Por: Juan Camilo Revelo/ “Un equipo es un estado de ánimo”: Jorge Valdano
Sabía que les iba a ir bien. Hablé en casa horas antes del partido de un muy posible 4-0 a favor de la única de las dos selecciones en juego que se encontraba a la altura de la inspiración necesaria para lucir en el campo una actitud ganadora y dejar sin argumentos a su rival de turno. La única que venía empoderada y convencida, con el corazón decidido y con la ilusión de volver a casa a un reencuentro con su entrañable público y su maravillosa ciudad anfitriona.
La selección Colombia ha expuesto frente a Chile una de sus más memorables presentaciones en años, gracias a cierto componente anímico reflejado en la impecable nitidez demostrada especialmente durante los minutos del primer tiempo.
Venir de una copa américa en la que la final alcanzó a estar tan cerca trajo consigo la firme determinación de estar en el momento apropiado para actuar con la grandeza de la convicción.
El juego decente que propone el mismo hecho de actuar desde las propias fortalezas, siendo un equipo que vuelve a verse unido y respetuoso entre sí, le daba en todo momento altura al juego.
Miguel Ángel Borja, fino protagonista de este encuentro nos deja valientes recordatorios con el ejemplo de su trabajo bien hecho:
1- Los hombres podemos sentir emoción hasta las lágrimas.
2- Esas lágrimas pueden ser producto de emociones como la alegría, la gratitud, la sensación del sueño cumplido. Es decir, fruto de emociones que pueden ser consideradas tanto “negativas” como “positivas”.
3- Al momento de cobrar un penalti se tiene que ser sordo. Sólo existe concentración en el gol. Lo demás desaparece. Tiene que ser así dada la tendencia actualmente reforzada de esa “zancadilla anímica” consistente en debilitar mentalmente a quien va a cobrar; -estrategia en la que tristemente se vio antes afectado Mina- y que Miguel Ángel ha sabido canalizar de manera atenta, anotando independientemente de esta presión del entorno.
Chile en su momento de brillar fue también premiado como campeón de América, en una selección que venía acompañada de ese componente que nuestra selección Colombia llevó a su mayor grado en 2014 con Pékerman, y que hoy de manera profesional el maestro Reynaldo recompone poco a poco en un ejercicio de difícil depuración en el que se trata no sólo de saber a quién convocar sino a quien no, con todo el costo y ruido que esto le pueda generar a su necesaria concentración.
Ambición, seguridad, confort, precisión, arrojo, definición y más, fue todo lo que mostró esta valerosa selección colombiana de fútbol.
Para terminar, acudiremos a otro maestro del fútbol de quien hoy hemos tomado prestada la cita que acompaña el inicio de estas líneas: el experimentado Jorge Valdano -compañero de Maradona-, quien en su libro “Los 11 poderes del líder” plantea el fútbol como escuela de vida a partir de la fe misma que deposita en el deporte como eje transformador y re-evolucionador social.
Los poderes son:
- El poder de la credibilidad
- El poder de la esperanza
- El poder de la pasión
- El poder del estilo
- El poder de la palabra
- El poder de la curiosidad
- El poder de la humidad
- El poder del talento
- El poder del vestuario
- El poder de la simplicidad
- El poder del éxito
Esta columna va dedicada a aquellos jóvenes que sueñan con convertirse en los mejores deportistas del mundo, a aquellos que cuentan consigo mismos para ser el cambio que quieren ver en el fútbol.
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*Abogado conciliador en Cámara de Comercio de Bucaramanga. Especialista en Marketing Político & amp; estrategias de campaña (U. Externado). Experiencia 10 años en Resolución de Conflictos. Mentor en Comunicación estratégica Verbal – No Verbal e Inteligencia Emocional Empresarial.
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