Por: Iván Aguilar Zambrano/ Para nadie es un secreto que el desarrollo histórico de Santander se ha centrado en Bucaramanga y sus municipios vecinos, lo que ha llevado a que sea en el área metropolitana donde se concentre la dinámica socioeconómica de la región, convirtiéndola en un polo de atracción, pues es acá donde se tiene el mayor número de viviendas urbanas, la mayoría de unidades de servicios, comercio, industria, entidades bancarias, de salud y del sector educativo, sumado a una óptima cobertura de los servicios públicos de agua, energía, gas e internet.
Para tener una proporción de lo que sucede, basta con revisar las cifras del censo del Dane de 2018, el cual arrojo que en Santander somos 2’008.841 habitantes, de los cuales 1’111.999 vivimos en el área metropolitana de Bucaramanga, es decir que en el 3,5% del territorio vivimos un poco más del 55% de los santandereanos.
Si bien esto corresponde a la tendencia de concentración urbana nacional, también es cierto que esto ha contribuido a acelerar los procesos de desequilibrio territorial, pues el resto de municipios, exceptuando a Barrancabermeja, sus aportes al producto interno bruto regional es mínimo, además de tener bajas tasas de crecimiento poblacional, tal y como lo evidencian las proyecciones del Dane, las cuales nos dicen que para este año, 22 de los 87 municipios de Santander tendrán un crecimiento demográfico negativo, mientras que el área metropolitana de Bucaramanga aumentará en 70 mil sus habitantes.
Esta situación puede tener una explicación en la concentración de la inversión pública, los servicios y la generación de empleo en las grandes ciudades, junto con la baja rentabilidad de las actividades económicas del sector rural, donde según los datos de la Gobernación de Santander, son 78 municipios del Departamento que tienen como base de su economía el sector agropecuario.
Es por esto que Santander debe proponer un modelo de desarrollo más equilibrado, que permita intervenir estas disparidades regionales, razón por la cual vale a pena retomar lo planteado en la Visión 2030 formulada por la UIS en el año 2011, donde se propone una nueva configuración que va más allá de las tradicionales provincias, se trata de la conformación de unos centros nodales que permitan jalonar equilibradamente el desarrollo, reconociendo las diversas vocaciones económicas y culturales inmersas en el Departamento y desde luego descentralizando la inversión pública departamental, tal y como interpretamos es el querer del Gobernador Mauricio Aguilar, de quien reconocemos no solo su cariño, sino su compromiso con la provincia santandereana.
Sin embargo, esto requiere además de la voluntad en el gasto, una adecuada planificación intermedia que permita que las provincias y municipios, además de identificar, estructuren y ejecuten proyectos estratégicos, de tal forma que, desde una mayor integración territorial entre municipios, hoy posible gracias a las provincias administrativas y de planificación – PAP, se pueda llevar el desarrollo a todos los rincones del Departamento.
Desarrollar equilibradamente el territorio se traducirá entonces en una nueva dinámica económica entre subregiones y municipios y con esto la consecuente disminución de los niveles de pobreza, evitando el despoblamiento de la provincia y su desplazamiento al área metropolitana de Bucaramanga, con efectos colaterales que mejorarán la calidad de vida y funcionamiento de los principales centros urbanos del Departamento, pues entre otros, esto ayudará a que no aumente la informalidad, evitará el crecimiento de asentamientos subnormales, mejorará la movilidad y los problemas derivados de la falta de espacio público, contribuyendo a desconcentración urbana de la capital y evitando un futuro colapso de los servicios públicos, de la educación y la salud.
Por todo lo anterior, es que insistimos en que el nuevo plan de desarrollo departamental apueste al reordenamiento del territorio e iniciemos el camino a fortalecer seis centros nodales de desarrollo en Santander: Málaga, San Gil – Socorro, Barbosa-Vélez, Cimitarra – Landázuri – Puerto Parra, Sabana de Torres – Puerto Wilches, San Vicente de Chucurí – El Carmen de Chucurí. Iniciando por un plan de mejoramiento de sus vías, el acceso y diversificación de servicios, educación técnica y tecnológica pertinente, así como una lucha frontal contra la pobreza a través de mejores condiciones de vivienda, espacio público, movilidad, educación, salud, empleo, agua potable y saneamiento básico.
En otras palabras, que estos centros nodales puedan brindar, tanto a los habitantes de las zonas urbanas como rurales, posibilidades de acceder a los servicios públicos, sociales y comerciales sin tener que desplazarse a Bucaramanga, convirtiéndose en ciudades amables y sostenibles articuladas a la región.
*Líder político.
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