Por: Jesús Heraldo Rueda Suárez/ Esa frase en el colegio sentenciaba pelea, o nos vemos cuando se acabe el partido, o nos vemos en la esquina, eran citas ineludibles por que se tenía que arreglar un asunto y significaba pelea a puño limpio, en el caso de nos vemos a la salida cada campanazo de cambio clase era un corrientazo y el sentir de algo en la garganta avisando que se acercaba la hora, a lo que se acabe el partido, era el seguir con la disputa que por lo regular no se llegaba al final del partido, y él nos vemos en la esquina ahí si no había tiempo era de inmediato.
Esta era la forma en que arreglamos muchos de los de mi generación, dificultades, diferencias que se nos presentaron en las aulas de clases, en nuestras cuadras, en partidos de futbol de esos que se jugaban con pasión, no digo que era la adecuada y mejor forma de hacerlo, lo que sí puedo decir es que cuando esto se dio, el asunto en cuestión quedo resuelto y no se volvió a tocar el tema, y bastaba que pasaran unos días para estar nuevamente de amigos con quien protagonizamos esa pelea, fueron épocas de amigos, de amistades que aún se conservan.
Dientes de los que llamábamos de leche se quedaron en esos encuentros, ¿ojos de esos que cuando los papas preguntaban que le paso mijo?, uno decía me caí, o me dieron un balonazo, respuesta que nunca salió bien.
No pretendo proponer que volvamos a esa forma draconiana de resolver las diferencias, ni más faltaba, pero es muy desalentador ver como se resuelven y se manejan las diferencias que se presentan hoy en día, a todo nivel, en el campo político, laboral, de parejas o de amigos.
Nuestro país está enfrentado una profunda crisis de valores, donde la intolerancia campea, por estos días da pena ver expresidentes agrediéndose verbalmente en redes, oficinas divididas por un conflicto de dos personas, el cual convierten en dos o más bandos, dado que unos toman partido a favor de uno y otros del otro, afectando la productividad y el ambiente laboral de la empresa.
Nadie quiere conflictos, eso es obvio, pero todos en algún momento los hemos tenido y seguramente los vamos a tener en el trascurrir de la vida, considero que no existe una fórmula mágica para darles manejo o prevenir esas diferencias, seguramente afrontar crisis no sea lo más deseado, pero si debemos aprender a prevenirlas y a “gestionar soluciones”.
Todos a nivel personal, tenemos desencuentros de alguna clase en nuestras relaciones, aplicar ciertas pautas de autocontrol puede abrir vías de acuerdo, un conflicto es un desacuerdo persistente entre personas o entre colectivos humanos, es más diría que en su gran mayoría es un choque de “egos e intereses”, los cuales se dan por diferentes situaciones, puede ser una mala comunicación, intereses opuestos, opiniones encontradas, incompatibilidades, discusiones, peleas… pero en el fondo todo eso es reflejo de la necesidad oculta de “tener la razón”.
La intensidad y cantidad de confrontaciones de una persona o colectivo es proporcional al nivel de autocontrol y de un alto ego, recordemos que es mejor tener paz a tener razón, sin que esto signifique permitir que abusen de nosotros, tengamos presente que cada elección que tomamos, en el fondo es una elección entre la paz o el conflicto, por ello vale la pena preguntarnos: ¿esta elección que voy a tomar aporta más paz o menos a mi vida?
Mirémoslo más simple, el origen de nuestras dificultades está en el ego, en el auto concepto o autoimagen construida, la cual asumimos como identidad real, cuando un ego cuestiona a otro, se percibe como un ataque a la identidad propia, y la explosión está servida, es el cerillo que enciende esa llama, no es exagerado afirmar que el mundo no tiene problemas; lo que sí tiene es muchas personas con el ego inflado, que confunden su identidad real y esencial con su ego el cual es por demás fabricado.
Las personas inmaduras emocionalmente son incapaces de aceptar sus errores, es más niegan la realidad en sus mentes y cuando ven que el mundo no se aviene a sus exigencias, se encolerizan, y llegan a exigir una reparación y el desasosiego que crean es proporcional a su necesidad de ser reparados, es ahí donde buscan solidaridad para que los demás apoyen su posición, generando la división en cualquier grupo.
