancia de Colombia nos tiene así, ya que cuando un gobierno de verdad quiere cambiar lo negativo en un país, desde el comienzo lo hace, por ejemplo Manuel López Obrador en su discurso de posesión en México, dejándole claro al mundo las medidas que se vienen en busca del bienestar colectivo. Menos caras más causas, menos promesas más acciones.
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