Por: Jhon F Mieles Rueda/ La mayoría de nosotros soñamos con algún día poder gozar de un buen nivel de vida en el que el dinero sea el menor de los problemas, ese día cuando podamos comprar ese auto que tanto hemos soñado o comprar lo que queramos sin fijarnos tanto en el precio, ese día cuando podamos viajar a cualquier parte del mundo y cuando podamos ayudar a nuestros seres queridos brindándoles todo lo que se merecen.
No obstante, la realidad día a día va consumiendo esos sueños sin la menor de las piedades, pues pareciera que por más que lo intentemos, no somos capaces de darle vuelta a nuestro destino. Aunque intentemos ahorrar, siempre resultan gastos inesperados, la gran mayoría vivimos siendo esclavos de un sistema que nos oprime y nos hace sentir como si solo viviésemos para trabajar seis días a la semana y pagar facturas hasta que, al cabo de unos años, bajamos a nuestro lecho de muerte sin dejar una huella relevante en la historia.
Se dice que aproximadamente el 85% de la población a nivel mundial es pobre, son muy pocas las personas afortunadas que como decimos popularmente ‘nacen en cuna de oro’ y son aún más pocas las personas que nacen en la pobreza pero que logran gracias al trabajo inteligente y a una serie de factores, cambiar su situación.
Por ello, hoy analizaremos una serie de factores que nos mantiene pobres entendiendo que la pobreza es el fruto de una amalgama de circunstancias complejas que convergen en la vida de millones de personas alrededor del mundo.
En primer lugar, es esencial reconocer que el acceso desigual a la educación juega un papel fundamental en la perpetuación de la pobreza. Muchas comunidades, especialmente en regiones en desarrollo, carecen de sistemas educativos robustos y accesibles.
La falta de oportunidades educativas limita las habilidades y perspectivas de las personas, creando un ciclo intergeneracional de pobreza. La educación no solo proporciona conocimientos, sino que también fomenta habilidades que son cruciales para romper el ciclo de la pobreza, como el pensamiento crítico, la resolución de problemas y la creatividad.
Otro aspecto determinante es la falta de acceso a servicios de salud adecuados. En numerosas partes de nuestro país y del mundo, la atención médica de calidad es un privilegio reservado para unos pocos, dejando a grandes segmentos de la población sin acceso a servicios esenciales. Las enfermedades, muchas de las cuales son prevenibles o tratables, se convierten así en barreras infranqueables que limitan la capacidad de las personas para trabajar y prosperar.
La distribución desigual de los recursos naturales y económicos también contribuye significativamente a la pobreza a nivel global. En muchos casos, los países ricos en recursos naturales como Colombia no han sido capaces de traducir esa riqueza en desarrollo sostenible y bienestar para su población. Factores como la corrupción, la mala gestión y las desigualdades estructurales impiden que los beneficios de estos recursos lleguen a la mayoría de la población. La explotación de los recursos naturales a menudo beneficia a una élite, mientras que las comunidades más vulnerables siguen luchando en la pobreza.
La globalización y el sistema económico internacional también desempeñan un papel crucial en la perpetuación de la pobreza. Las economías globales a menudo están diseñadas para favorecer a los países desarrollados, dejando a los países en desarrollo atrapados en un sistema que favorece la explotación y la desigualdad. Las deudas insostenibles, las políticas comerciales desfavorables y la falta de representación en las instituciones internacionales son solo algunos ejemplos de cómo el sistema económico mundial contribuye a la pobreza generalizada.
La falta de oportunidades laborales dignas y bien remuneradas también es un factor determinante. En muchos lugares, la oferta de empleo es insuficiente para satisfacer la demanda de trabajo, y las oportunidades disponibles a menudo no ofrecen salarios justos ni condiciones laborales adecuadas. Esto resulta en una población trabajadora atrapada en la precariedad, luchando por cubrir necesidades básicas y sin posibilidades reales de mejora económica.
Es esencial destacar la discriminación sistémica como un factor que contribuye a la pobreza en diversas comunidades. Las mujeres, minorías étnicas y grupos marginados a menudo enfrentan barreras adicionales para acceder a la educación, empleo y servicios básicos. Esta discriminación perpetúa la desigualdad y limita las oportunidades para aquellos que ya están en desventaja económica.
Como vemos, la pobreza a nivel mundial es un fenómeno complejo que resulta de una combinación de factores interrelacionados que algunas veces escapan de nuestro control y que hacen parecer que nunca lograremos ser ricos. Sin embargo y a pesar de nuestra condición de vida, nuca debemos perder la esperanza de poder dar vuelta a la moneda y lograr salir de la ‘Carrera de Ratas’ de la que habla Robert Kiyosaki en uno de sus libros.
Debemos seguir trabajando de manera inteligente, educándonos financieramente y aprender de quienes si han logrado acumular fortuna y que ya tienen el nivel de vida que nosotros soñamos. Nunca debemos subestimar el valor de la perseverancia.
Pero más allá de buscar riquezas, debemos buscar felicidad y empezamos a alcanzarla cuando sin caer en el conformismo, empezamos a ser agradecidos con lo que ya tenemos, pues, aunque muchas veces estemos inconformes, si gozamos de buena salud, tenemos familia, techo, comida y contamos con los servicios básicos, quiere decir que somos mucho más privilegiados que miles millones de personas en el mundo.
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*Profesional Agroforestal, escritor y político local.
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