¿Cuántos problemas hemos tenido a lo largo de nuestra vida? ¿Cómo reaccionamos cuando se nos presentaron? si los miramos con retrospectiva vemos que todos se solucionaron, y que quizá hemos debido enfrentarlos en su inicio de forma diferente, recordemos que todo problema tiene una o más soluciones, y ninguno carece de ella, eso mismo pasa cuando se trata de diferencias con otra persona, son las partes encontradas las que necesitan solucionar sus posiciones mentales antes de poder negociar una salida justa y digna para todos.
La realidad es que siempre hay una opción para llegar a un acuerdo, lo que ocurre es que no gusta, no sé porque tenemos ese paradigma y creemos que por alguna razón las soluciones deben ser agradables y fáciles, y que además impliquen un beneficio a costa del perjuicio del otro, si bien es cierto no todas las alternativas son fáciles, la paz también tiene un precio, y ese es el mayor problema, me atrevería a decir que es el único, y por lo general las partes no quieren pagarlo: desean una salida gratis, sin concesiones, poco me gusta entrar en temas políticos en mi columna pero el más claro ejemplo es lo que está pasando con el proceso de paz que vive este bello país.
Con respeto y atrevimiento reitero lo dicho anteriormente conflictos como tal en el mundo no hay, lo que hay en el mundo, en las empresas, en los grupos, en fin, en todo lugar, son mentes conflictivas, cuya intransigencia no les permite razonar porque todo lo ven en ganar y perder, para ellos aceptar que se equivocaron significa perder y aceptarlo es muy duro, lo fácil es señalar hacia los demás.
Qué bueno sería que estas personas se formularan estas preguntas: ¿cómo es que mis problemas son los demás?, ¿cómo es que yo traslado al mundo algo que ocurre en mi mente?, en este sentido hay un ejemplo: un sr va conduciendo por una amplia avenida en contravía con la radio encendida y escucha por la radio que advierten de un loco que va conduciendo en contravía a gran velocidad y él dice: “¿uno?, todos van en contravía”.
¿Qué hacer y cómo reaccionar en un desacuerdo? Cuanto antes se actúe, mucho mejor, porque cuando los ánimos se caldean, hace falta mucha agua para enfriarlos de nuevo, cuando el problema empieza a hacerse visible, es el mejor momento para atajarlo; después ya puede ser tarde, para entenderlo valen los símiles de una enfermedad o un incendio: actuar rápido es la mejor opción.
No le apostemos a decir ¡le gane!, o ¡no me deje! Tampoco se trata y lo reitero que abusen de nosotros, recordemos que son victorias pírricas o victorias provisionales, las cuales hasta de pronto puede tener beneficios, pero seguro que tienen también costes, por ejemplo, la ganancia de mantener un conflicto personal con un compañero de trabajo podría ser: sensación de control, manipulación, reforzar la autoimagen, ganar las luchas de poder, un desahogo, reconocimiento ajeno, tener razón y decir la última palabra… es decir alimentar los juegos superficiales del ego, y algunos ejemplos de los costes: poca colaboración y empeoramiento de la calidad del trabajo, dificultades en el sueño y problemas de salud, pérdidas de tiempo y energía, pérdida de la amistad, empeoramiento de la comunicación, pérdida de la alegría, de la felicidad y paz interior… En fin, desatender las necesidades profundas del espíritu, como en la parábola de Jesús, “en sus manos está”.
Finalmente, lo más beneficioso es resolver todo conflicto para ello podemos probar con estrategias, recordemos no permitamos que crezca o tomar posiciones que lo hagan más grande, el empeorar las cosas no es parte de la solución, sino del problema, centrémonos en reducir las diferencias, es más útil que aumentarlas, dediquemos más tiempo a lo que se está de acuerdo, esto facilita después resolver los puntos de desencuentro, pasemos del detalle a lo general la perspectiva amplía el punto de mira y permite ver detalles que antes no considerábamos, cambiemos el vocabulario, y el tono de nuestra voz, recordemos que hay expresiones y palabras negativas que no ayudan a resolver y otras positivas que sí.
Ahora bien, existen personas que con su actuar siempre están involucradas en problemas, en situaciones de conflicto, mamá decía: “mijo no se junte con ladrones”, y este tipo de personas son ladronas, ¡claro que sí¡, de esos ladrones que nos roban la paz, nos quitan energía, nos quieren impregnar de su amargura, de sus frustraciones, no es bueno juntarse con los que tiran balones fuera, es obvio que no conocen cómo resolver conflictos, además por lo regular su lenguaje es negativo, recordemos todos tenemos problemas, lo que nos diferencia es la forma de resolverlos.
…
*Profesional en Mercadeo
Twitter: @heraldoru